Tenochtitl¨¢n, 8 de noviembre de 1519: falta la versi¨®n de Moctezuma
El historiador Matthew Restall acaba de publicar una revisi¨®n cr¨ªtica del encuentro entre Moctezuma y Hern¨¢n Cort¨¦s en la que cuestiona la supuesta rendici¨®n del l¨ªder azteca
En un rinc¨®n del centro de Ciudad de M¨¦xico hay un mosaico que marca el lugar exacto del encuentro entre Moctezuma y Hern¨¢n Cort¨¦s hace casi 500 a?os. La pieza, inaugurada en 2015 para sustituir una placa vandalizada, es la r¨¦plica de una obra de la ¨¦poca virreinal y muestra al tlatoani con armadura, t¨²nica y corona, al estilo de los monarcas europeos de la ¨¦poca. El atuendo, imposible para un gobernante ind¨ªgena del siglo XVI, es un reflejo de las m¨²ltiples inc¨®gnitas e imprecisiones que rodean ese encuentro. La versi¨®n de los conquistadores sobre los hechos, incluida la supuesta rendici¨®n de Moctezuma ante Cort¨¦s, se enfrenta ahora a una nueva generaci¨®n de historiadores que cuestiona su verosimilitud.
El desaf¨ªo no es menor trat¨¢ndose de un per¨ªodo cuyo estudio parec¨ªa ya agotado. Cuando la editorial le pidi¨® que escribiera un ensayo con motivo de los 500 a?os de la llegada de Cort¨¦s a Veracruz, Matthew Restall, profesor de la Universidad Estatal de Pensilvania, se pregunt¨® si pod¨ªa aportar algo nuevo. ¡°Fij¨¢ndome en los detalles, me di cuenta de que una enorme cantidad de lo que se cont¨® sobre el encuentro no era verdad, de que no ten¨ªa sentido que Moctezuma se rindiera¡±, explica el autor de Cuando Moctezuma conoci¨® a Cort¨¦s (Taurus), recientemente publicado. ¡°Me propuse escribir sobre una mentira. Una vez tiras esa pieza de domin¨®, se caen la mayor¨ªa de los detalles de la historia¡±.
El cara a cara entre Moctezuma y Cort¨¦s, la pieza de domin¨® sobre la que se centra Restall, da inicio el 8 de noviembre de 1519. Los conquistadores hab¨ªan desembarcado en las costas de Veracruz hac¨ªa seis meses y, guerras, alianzas y monta?as mediante, hab¨ªan avanzado hacia el ombligo de un poderoso imperio. Cuando por fin vieron la ciudad de Tenochtitl¨¢n, una isla en medio del lago de Texcoco, se quedaron maravillados. De aquellos d¨ªas abundan las comparaciones de los soldados espa?oles con lo conocido: la ciudad era tan o m¨¢s grandiosa que Sevilla y los templos, tan o m¨¢s altos que las torres de algunas catedrales.
Los asombrados espa?oles cruzaron por una de las pasarelas que conectaban la tierra firme con la isla y, ya en la ciudad, Moctezuma, sentado en unas andas, y su corte salieron a recibirles para el protocolario intercambio de regalos. Los conquistadores fueron conducidos entonces a uno de los palacios situados junto al Templo Mayor, en la plaza del Z¨®calo actual. A los pocos d¨ªas, el emperador azteca se declarar¨ªa vasallo del Rey de Espa?a.
¡°Creemos y tenemos por cierto, ¨¦l [Carlos V] sea nuestro se?or natural, en especial que nos dec¨ªs que ¨¦l ha muchos d¨ªas que ten¨ªa noticia de nosotros; y por tanto, vos sed cierto que os obedeceremos y tendremos por se?or en lugar de ese gran se?or que vos dec¨ªs¡±, dice Cort¨¦s que dice Moctezuma, en una de sus Cartas de relaci¨®n dirigidas al emperador Carlos V.
Es un momento clave. Bernal D¨ªaz del Castillo, el principal cronista de la campa?a, apoyar¨ªa la versi¨®n de Cort¨¦s en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa?a. ¡°A ese vuestro gran rey yo le soy en cargo y le dar¨¦ de lo que tuviere¡±, escribir¨ªa sobre las palabras de Moctezuma, m¨¢s de cuarenta a?os despu¨¦s de presenciar los hechos. La Corona espa?ola exig¨ªa que los conquistadores leyeran el Requerimiento, un texto jur¨ªdico redactado para intentar una rendici¨®n pac¨ªfica de los gobernantes ind¨ªgenas antes de recurrir a las armas. El discurso de sumisi¨®n del emperador azteca barnizar¨ªa de legalidad la conquista.
Restall pone en duda que este episodio ocurriese como fue contado por los conquistadores. Primero, porque es una visi¨®n parcial y escrita tiempo despu¨¦s de los hechos. Segundo, porque no casa con la personalidad del tlatoani. ¡°La narrativa tradicional es que ten¨ªa miedo¡±, defiende el autor. ¡°Pero ¨¦l era un coleccionista de animales, p¨¢jaros, plantas. Lo que quer¨ªa era atraer los espa?oles a la ciudad para atraparlos y estudiarlos¡±.
Como el acad¨¦mico estadounidense, los historiadores Alfredo ?vila y Mart¨ªn R¨ªos, de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), cuestionan la verosimilitud de la narraci¨®n. ¡°Hay una intencionalidad. Cort¨¦s tiene inter¨¦s en demostrar a la Corona que le ha entregado un imperio¡±, opina ?vila. Adem¨¢s, la supuesta rendici¨®n le proporciona, seg¨²n R¨ªos, la excusa para combatir la posterior rebeli¨®n ind¨ªgena al argumentar que los aztecas hab¨ªan roto su parte del trato.
Incluso en el supuesto caso de haber dado Moctezuma un discurso, Restall sostiene que tambi¨¦n pudo haber habido un problema de interpretaci¨®n. El tono reverencial utilizado por el azteca no ten¨ªa por qu¨¦ insinuar rendici¨®n sino todo lo contrario: una especie de superioridad envuelta de cortes¨ªa. ¡°Desprovisto de sutilezas en la traducci¨®n y distorsionado por el filtro de numerosos int¨¦rpretes¡±, defiende el acad¨¦mico, ¡°es posible que su significado real fuera invertido¡±. R¨ªos coincide en se?alar el problema de comprensi¨®n: ¡°Dudo que Moctezuma entendiera el t¨¦rmino vasallaje con todas sus implicaciones jur¨ªdicas y tampoco creo que renunciara en un primer momento a su potestad¡±.
El esfuerzo por conocer lo que de verdad ocurri¨® tras el encuentro se enfrenta a un problema de fuentes. ¡°Buena parte de la historiograf¨ªa mexicana y extranjera se ha pasado repitiendo una versi¨®n¡±, opina ?vila. De un lado, Cort¨¦s, D¨ªaz del Castillo y los testimonios de otros miembros de la expedici¨®n. Del otro, un vac¨ªo. ¡°El n¨²mero de cr¨®nicas espa?olas supera por mucho el de las ind¨ªgenas. Y las pocas versiones ind¨ªgenas que hay no son siempre una ¡®visi¨®n del vencido¡¯, sino que a veces refuerzan el relato de los conquistadores¡±, dice Restall. ¡°Moctezuma no tiene una versi¨®n¡±.
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