Madres que ven ¡®Euphoria¡¯
El p¨²blico m¨¢s cautivo de la serie somos quienes tenemos ni?os aun peque?os: es un tr¨¢iler, molonc¨ªsimo, del desastre que se avecina
?Te acuerdas de Kids? Pues es como Kids pero ahora, con m¨®viles y un maquillaje incre¨ªble. As¨ª recomiendo Euphoria a las madres del cole. Vedla. V¨¢is a flipar. La que nos espera.
Kids fue una pel¨ªcula de 1995 en la que unos adolescentes deambulaban por Nueva York poni¨¦ndose ciegos y contagi¨¢ndose el sida. En realidad, no me acuerdo mucho de Kids, 25 a?os han pasado, salvo que fue muy pol¨¦mica y que cuando se estren¨® solo pens¨¦: "?Pero d¨®nde est¨¢ toda esa droga y todo ese sexo, que yo lo vea?".
Euphoria es una serie de adolescentes de HBO en la que tambi¨¦n hay mucha mandanga de la una y de la otra. Y adem¨¢s: grupos de Whatsapp, Grindr, PornHub, bitcoins y teens con ansiedades diagnosticadas. Pero no es una serie para adolescentes, ni siquiera para padres de adolescentes. Su p¨²blico m¨¢s cautivo somos quienes tenemos ni?os a¨²n peque?os. De esos que se te acurrucan y te miran como si fueses Dios. O Spiderman. De esos que todav¨ªa hay d¨ªas que se quieren casar contigo. Y es el miedo, incr¨¦dulo y pavoroso, de imaginar a nuestros reto?os deprimi¨¦ndose, vomitando inconscientes y no ya follando, sino haci¨¦ndolo en un v¨ªdeo robado y colgado vengativamente en la redes, lo que nos engancha a la serie. Euphoria es un tr¨¢iler, molonc¨ªsimo, del desastre que se avecina. Ese accidente del futuro que no puedes dejar de mirar.
Tengo una amiga (dos hijos, ni?a de 10, ni?o de 7) que ha visto la serie ¡°como quien mira un documental del National Geographic¡±, fascinada por las ex¨®ticas criaturas en las que en nada ¨Ccrecen tan deprisa¨C se van a convertir sus ni?os. Su marido no la quiere ver. Quita, quita, para qu¨¦ amargarse lo poco que le queda. Intent¨® ponerse, el pobre, pero le incomodaron las expl¨ªcitas escenas de sexo adolescente. Se sinti¨® un viejo verde en la plenitud a¨²n de su mediana edad: la chica sexualizada de la pantalla conjuraba a su ni?a del alma. Qu¨¦ jodida para todos la ¡°mirada masculina¡±.
Las madres (y padres) que vemos Euphoria tambi¨¦n vemos ?lite, pero no es lo mismo. En ?lite los chavales se drogan, se abusan y hasta se matan, pero no da miedo, es divertida y liviana, una versi¨®n p¨²ber de Dinast¨ªa, pasan cosas tremendas, van todos supermaqueados y no te crees nada.
Euphoria, a pesar de ser tan extrema, te la crees. Por eso es tan desasosegante. Sin tener ni la menor idea de si es un retrato realista de c¨®mo es ser adolescente en 2019, lo parece. Sam Levinson, el showrunner, la ha rodado con alma. No se cansa de repetir que es una obra ¨ªntima: ¨¦l dej¨® los opiaceos a los 19 para ¡°pasar a una droga m¨¢s productiva, como el cristal de metanfetamina¡±.
Rue, la protagonista, es ¨¦l a los 17. Zendaya, la exni?a Disney que la interpreta, est¨¢ perfecta, con el punto justo de vulnerabilidad y fiereza. Su novia trans (luminosa Hunter Schafer), sus amigas (la guapa que solo quiere gustar, la queen bee que sufre por amor, la modosa a la que ignoran, la gorda que se reinventa) y su amigo/camello (tan delicioso que crecer¨¢ en la segunda temporada) son arquetipos que respiran y con los que empatizas. Quieres abrazarlos, decirles ¡°cari?o, todo va a mejorar, esto pasa¡±, m¨¢s que nada por ir practicando la frase que esperas que te salve de la adolescencia de tu hijos.
Pero, pese a toda la naturalidad de su joven elenco, Euphoria es tambi¨¦n una calculada pol¨¦mica y ejercicio est¨¦tico de crudeza y modernidad (el final musical de la temporada es "lo m¨¢s"). Consigue que las taquillas, las vueltas en bici, la feria o el baile del instituto sean los de siempre, pero distintos. Te crees a su generaci¨®n Z, pero al mismo tiempo parecen todos salidos de un videoclip. Son tan cool como descarnados.
Para consuelo de la madres que vemos Euphoria, la serie es tan hermosa que hay momentos en los que el p¨¢nico al qu¨¦ ser¨¢ de nuestros hijos se te olvida. Desaparece la angustia por su adolescencia y entra en tromba la nostalgia por la tuya. En el segundo cap¨ªtulo, Rue y su novia est¨¢n en una habitaci¨®n que imaginas que huele a leonera adolescente femenina. Es decir, a pies y a frambuesa. Debajo de una tienda de campa?a improvisada con s¨¢banas, las chicas se drogan, con qu¨ªmica y la una con la otra, con ese arrebato el¨¦ctrico de las primeras amistades cuando todav¨ªa la gente te sorprende. Van hasta las cejas, se maquillan la cara con polvos brillantes, se r¨ªen, se emocionan hasta el llanto de lo bonito que es todo. "Soy tan feliz", llora Rue. Y entonces, la madre que ve Euphoria se olvida de sus hijos, y la ni?a insolente y fr¨¢gil que fue no hace tanto ¨Ccrecemos tan deprisa- se muere por regalarse una ¨²ltima vez l¨¢grimas de purpurina.
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