La casa de los Pel¨¢ez | Cap¨ªtulo 12: Cuesti¨®n de Estado
El asesor de la Casa Real llega al domicilio de la familia a explicarlo todo. Duod¨¦cima entrega de la novela humor¨ªstica por entregas sobre el confinamiento
Os preguntar¨¦is c¨®mo se las ingeni¨® Germ¨¢n L¨®pez, de L¨®pez&L¨®pez, Asesores de La Corona, para cumplir su amenaza y acceder al domicilio de los Pel¨¢ez. Pues bien, os sorprender¨ªa saber hasta d¨®nde llegan los tent¨¢culos del Estado y el uso, no siempre recto, que da a los numerosos datos que almacena de nosotros.
Cuando al final del d¨ªa, los Pel¨¢ez vuelven a llamar a Telepizza en cumplimiento del pacto alcanzado con el abuelo, la llamada es interceptada y derivada a Germ¨¢n L¨®pez, que est¨¢ teletrabajando en el discurso que rey Felipe tiene pensado dirigir a la naci¨®n. Cuarenta y cinco minutos despu¨¦s ya est¨¢ presionando el telefonillo de los Pel¨¢ez y anunci¨¢ndose torticeramente como el repartidor de la pizza. Va pertrechado con un traje amarillo de protecci¨®n integral y escafandra de dos filtros, y lleva en la mano la caracter¨ªstica caja, falsificada por los servicios secretos del Estado.
Dispuesto como est¨¢ a ejercer su autoridad recurriendo si es necesario a la coacci¨®n o al uso de violencia, a L¨®pez le resulta sorprendente, pero muy grata, la c¨¢lida acogida que le dispensan los Pel¨¢ez.
¡ªAhora comprendemos su insistencia en venir ¡ªle confiesa Dori¡ª. El v¨ªdeo es muy delicado. Por favor, si¨¦ntese y qu¨ªtese la escafandra.
¡ªNo, gracias, prefiero dej¨¢rmela puesta.
¡ª?Una cerveza y unas patatas fritas?
¡ªNo, gracias. He venido a lo que he venido.
¡ªAqu¨ª est¨¢ el pendrive ¡ªse lo muestra Dori¡ª. ?D¨®nde est¨¢ mi amado Juanfran?
¡ªEn cuanto los servicios secretos del Estado comprueben que no se han hecho r¨¦plicas, el se?or don Juanfran quedar¨¢ en libertad.
¡ªLa verdad es que hab¨ªamos pensado hacer una copia y vend¨¦rsela por un pastizal a Eduardo Inda, jejeje ¡ªle suelta Adolfo.
¡ªLos medios de comunicaci¨®n son un poder del Estado. Nos preocupan m¨¢s las redes sociales.
¡ªPues nosotros pensamos ¡ªdice Iv¨¢n¡ª que el v¨ªdeo aumentar¨ªa la simpat¨ªa del pueblo por la Corona. Deber¨ªan difundirlo.
¡ªDiscrepo; pero en todo caso, su patri¨®tica observaci¨®n llega demasiado tarde. Todo eso sucedi¨® en 2012.
¡ª?No fue en 2012 cuando se rompi¨® el rey la cadera en Botsuana? ¡ªle pregunta Dori.
¡ªNo, se?ora. Ya lo ha visto, usted: Su Majestad se rompi¨® la cadera perreando en una discoteca de Moralzarzal que sol¨ªa frecuentar en su tiempo de ocio, tal es su campechan¨ªa. Fue idea de un servidor ocultar la verdad a la opini¨®n p¨²blica y construir el falso relato del safari en la lejana Botsuana. Relato falso, pero m¨¢s apropiado a su noble rango. Entre provocar la simpat¨ªa del pueblo con un v¨ªdeo indigno de un rey y despertar el odio con el relato de un aristocr¨¢tico safari africano, juzgu¨¦ preferible lo segundo, y me lo invent¨¦ todo. Ciertamente Su Majestad tuvo que abdicar en su hijo; pero su prestigio ha quedado intacto entre las monarqu¨ªas europeas. Nosotros las asesoramos a todas ellas.
¡ª?Y lo de ponerse una camiseta de con el nombre CORONAVIRUS?
¡ªHasta los reyes se comportan a veces como cr¨ªos. Una inocente bromita, producto de su afici¨®n al juego de palabras o calambur. En 2012 hubiera sido chiste inofensivo, pero hoy har¨ªa temblar los cimientos de La Casa¡ En fin¡ Son ustedes muy simp¨¢ticos y yo me estoy sofocando con esta escafandra. ?Sigue en pie esa cervecita?
Ma?ana, 13. Desenlace
Antonio Orejudo es escritor. Autor de Ventajas de viajar en tren, recientemente adaptada al cine, sus ¨²ltimos libros son Los cinco y yo (Tusquets, 2017) y Grandes ¨¦xitos (Tusquets, 2018).
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