La pol¨ªtica de los pronombres
Una propuesta sobre el lenguaje inclusivo como la que acaba de publicar ?lex Grijelmo merece toda la atenci¨®n, pero los idiomas son organismos aut¨®nomos con una vida propia al margen de lo que digan las ¨¦lites sociales
?lex Grijelmo acaba de publicar un libro interesante sobre la pol¨¦mica del lenguaje inclusivo, cuyo principal valor consiste en su objetivo abiertamente declarado: buscar un acuerdo que permita corregir desviaciones sexistas del idioma espa?ol, culpable seg¨²n muchos de la invisibilidad de las mujeres en la sociedad. En un momento en que nuestro pa¨ªs fomenta la confrontaci¨®n entre extremos es de agradecer que alguien muestre su voluntad de compromiso. La dificultad en este caso reside en el hecho de que la lengua es una creaci¨®n de los pueblos, no necesariamente de sus dirigentes, cualquiera que sea la ideolog¨ªa que defiendan. En definitiva, es el reflejo de la sociedad tal como es, aunque tambi¨¦n contribuye a configurar modos y creencias de esa misma sociedad.
Las pol¨¦micas sobre la influencia pol¨ªtica de los idiomas son antiguas y no exclusivas de ninguno de ellos. En un reciente art¨ªculo publicado en el New York Times, Teresa M. Bejan, profesora de teor¨ªa pol¨ªtica en Oxford, nos ilustra sobre el fondo de la cuesti¨®n. ¡°Los pronombres son la parte m¨¢s pol¨ªtica del lenguaje¡±, dice, para terminar pregunt¨¢ndose por c¨®mo han de identificarse gramaticalmente no solo ¡°ellos y ellas¡± sino tambi¨¦n transexuales, no binarios o quienes adopten una identidad de g¨¦nero fluido. Se remonta as¨ª a la historia de los cu¨¢queros, quiz¨¢ el movimiento religioso m¨¢s igualitario de su ¨¦poca, partidarios de apear las f¨®rmulas de respeto en el trato coloquial, pues discriminaban a unas personas de otras. La persistencia del ¡°ingl¨¦s de la reina¡± en las ¨¦lites del Reino Unido, que se identifican en gran medida por su entonaci¨®n ling¨¹¨ªstica antes incluso que por su patrimonio o su poder, pone de manifiesto lo limitado del ¨¦xito de las propuestas cu¨¢queras.
Tambi¨¦n en su Historia de la lengua espa?ola, don Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal narra las batallas en torno al uso del vos y del t¨², o el significado clasista de su empleo seg¨²n los casos, en trifulcas que tienen poco que envidiar a las suscitadas por los cu¨¢queros brit¨¢nicos. Y da cuenta de algunos t¨¦rminos que ya Quevedo rechazaba por vulgares y propios de la prosa fregona. Pese al repudio de los culteranos, muchas de esas expresiones han llegado vivas hasta hoy y son comunes en el lenguaje ordinario: de pe a pa, haz de tripas coraz¨®n, a rega?adientes o a la pata la llana valgan como ejemplos. Lo que demuestra una vez m¨¢s que los idiomas son bichos vivos que gozan de una autonom¨ªa irritante para las ¨¦lites.
Dicha autonom¨ªa reside hoy en la Red, donde se desenvuelve y crece a velocidades de v¨¦rtigo. La Real Academia Espa?ola ha anunciado ya que el pr¨®ximo Diccionario, previsto para 2026, ser¨¢ digital, al margen de si merece o no publicarse tambi¨¦n alguna versi¨®n impresa. Los problemas que se suscitan con vistas al proyecto provienen fundamentalmente de la irrupci¨®n de la inteligencia artificial en el escenario del conocimiento humano, y de que el mundo de Internet es un universo descentralizado que crece al comp¨¢s de la experiencia de los usuarios y al margen de leyes o jerarqu¨ªas.
Los disturbios creados en la convivencia social por la extensi¨®n de la Red de redes, con la eclosi¨®n de la democracia asamblearia, la p¨¦rdida de intimidad y privacidad y la desaparici¨®n de barreras de todo tipo, que otrora imped¨ªan invadir el territorio del poder, tambi¨¦n afectan al porvenir del idioma. No solo el orden pol¨ªtico y econ¨®mico est¨¢ siendo trastocado, quiz¨¢s veamos perecer en no mucho tiempo al orden alfab¨¦tico.
Los diccionarios van a desaparecer tal y como los conocemos, igual que lo han hecho ya las enciclopedias; est¨¢n en ello los peri¨®dicos y qui¨¦n sabe si acabar¨¢n aniquilados incluso los bancos centrales. Heridas de muerte parecen estar tambi¨¦n las tildes, expulsadas a golpe de pulgar por los usuarios de los tel¨¦fonos listos, y hasta los signos de puntuaci¨®n, para no hablar del destrozo (?o quiz¨¢ no lo es tanto?) que causan las abreviaturas e improvisadas ortograf¨ªas de los ese-eme-eses. Mientras nos esforzamos por establecer c¨¢nones en un mundo que abomina de ellos, la gente recupera la escritura jerogl¨ªfica a trav¨¦s de emoticonos y emojis, de los que existen m¨¢s de 3.000 de uso diario, invierte en bitcoins, guglea para informarse de lo que le interesa y sigue las aventuras de sus yutubers favoritos (?o ser¨¢n en realidad yut¨²beres, como las p¨²beres can¨¦foras de Rub¨¦n?).
El acuerdo que Grijelmo propone sobre el lenguaje inclusivo merece por eso atenci¨®n y apoyo, pero cabe preguntarse qui¨¦n lo ha de firmar. Porque el diccionario, la gram¨¢tica y la ortograf¨ªa de la Academia son normativos, pero en un mundo crecientemente gobernado por los algoritmos, las normas y las definiciones acaban desfalleciendo ante el software.
Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo. ?lex Grijelmo. Taurus, 2019. 296 p¨¢ginas. 17,90 euros.
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