Colina
Muere a los 85 a?os el escritor y cr¨ªtico literario Jos¨¦ de la Colina
Se llam¨® Novel al nacer el 29 de marzo de 1934 en Santander. Era nombre de anarquista, como lo quiso su padre, calderero de barcos de larga eslora y quiz¨¢ el revolucionario m¨¢s guapo al filo de aquel mar. Cuando Espa?a se enlut¨® con la muerte necia de la Guerra Incivil, el ni?o Novel, su hermano y madre estuvieron confinados en el campo de concentraci¨®n franc¨¦s de Argel¨¨s sur Mer y, creyendo que el padre hab¨ªa muerto en las trincheras, sobrevivieron un largo peregrinar que desemboc¨® en M¨¦xico. El milagro de reencontrarse con su padre ser¨ªa ins¨®lito si no fuera porque hay otras varias familias que vivieron el milagro, hoy casi inconcebible, de una reuni¨®n sin las llamadas redes sociales o los mal-llamados tel¨¦fonos electr¨®nicos, GPS y dem¨¢s artilugios en coordinar el reencuentro.
Al llegar a M¨¦xico, la madre decidi¨® que se llamara Jos¨¦ para evitarle reclamos entre las buenas conciencias que solo reconoc¨ªan o conviv¨ªan con ni?os de nombre de santoral cristiano y as¨ª, renaci¨® Jos¨¦ de la Colina como refugacho, hijo del exilio que se ha marchado hoy en otro viaje largo justo al cumplirse los ochenta a?os de la llegada de los primeros barcos de la Espa?a transterrada.
Colina estudi¨® en el Colegio Madrid, pero su sabidur¨ªa se destil¨® en libros, bibliotecas enteras que se ley¨® como para fincar el insomnio desde adolescente. Trabaj¨® en imprentas que le ense?aron el noble oficio de la edici¨®n y correcci¨®n de p¨¢rrafos y de ni?o, hizo fila para el casting de una pel¨ªcula que habr¨ªa de llamarse Los olvidados, dirigida por Luis Bu?uel. Ser¨ªa el propio director de los ojos de sapo estr¨¢bico quien le aclarar¨ªa el ni?o espa?olito que no pod¨ªa figurar en una pel¨ªcula que trataba sobre mexicanos, considerando que Colina parec¨ªa ni?o de nacimiento navide?o. El azar hizo que con el paso del tiempo, Colina ser¨ªa no s¨®lo cercano amigo de Bu?uel sino autor de uno de los m¨¢s ¨²tiles libros sobre su filmograf¨ªa.
Colina fue colaborador de Octavio Paz en Plural y Vuelta, pandilla de Salvador Elizondo y Eduardo Lizalde, ajonjol¨ª de muchos moles literarios y glorioso director del Suplemento Cultural de un peri¨®dico que se llam¨® Novedades. All¨ª impuls¨® con luminosa gu¨ªa los primeros cuentos de no pocos autores que hoy pintan canas (y que siguen intentando escribir) y contagi¨® libros y cine en sobremesas interminables y paseos eternos por la Ciudad de M¨¦xico que ¨¦l mismo llam¨® Esm¨®gico City en una columna de habitante preocupado y su conversaci¨®n cifraba los personajes c¨¦lebres y an¨®nimos que habr¨ªa de inmortalizar en su columna Los inmortales del momento y fue autor de no pocos cuentos perfectos y relatos ¨²nicos y rese?as feroces o felices y peque?os ensayos de sabio y cr¨®nicas de carcajada¡ Y me duele el alma de pensar que no podr¨¦ volver a abrazarlo aunque seguir¨¦ siempre agradecido por haberlo conocido como un aprendizaje de vida invaluable, de las gracias que se conceden en silencio al ver a un apasionado habitante de tantas literaturas que supo emocionarse siempre con el mismo p¨¢rrafo que hab¨ªa le¨ªdo en la angustia de una madrugada de miedo o recitar de coraz¨®n los versos que le llenaban de mar los ojos o evocar la tierna muerte de padre, vuelto del exilio en M¨¦xico, sentado en una banca al filo del mar donde seguramente hoy mismo, entre neblinas de tiempo, se vuelven a ver padre e hijo, Novel y el anarquista con la mirada fija en el inexplicable misterio de haber andado el ancho mundo, l¨ªnea por l¨ªnea, como quien imprime con sus pasos en tinta el recuerdo imborrable de un verdadero hombre de letras¡ A quien s¨®lo podr¨¦ releer en este oc¨¦ano parece vaciarse.
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