Hasta el gorro de las distop¨ªas
Apple apuesta con 'See' por un g¨¦nero que con ¨¦xitos como ¡®El cuento de la criada¡¯ o ¡®Black Mirror¡¯ indaga en el apocalipsis
Ya en tiempos de George Bush Jr., Hollywood entr¨® en depresi¨®n y le dio por verlo todo negro. De aquella plaga neocon, quedaron algunas obras m¨¢s que destacadas, aparte de deprimentes. Fue el caso de La niebla, de Frank Darabont o The Village y El incidente, de M. Night Shyamalan, quien para todo el mundo ser¨¢ siempre el autor de El sexto sentido. Todos ellas, incluso la ¨²ltima, describ¨ªan un estado de ¨¢nimo hu¨¦rfano de toda esperanza. Una bacteria que se ha convertido hoy en epidemia generalizada a base de distop¨ªas.
La forma de expresi¨®n audiovisual predominante entonces segu¨ªa siendo el cine y aquellas pel¨ªculas entraban dentro del g¨¦nero de terror. Aun no se hab¨ªa expandido ¨Cni conceptualizado como ahora¨C la fiebre de la distop¨ªa. ?sta irrumpe con la avalancha de las series de televisi¨®n. Y se ha convertido en una desagradable manera de fomentar un ¨¢nimo global que expande efectos m¨¢s que perniciosos.
Por ejemplo, el hartazgo. La distop¨ªa genera una saturaci¨®n que atosiga, angustia y conduce a la ansiedad. Puede que eso tenga f¨¢cil soluci¨®n: no verlas. El problema se plantea cuando sus reglas irrumpen de okupa en otros g¨¦neros. Es lo que ha ocurrido en la ¨²ltima temporada de The Affair. Uno se pone a ver ¨Cprecisamente para huir de la epidemia¨C lo que a juicio de tantos se ha convertido en el drama m¨¢s chachi de los ¨²ltimos tiempos y hala, te la meten doblada. Sus creadores, Hagai Levi y Sarah Treem, se marcan un viaje al futuro cercano en el que Mountauk, ese para¨ªso con faro en la costa donde los vientos propician todos los pecados, queda inundado por culpa del calentamiento global. ?Que nos devuelvan el dinero! Incluso Joker, sin llegar a serlo con todas las letras, se viste con ese disfraz dist¨®pico. Precisamente para ahondar en el mal rollo que genera.
Pareciera que todos aquellos talentos creativos dotados necesitan probarse a s¨ª mismos imaginando cat¨¢strofes. Algunos se alejan demasiado de un presente que exige como nunca el an¨¢lisis para evitar males mayores. Son muchos los que nos colocan ah¨ª a modo de aviso. La fiebre presente comenz¨® sin duda con Black Mirror. Sigui¨® con El cuento de la criada, se aliment¨® con Westworld o Mr Robot, ha dado para relativos aciertos a medias e irregulares como Years and Years, rarezas de culto con ramalazo genialoide como The Leftovers.
Ahora esperamos el impacto de See, de Steven Knight, la serie con la que Apple TV + se estrena: 15 millones de presupuesto por cap¨ªtulo para describirnos un mundo en que la raza humana ha perdido la visi¨®n y queda obligada a desarrollar otras maneras de interactuar.
La distop¨ªa est¨¢ directamente relacionada con la inquietud que derrocha el presente. Ante un mundo en manos de los Trump, los Boris Johnson, los Bolsonaro, los Putin y los Orban, ante las tinieblas azuzadas por Steve Banon o Roger Ailes ¨Cno perderse la magn¨ªfica y clave La voz m¨¢s alta¨C, s¨®lo cabe la par¨¢lisis y el desconcierto.
Todas las distop¨ªas acontecen en un no muy lejano periodo de tiempo. Juegan con esa incertidumbre de lo aut¨¦nticamente posible. Nos despiertan atracci¨®n y rechazo. Lo primero est¨¢ directamente relacionado con la curiosidad que nos lleva a querer entender de qu¨¦ seremos capaces. Lo segundo se debe al desprecio y la impotencia que ese fracaso produce, acompa?ado de cierto sentido de culpa. Nada de lo que cuentan es bueno. La obsesi¨®n radica en desautorizar cualquier atisbo de futuro constructivo y no digamos ya de utop¨ªa. Desconf¨ªan sistem¨¢ticamente de las bondades de los seres humanos a cargo del tinglado. Pareciera que se empe?an en contagiar a las generaciones m¨¢s j¨®venes no ya s¨®lo la imposibilidad de un mundo mejor, sino cualquier salida hacia un porvenir menos malo que el presente.
Para ello indagan en los efectos perniciosos de la tecnolog¨ªa, la inteligencia artificial, la rob¨®tica, el l¨¢tigo ya devastador del cambio clim¨¢tico: dejan todo en manos del totalitarismo como opci¨®n pol¨ªtica, reniegan de cualquier capacidad de la especie para lo constructivo. El mundo idealizado y confiado en el progreso que ide¨® Julio Verne ha perdido la partida frente al desesperado pesimismo de Philip K. Dick. ?Qui¨¦n nos consuela?
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