Fender contra Gibson, la verdadera batalla del rock
El sonido el¨¦ctrico del siglo XX fue definido por las guitarras salidas de dos f¨¢bricas de EE UU
Olviden la rivalidad entre Beatles y Rolling Stones: la m¨¢xima competici¨®n pop durante la segunda mitad del siglo XX enfrent¨® a dos constructores de guitarras. Leo Fender (California, 1909-1991) era sencillamente un inventor obsesivo, carente de sensibilidad para la m¨²sica. Les Paul (Wisconsin, 1915- Nueva York, 2009) ejerc¨ªa de showman: combinaba su faceta de virtuoso con una vocaci¨®n de manitas. Un libro reciente, El nacimiento del ruido (Neo Sounds), de Ian S. Port, detalla c¨®mo ambos hombres posibilitaron la expansi¨®n creativa del rock, aunque ¡ªconservadores en gustos¡ª eso fuera lo ¨²ltimo que desearan.
Las fuerzas econ¨®micas interactuaron con la tecnolog¨ªa tras la Segunda Guerra Mundial: se disgregaron muchas big bands, reemplazadas por combos m¨¢s peque?os y econ¨®micos que, para hacerse o¨ªr, necesitaban amplificaci¨®n y, tal vez, nuevos tipos de instrumentos. La guitarra el¨¦ctrica, por ejemplo, sufr¨ªa entonces por su d¨¦bil sonido y una enojosa tendencia al feedback (retroalimentaci¨®n). Se trataba de aparatosos descendientes de la guitarra ac¨²stica, con caja hueca y sonido captado por pastillas. Cada uno por su cuenta, los estadounidenses Leo Fender y Les Paul decidieron que la soluci¨®n era una guitarra de madera maciza, capaz de generar una se?al limpia y penetrante.
El autor de El nacimiento del ruido despeja las nieblas que rodean a estos primeros pasos. As¨ª, Les Paul se atribu¨ªa el papel de pionero en 1940 con El Tronco, un tabl¨®n de madera de pino al que a?adi¨® un m¨¢stil, cuerdas y una pastilla. Funcionaba, pero tambi¨¦n estuvo a punto de electrocutarle; cuando present¨® su invento en la Gibson Guitar Corporation, se rieron de ¨¦l. En verdad, la gran aportaci¨®n t¨¦cnica de Les Paul fue la grabaci¨®n multipista, base de todo el arte moderno de hacer discos.
En 1949, su amigo Bing Crosby le regal¨® un magnetof¨®n Ampex que, una vez modificado, le permit¨ªa sincronizar distintas capas de sonido (¡°pistas¡±). Su guitarra, a veces acelerada o alterada, evocaba un mundo raro, entre fino y reluciente. Con la voz (y la guitarra) de su esposa, Mary Ford, consiguieron n¨²meros uno como How High The Moon (1951) o Vaya con Dios (1952). Convertido en figura popular, Les Paul volvi¨® a las oficinas de Gibson y lleg¨® a un acuerdo. Ceder¨ªa su nombre a su nueva guitarra de cuerpo s¨®lido, a cambio de una regal¨ªa por cada instrumento vendido. Es decir, la Gibson Les Paul no era obra de su publicista, que apenas aport¨® peque?os detalles.
Pocos instrumentos tan compactos y tan hermosos de acabado como una Gibson Les Paul. Pero ten¨ªa inconvenientes: su peso ¡ªm¨¢s de cinco kilos¡ª y su alto precio. As¨ª que Leo Fender prefiri¨® competir en manejabilidad, resistencia y una modernidad que se trasladaba al dise?o, sensual y futurista, como indicaba el nombre de sus principales modelos: Telecaster (1950) y Stratocaster (1954). Mientras una Les Paul suger¨ªa tron¨ªo, una Fender transmit¨ªa informalidad californiana.
En realidad, la Fender era deudora de una guitarra esbozada por el m¨²sico country Merle Travis y materializada por el artesano Paul Bigsby (que poco despu¨¦s crear¨ªa el brazo de vibrato). Pero nadie puede discutir la inventiva de Leo Fender: a partir de 1952, logr¨® que multitud de contrabajistas se pasaran al bajo el¨¦ctrico con su soberbio Precision Bass. Sus amplificadores Fender se convirtieron en marca de referencia. Y, aunque quede fuera del tema de hoy, Leo Fender tuvo notable responsabilidad en la elaboraci¨®n del muy legendario piano el¨¦ctrico Fender Rhodes.
Resumiendo: las Fender batieron a las dem¨¢s marcas. Pensadas originalmente para m¨²sicos vaqueros en la onda de Buck Owens, se acoplaron al rock & roll (Buddy Holly) y al surf (de Dick Dale a los Beach Boys). Pero la risa va por barrios: a mediados de los sesenta, tras la adopci¨®n del blues urbano por Eric Clapton, Mike Bloomfield y otros guitarristas blancos, se revaloriz¨® la Gibson Les Paul, con su gemido denso y su tono carnoso. De hecho, se podr¨ªa afirmar que la Fender fue salvada por el prodigioso Jimi Hendrix que, usando abundantes pedales de efectos, cre¨® un arco¨ªris de sonidos que Leo Fender nunca hubiera podido imaginar.
Todas estas estrellas hacen cameos en el libro de Ian S. Port, que evita as¨ª ser una mera cr¨®nica de los altibajos de dos emprendedores exc¨¦ntricos. Aunque no faltan las historias ejemplares que recuerdan los patinazos de empresas grandes y peque?as. Leo Fender, ignorante del boom de los grupos, tem¨ªa que se acercaba el punto de saturaci¨®n del mercado. Fr¨¢gil de salud, vendi¨® su f¨¢brica al imperio de CBS, una multinacional que en pocos a?os hundi¨® la calidad de los productos Fender. Tambi¨¦n Gibson fue absorbida por un conglomerado y pas¨® momentos dif¨ªciles. Pero al menos entendieron que su reputaci¨®n en buena parte derivaba del dicharachero Les Paul, que volvi¨® a ceder su nombre a cambio de un porcentaje. El guitarrista disfrut¨® de su nuevo reconocimiento. Aunque medio sordo y artr¨ªtico, actu¨® regularmente hasta el final de sus d¨ªas.
Babelia
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