Los libros que explican el derrocamiento de Evo Morales
El denominado "proceso de cambio" ha generado una extensa producci¨®n literaria a lo largo de los 14 a?os de mandato del presidente boliviano
Hasta hace apenas unas semanas, Evo Morales parec¨ªa tener Bolivia bajo su control. El presidente ind¨ªgena, tras 14 a?os en el Gobierno, pretend¨ªa perpetuarse en el poder un mandato m¨¢s, pero como dice el reconocido soci¨®logo boliviano Ren¨¦ Zavaleta en "la Francia sudamericana la pol¨ªtica transcurre entre revoluciones y contrarrevoluciones". Morales ha sido derrocado. Desde su exilio en M¨¦xico es testigo de c¨®mo la clase media no ind¨ªgena responsable de su salida ocupa ahora el poder. Su desprestigio en algunos sectores populares e ind¨ªgenas, los estratos de la poblaci¨®n que prometi¨® proteger, ha crecido a lo largo de los a?os. Muchos de ellos se sumaron a la revuelta o no defendieron a su l¨ªder hist¨®rico. El Ej¨¦rcito fue el ¨²ltimo actor en unirse al movimiento sedicioso, por oportunismo pol¨ªtico. El c¨®ctel perfecto para un final (por el momento) que una extensa producci¨®n literaria hab¨ªa avanzado.
El escritor pol¨ªtico m¨¢s famoso del ¡°proceso de cambio¡± de Morales (2006-2019) fue el vicepresidente ?lvaro Garc¨ªa Linera, autor de muchos ensayos, que, en la estela del fil¨®sofo italiano Toni Negri, exaltaban "el poder constituyente" de los trabajadores y los ind¨ªgenas bolivianos. Garc¨ªa Linera propon¨ªa "la superaci¨®n de la democracia representativa", un planteamiento que no fue recogido por la Asamblea Constituyente (2006-2008), que, en cambio, aprob¨® una Constituci¨®n en la que se mezclan el nacionalismo, el indianismo y el liberalismo, como documenta Salvador Schavelzon en El nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia.
Este Estado sustituy¨® al modelo republicano imperante en los a?os noventa, lo que implic¨® la entrada oficial de los s¨ªmbolos ind¨ªgenas ¨Ccomo la bandera wiphala¨C y de la fe animista ind¨ªgena. Estas incorporaciones provocaron la rabia de los opositores ¡°no ind¨ªgenas¡± a Morales, que, m¨¢s de un decenio despu¨¦s, y encabezados por el ferviente cat¨®lico Luis Fernando Camacho, lograr¨ªan ¡°devolver la Biblia al Palacio¡±.
Debates en torno al Estado Plurinacional
Para algunos intelectuales, el Estado Plurinacional fue un primer paso para ¡°descolonizar¡± Bolivia, es decir, para superar el racismo hist¨®rico de las clases dominantes blancas. As¨ª lo explic¨® el fil¨®sofo Juan Jos¨¦ Bautista en Cr¨ªtica de la raz¨®n boliviana.
Este esfuerzo implicaba una ¡°afirmaci¨®n positiva¡± de los ind¨ªgenas que fue calificada de racista por el indianista liberal Carlos Macusaya (Batallas por la identidad), y como un medio de subordinar a los ind¨ªgenas al Estado por Silvia Rivera, la m¨¢s importante soci¨®loga boliviana viva. La autora consideraba a Morales "un desarrollista imbuido de un prop¨®sito similar al de las ¨¦lites blancas: homogenizar, por medio de la expansi¨®n del capitalismo, la realidad ¡°ch¡¯ixi¡± (diversa) del pa¨ªs (Un mundo ch¡¯ixi es posible)". La diversidad amenazada por Morales consist¨ªa en la combinaci¨®n de distintas ¡°civilizaciones¡±, l¨®gicas productivas y organizativas, y formas culturales.
Debates en torno a la identidad
En 2001, el 62% de los bolivianos se identificaba como ind¨ªgena; en 2012, esta cifra baj¨® al 41%. ?Qu¨¦ estaba ocurriendo durante "el proceso de cambio" con la identidad boliviana? Muchos libros trataron esta cuesti¨®n. Verushka Alvizuri, en La construcci¨®n de la aimaridad, plante¨® que la aimara, como todas las naciones, no era natural o esencial, sino el resultado de un proceso premeditado de creaci¨®n pol¨ªtica. Desde una posici¨®n posmoderna, Javier Sanjin¨¦s critic¨® el proyecto cl¨¢sico de mezclar y uniformar a los bolivianos en El espejismo del mestizaje; y el pol¨ªtico e historiador Carlos Mesa lo defendi¨® en La sirena y el charango.
Tampoco faltaron las aproximaciones racistas: ?scar Olmedo, en Paranoia aimara, se anticip¨® una d¨¦cada a la opini¨®n que emergi¨® con gran fuerza las semanas pasadas. Pensando en las marchas ind¨ªgenas de apoyo a Morales, Olmedo escribi¨®: ¡°La caterva no solo arrastra los pies lastimosamente por las calles, tambi¨¦n lo hace con los estribillos¡ convertidos en frases fangosas, grumosas¡ No hay m¨¢s. No da para m¨¢s¡±.
Este racismo reactivo a los avances de los ind¨ªgenas fue estudiado por Rafael Loayza en Las caras y las taras del racismo. Loayza descubri¨® que los ¡°no-ind¨ªgenas castellanohablantes¡±, sinti¨¦ndose oprimidos por el Estado Plurinacional, hab¨ªan desarrollado una suerte de consciencia ¨¦tnica; un hallazgo que explica, en buena parte, la fuerza del mencionado levantamiento de las clases medias urbanas en contra de Morales.
La figura del patriarca
Durante su Gobierno, las biograf¨ªas del l¨ªder ind¨ªgena fueron legi¨®n: ¡un tal Evo, Evo¡ rebeld¨ªa de la coca, Evo, espuma de plata. Algunas eran, directamente, hagiogr¨¢ficas. El escritor Eusebio Gironda inform¨® a la prensa de que en su libro Illapa del Wiracocha, el rayo ¡°Evo es el enviado del dios Wiracocha para que ejecute lo que est¨¢ haciendo¡±.
El propio Morales dict¨® a otro de sus allegados, Iv¨¢n Canelas, Mi vida. De Orinoca al Palacio Quemado. Este libro no tuvo el ¨¦xito de Jefazo, del escritor argentino Mart¨ªn Sivak. En esta obra sobre los ca¨®ticos y caudillistas h¨¢bitos del presidente, aparece la que hoy es una sugestiva relaci¨®n, por parte del biografiado, de uno de sus sue?os: ¡°Vienen a por m¨ª y me tengo que defender. Creen que no s¨¦ qui¨¦n fue Katari¡±.
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