La casa de los Pel¨¢ez | Cap¨ªtulo 8: Telecomunicaciones
La convivencia en un bloque de protecci¨®n oficial genera curiosas confidencias entre c¨®mplices inesperados. Octava entrega de la novela humor¨ªstica por entregas sobre el confinamiento
Como en todos vuestros hogares, la puerta de los Pel¨¢ez tambi¨¦n se clausura en la medianoche del s¨¢bado 14 de marzo, y solo se volver¨¢ a abrir en contadas pero muy emocionantes ocasiones, ya ver¨¦is.
Se inicia ahora un per¨ªodo de estrecha convivencia no solo entre los individuos de una misma familia, sino tambi¨¦n y sobre todo entre los miembros de familias diferentes. El dise?o arquitect¨®nico de la llamada vivienda de protecci¨®n oficial suele incluir un patio interior que invita a la interacci¨®n mediante el uso compartido de cuerdas para tender la ropa, lo que fomenta la tertulia y la murmuraci¨®n. Adem¨¢s, en la ejecuci¨®n de estas obras financiadas con dinero p¨²blico, a menudo se escatiman gastos ¡ªsi es que no se distraen partidas presupuestarias completas¡ª en perjuicio de la calidad de los materiales empleados en su construcci¨®n. As¨ª, se da la paradoja de que existen m¨¢s secretos entre personas de la misma familia que entre vecinos del mismo piso o de pisos diferentes.
Adolfo y Dori, verbigracia, conocen mejor las pulsiones sexuales y los procesos digestivos de Ismael, El Pollero, y la Beti ¡ªlos vecinos del piso de arriba¡ª que los de sus respectivos c¨®nyuges. Y, si no me cre¨¦is, leed la conversaci¨®n que sin ¨¢pice de s¨¢tira sostienen los Pel¨¢ez no bien apagan la luz de la mesilla de noche para entregarse al sue?o espalda contra espalda:
ADOLFO. ?Qu¨¦ le pasa a la Beti, que lleva unos d¨ªas sin pedirle a su marido que le aplaste la pechuga con el mazo?
DORI. El pobre Ismael est¨¢ muy delicado; tiene problemas de ves¨ªcula y lleva unos d¨ªas con gases y diarrea l¨ªquida.
Iv¨¢n, que apenas s¨ª conoce el alma de su amada hermana Miriam, no es que est¨¦ al corriente de todos los asuntos de las hermanas Reineta ¡ªcuyo cuarto est¨¢ separado del suyo por un fino muro tabiquero¡ª, pero s¨ª sabe que cuando la madre se marcha a limpiar por horas domicilios particulares, ellas, que trabajan como falsas aut¨®nomas para una p¨¢gina de alcahueter¨ªa, se despojan de sus prendas ¨ªntimas frente a la webcam y simulan alcanzar el ¨¦xtasis entre gestos procaces y palabras soeces.
Y ninguno de ellos, ni Dori ni Adolfo ni Miriam ni Iv¨¢n, sabe tampoco que el abuelo mantiene una comunicaci¨®n tan fluida como secreta con el heroico capit¨¢n Ripoll, un jubilado de la marina mercante que vive con su hija y su yerno justo en el bloque de enfrente. Cuando las sombras de la noche se ciernen sobre la ciudad, los dos ancianos, vali¨¦ndose de sendas linternas de pila de petaca, intercambian se?ales luminosas en c¨®digo Morse, cuyo alfabeto aprendieron al comienzo de sus carreras profesionales; Ripoll como telegrafista del buque La Moreneta y el abuelo Pel¨¢ez como cabo primero de la Guardia Civil, encargado de las telecomunicaciones en la comandancia de Formentera.
Es el heroico capit¨¢n Ripoll quien esa noche, la primera del confinamiento, le comunica a su compadre que durante su discreta guardia matutina ha sorprendido a su nieta, a Miriam, entrando en su cuarto, y que la ha visto esconder debajo del colch¨®n una memoria USB (que en c¨®digo Morse se escribe: ..- ¡ -¡).
Ah¨ª lo dejo
- Pueden leer aqu¨ª los cap¨ªtulos 1, 2, 3 , 4, 5 ,6 y 7 de la serie.
Ma?ana, cap¨ªtulo 9: Chantaje
Antonio Orejudo es escritor. Autor de Ventajas de viajar en tren, recientemente adaptada al cine, sus ¨²ltimos libros son Los cinco y yo (Tusquets, 2017) y Grandes ¨¦xitos (Tusquets, 2018).
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