Moctezuma canta su tragedia con voz de bar¨ªtono
La representaci¨®n de la ¨®pera de Vivaldi conmemora los 500 a?os del encuentro entre el azteca y Hern¨¢n Cort¨¦s en Ciudad de M¨¦xico
Hay que avanzar la cinta 500 a?os justos. En la gran plaza de la antigua Tenochtitl¨¢n, a pocos metros de donde se?encontraron Hern¨¢n Cort¨¦s y Moctezuma?un 8 de noviembre de 1519, se ergu¨ªa este jueves un escenario. Dos aztecas, muslos y rostros pintados de verde, hac¨ªan estiramientos frente a un tabique con calaveras de pl¨¢stico. Un poco m¨¢s all¨¢, un conquistador con yelmo y armadura ensayaba un desenvainar de espada elegante y sin tropiezos. Quedaban pocos minutos para que comenzara Motecuhzoma II, una ¨®pera barroca de Antonio Vivaldi reescrita por el mexicano Samuel M¨¢ynez como r¨¦plica ind¨ªgena a la conquista.
Al otro lado del escenario, Mar¨ªa Enriqueta Gonz¨¢lez esperaba para conseguir una entrada. Hab¨ªa asistido a los ensayos toda la semana, le hab¨ªan encantado los penachos de los bailarines y no se lo quer¨ªa perder. Ella tambi¨¦n baila danzas prehisp¨¢nicas en el Z¨®calo tres d¨ªas a la semana desde hace siete a?os y se declara amante de toda la m¨²sica. ¡°Toda, desde el chachach¨¢ a la cl¨¢sica y, c¨®mo no, la ¨®pera¡±, explicaba.¡°Nunca imagin¨¦ que fuera a haber una sobre nuestras ra¨ªces¡±. Tras a?os sin ser representada y en un espect¨¢culo masivo y gratuito, la ¨®pera?son¨® en la plaza del Z¨®calo de Ciudad de M¨¦xico, el epicentro de la tragedia que canta.
El sonido de violines barrocos se colaba entre las paredes de un imaginario palacio azteca en penumbra. All¨ª, Moctezuma, interpretado por el bar¨ªtono mexicano Jacob Bravo, estaba sumido en la indecisi¨®n -"la sombra del destino nos llena de temor¡±, dice el aria-, mientras su madre lo arengaba -¡±la aparici¨®n de los hombres barbudos lo tiene postrado¡±-. Cantaban en n¨¢huatl, el idioma de la corte azteca, al son de la m¨²sica de Vivaldi, interpretada por la Orquesta Filarm¨®nica de Ciudad de M¨¦xico y dirigida por la batuta del italiano Francesco Fanna.
Fuera de palacio, en las butacas, los espectadores se envolv¨ªan en sus bufandas y se ajustaban el abrigo para quitarse el fr¨ªo. El 7 de noviembre de 2019, v¨ªspera del encuentro de hace 500 a?os, era noche despejada pero fresca. Sentado en primera fila y con el sombrero calado, Federico Acosta, decimocuarta generaci¨®n de la casa Moctezuma, segu¨ªa las tribulaciones de su ilustre antepasado, la ca¨ªda en desgracia del linaje.
En las faldas de los volcanes que guardaban y todav¨ªa guardan la ciudad, el Iztacc¨ªhuatl y el Popocat¨¦petl, los conquistadores preparaban su entrada a Tenochtitl¨¢n. Hern¨¢n Cort¨¦s, interpretado por el tenor espa?ol Jorge Caso, cantaba: ¡°Aqueste pueblo altanero tendr¨¢ que inclinarse¡±. Al amanecer, Cort¨¦s, la Malinche y los soldados se toparon con el s¨¦quito de Moctezuma, envuelto en una marcha imperial de tambores y barroco. El tlatoani vest¨ªa de turquesa, color del jade, y estaba sentado en unas andas. Tras un par de intentos del castellano por acercarse al azteca, ambos personajes se dieron un abrazo, breve y tenso.
Pero la tragedia pronto asom¨® en el tercer acto. Los castellanos quieren m¨¢s oro, apresan a Moctezuma y cometen la matanza del Templo Mayor -una de las escenas capitales de la Conquista por la barbarie de los conquistadores-. Sobre el escenario, iluminado por una luz roja, quedaron tendidos los cuerpos. ¡°Aqu¨ª estoy, lluvia¡ por fin te escucho¡, ll¨¦vame al tlalocan [el recinto del Dios Tl¨¢loc]¡±, agonizaba Moctezuma, antes de morir.
Quitar rococ¨® y poner historia
El libreto de la ¨®pera ha sido reescrito por el m¨²sico mexicano Samuel M¨¢ynez. El original, firmado por un tal Giusti, era un aut¨¦ntico melodrama del settecento con mucha pasi¨®n pero errores hist¨®ricos garrafales: Moctezuma no mor¨ªa asesinado, ten¨ªa una hija que se enamoraba de un conquistador y ambos se daban el ¡®s¨ª quiero¡¯ como broche. Al final, los dioses prehisp¨¢nicos se hac¨ªan a?icos y un coro cantaba: ¡°Adscriba cada quien, el derrumbe de un imperio, las altas glorias, y las victorias, al gran genio guerrero de un capit¨¢n invencible. ?Viva el monarca hispano! ?Fernando viva!¡±.
A M¨¢ynez el libreto le pareci¨® ¡°inadmisible¡± desde el punto de vista hist¨®rico. ¡°Los personajes son ficticios y hay final feliz¡±, explicaba en entrevista con este diario antes de la representaci¨®n. Con la ayuda de los historiadores Alfredo L¨®pez Austin y el recientemente fallecido Miguel Le¨®n-Portilla se puso manos a la obra. Su objetivo era alejarse del prototipo del Cort¨¦s asesino y del Moctezuma traidor. ¡°La idea es buscar el di¨¢logo, la historia ha sido un mon¨®logo de Europa sobre la conquista¡±. El abrazo entre ambos, al final del segundo acto, es un ejemplo de esa intenci¨®n.
Para recrear el lenguaje del conquistador, el compositor agarr¨® frases de sus Cartas de Relaci¨®n. El caso del tlatoani azteca fue m¨¢s dif¨ªcil, al no existir escritos de primera mano. Aun as¨ª, se inspir¨® en poemas ind¨ªgenas de la ¨¦poca y cambi¨® el toscano original por el n¨¢huatl hablado por el emperador. El bar¨ªtono Jacob Bravo tuvo que aprender el idioma sobre la marcha. ¡°Te vas con la intuici¨®n¡±, explica. ¡°Es maravilloso; tienes el contraste de una lengua que no tiene la ¡®r¡¯ y las ¨¢reas de bravura italiana¡±. Adem¨¢s, en las escenas de la corte azteca, al barroco de Vivaldi, M¨¢ynez a?adi¨® sonidos de ocarinas y otros instrumentos prehisp¨¢nicos.
La de Vivaldi no es la ¨²nica ¨®pera sobre la conquista. Seg¨²n el recuento de M¨¢ynez, existen 28 obras centradas en Moctezuma y otras 15 en Cort¨¦s. ¡°Casi todas, escritas por europeos justificando la conquista¡±, explica. ¡°Ninguna por mexicanos porque son personajes que no sabemos c¨®mo interpretar¡±. Uno de los elementos capitales de los acontecimientos es la muerte de Moctezuma en circunstancias extra?as. Las cr¨®nicas de los conquistadores sostienen que lo mat¨® su pueblo de una pedrada; las pocas fuentes ind¨ªgenas que existen apuntan a una estocada de los espa?oles. Sin decantarse por ninguna de las dos, M¨¢ynez ha optado por combinarlas: el tlatoani muere de pedrada y estocada. ¡°Lo mataron entre todos¡±, zanja.
Una partitura viajera y olvidada
Antes de llegar a manos de M¨¢ynez, la partitura de Motecuhzoma II dio muchas vueltas. La ¨®pera se estren¨® en noviembre de 1733 en Venecia, la primera y ¨²ltima vez que se represent¨®. Despu¨¦s, el manuscrito original se perdi¨®. Una copia lleg¨® a la Academia Coral de Berl¨ªn, en cuyas b¨®vedas se guard¨® durante siglo y medio. Con los bombardeos aliados sobre la capital, el dirigente de la propaganda nazi, Joseph Goebbels, decidi¨® evacuar a toda prisa los tesoros a un castillo de Polonia. All¨ª los encontraron los tanques del Ej¨¦rcito Rojo en su avance hacia Alemania. Las 55.000 p¨¢ginas de manuscritos de m¨²sica barroca y rococ¨® fueron trasladadas a un conservatorio en ruinas en Kiev.
Pasaron los a?os y music¨®logos de todo el mundo empezaron a rastrear el acervo perdido sin ¨¦xito. A finales de los noventa, la ciudad ucrania organiz¨® un concierto de flauta compuesto por un hijo de de Johann Sebastian Bach. Eso alert¨® a un grupo de music¨®logos de la Universidad de Harvard. Viajaron a Ucrania y vieron en el manuscrito el sello de la Academia Coral de Berl¨ªn. El tesoro perdido estaba all¨ª, concluyeron. Finalmente, en 2002 se devolvi¨® el acervo a Berl¨ªn donde los estudiosos empezaron a desempolvar las partituras. El Motecuhzoma II de Vivaldi hab¨ªa sobrevivido a duras penas; la partitura estaba mutilada, le faltaba el tercer acto y 11 de 22 ¨¢rias.
Babelia
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