Scorsese
'El irland¨¦s' tiene que ver m¨¢s con William Shakespeare que con Hollywood
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No le sobra ni un minuto de metraje a la ¨²ltima pel¨ªcula de Martin Scorsese. Tal vez de esa necesidad de todos los minutos de la cinta no te das cuenta hasta la ¨²ltima parte de El irland¨¦s, una de las m¨¢s grandes pel¨ªculas que he visto en mi vida. Por supuesto, la vi en la pantalla de un cine, y no en casa. El irland¨¦s no es una pel¨ªcula para ver repantigado frente al televisor. Implora demasiado la vida como para que t¨² le devuelvas algo tan banal como tu mano unida a un mando a distancia en vez de a una pistola. Eso s¨ª, cuesta encontrar un cine donde la pongan.
El irland¨¦s tiene m¨¢s bien poco que ver con El padrino y mucho con ?rase una vez en Am¨¦rica de Sergio Leone. No solo porque tanto la ¨²ltima de Scorsese como la que acab¨® siendo, para nuestra desgracia, la ¨²ltima de Leone tengan a Robert de Niro como protagonista sino porque las dos parecen pel¨ªculas de g¨¢ngsters pero no lo son. Leone ya us¨® al c¨¦lebre sindicalista Jimmy Hoffa para conseguir un retrato ¨¦pico de la historia reciente de Estados Unidos, algo que nadie ha recordado al hablar de El irland¨¦s. M¨¢s escenas que convergen: tanto Scorsese como Leone filman a De Niro en un cementerio, pensando en la muerte. Las dos cuentan la misma historia. Cuentan el paso del tiempo. A Leone le hubiera encantado El irland¨¦s, tal vez incluso le hubiera pedido derechos.
El irland¨¦s tiene que ver m¨¢s con William Shakespeare que con Hollywood. El irland¨¦s tiene que ver m¨¢s con la desamparada vida de Elvis Presley que con la mafia. Es una pel¨ªcula sobre la soledad de un octogenario que recuerda. Es un hombre complejo. Se niega a admitir que mat¨® a su mejor amigo sin ninguna raz¨®n clara. Porque la gente en la vida comete deslealtades sin que haya una raz¨®n de peso, de eso habla esta pel¨ªcula y por eso es una obra maestra, porque habla de nosotros, los seres humanos. Claro que hay muchas escenas que ya hab¨ªamos visto antes: el asesinato en la barber¨ªa, en el coche, en el restaurante, etc. Pero Scorsese necesitaba volver a filmarlo para llegar a filmar algo que no hab¨ªa filmado nunca: la deslealtad en estado salvaje. Y vale la pena. Lo comprendes hacia la mitad de la historia, pero una vez que lo comprendes el grado de enamoramiento y emoci¨®n es tan grande que esas tres horas y media se han convertido en cinco minutos reveladores. Un hombre que se niega incluso delante de la muerte a decir la verdad, eso es abismo y misterio. Un hombre que va a ver a su hija, y lo que ve es el odio y el terror de su hija, y sigue vivo, esperando un d¨ªa m¨¢s. Un hombre que mat¨® a su amigo, pero le sigue queriendo como si no lo hubiera matado. As¨ª es la vida, rara y fuerte, rara y luminosa, rara y sin enmienda.
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