Este hombre est¨¢ loco por los libros
De ni?o, Joan-Carles M¨¨lich pas¨® hambre de novelas. Hasta que encontr¨® las reliquias lectoras de su abuelo
En el santuario laico que preside Don Quijote figuran, entre millones de locos por los libros, este hombre que naci¨® en Barcelona en 1961 y ha escrito una diatriba contra Fahrenheit 451 y contra los que quieren convertir el papel encuadernado en piedras de s¨ªlex. Se llama Joan-Carles M¨¨lich, es profesor de filosof¨ªa de la educaci¨®n, recita y canta y declama textos en la librer¨ªa La Central de Barcelona. Lleva una carpeta de la que extrae, como un mago, el Ensayo sobre el cansancio del Nobel Handke o La Rep¨²blica de Plat¨®n o En busca del tiempo perdido de Proust. Es capaz de recitar de memoria a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o a Cernuda, y tiene los ojos enmarcados en gafas de gruesa montura negra.
Est¨¢ pose¨ªdo por la literatura, es un loco ca¨ªdo en una marmita de palabras. Le falta ir con una lanza en cuyo extremo florecieran todos sus libros. Predica esta locura en La sabidur¨ªa de lo incierto (La Condici¨®n Humana; Tusquets), en el que declara su alegr¨ªa de estar rematadamente loco por un objeto (y un contenido) cuyo ata¨²d prepararon en la Feria de Fr¨¢ncfort har¨¢ ahora 23 a?os.
Pero no lo van a matar. Al libro, dice como si fuera a la vez Blas de Otero y C¨¦sar Vallejo, ¡°nunca lo van a asesinar. Est¨¢ demasiado vivo por dentro¡±. Y ense?a el que ha escrito, que es consecuencia del hambre de lecturas que pas¨® de ni?o. En su casa, dice este Harry Potter literato, no hab¨ªa libros; sus padres no estudiaron, ¡°?en casa solo hab¨ªa los vol¨²menes que regala La Caixa por Sant Jordi!¡±. Pero a los 6 a?os se fue a dormir al cuarto de su abuela, donde estaban las reliquias lectoras de su abuelo. ¡°Y empec¨¦ primaria leyendo las serie de Los cinco de Enid Blyton¡±. El abuelo le regal¨® la poes¨ªa de Joan Maragall, y lleg¨® a Mar¨ªa Zambrano para ponerle nombre (¡°los venerables¡±) a los cl¨¢sicos que fueron llenando su cabeza de aventuras como las que enloquecieron al Caballero de la Triste Figura. Ahora La sabidur¨ªa de lo incierto es como el grito lanzado desde el Titanic de los libros, declarando que la salvaci¨®n est¨¢ en la lectura. Porque, declara con los ojos asombrados de horror, que ni sus colegas leen, ni se lee en la universidad, porque tampoco escriben, ni redactan, ¡°andan con el iPad como si fuera un misal obligatorio¡±.
?l va cargado de papel. Y abre un libro ¡°para perderme en ¨¦l, para ver qu¨¦ me dice, c¨®mo me rompe, c¨®mo me sorprende¡±. Eso no lo puede conseguir el resplandor de la maquinita.
La culpa de su locura no es solo de los abuelos, ¡°es de don Armando, mi profesor de Literatura en los Sagrados Corazones, que nos le¨ªa en clase sus poemas, y nos le¨ªa a los venerables¡±. Cuando gan¨® el Nobel Vicente Aleixandre, ¡°baj¨® a clase y se pas¨® toda la ma?ana ley¨¦ndonos Sombra del para¨ªso y Espadas como labios. Ten¨ªamos 10 o 12 a?os. ?Ahora no se lee, se proyectan diapositivas!¡±.
M¨¨lich se parece a su libro. ¡°?Porque est¨¢ escrito con sangre, porque me interesan los libros escritos con sangre!¡±. ?Comprende ¨¦l la locura del Quijote? ¡°?Absolutamente! Me identifico con ¨¦l, y con Madame Bovary, y con la Biblia, y con los di¨¢logos de Plat¨®n, y con el Discurso del m¨¦todo, de Descartes, y con los ensayos de Montaigne¡ ?No quiero que se acaben los libros, como los ni?os no quieren que se acaben los helados!¡±.
Babelia
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