El Sant Jordi m¨¢s raro de la historia
Las editoriales independientes ponen en pr¨¢ctica en las redes su visi¨®n relajada de la jornada con menos directos y m¨¢s brindis
Leo Bassi con el cuello rodeado de rollos de papel higi¨¦nico enteritos en homenaje a Miguel de Cervantes, en una versi¨®n c¨®mica, confinada y mullida de su lechuguilla, esa prenda que rodeaba el cuello del escritor, da el pistoletazo de salida, desde su cuenta de Twitter, al D¨ªa del Libro m¨¢s raro de la Historia. Son las 11 de la ma?ana y, aunque las majors, esto es, las grandes editoriales, ya hace hora y media que est¨¢n en marcha, haciendo madrugar a sus escritores, como era costumbre en un Sant Jordi sin encierros, para encontrarse con sus lectores, este a?o, de forma virtual, las indies apenas andan desperez¨¢ndose.
Inicio mi paseo digital por el Instagram de Impedimenta, que no, no tiene directos, pero eso no impide que puedas ver a un hier¨¢tico Mircea Cartarescu, un Mircea Cartarescu cada vez m¨¢s parecido al Jim Carrey de Kidding, decirle a la c¨¢mara de su tel¨¦fono en un perfecto e inquietante espa?ol que ¡°cuando una puerta se cierra, otra se abre¡±. Puesto que lo que ocurre ya ocurri¨®, es decir, es un v¨ªdeo grabado, se elimina el factor estr¨¦s por no llegar a tiempo, algo que, durante la jornada, voy a darme cuenta de que forma parte del esp¨ªritu con el que las indies afrontan el D¨ªa del Libro.
Porque, s¨ª, recuerdo de todos estos a?os en que la calle no estaba prohibida, que mientras los autores y las jefas de prensa de los grandes grupos corr¨ªan de un lado a otro, sorteando atascos y las firmas de ¨²ltimo momento, los indies y los suyos se tomaban la jornada tan relajadamente como les era posible, d¨¢ndose se cita en lugares a los que, quienes llegaban, lo hac¨ªan para pasar un buen rato. Estoy pensando, por ejemplo, en la terraza cautiva del Antic Teatre, en las que se firmaban y vend¨ªan libros, pero sobre todo se charlaba y se brindaba mucho.
Y eso es lo que pasa ahora en el mundo virtual. Que editores como los de Males Herbes, peque?o sello dedicado al fant¨¢stico en catal¨¢n, fingen que el mundo no se ha detenido desde su cuenta de Twitter y narran una jornada de Sant Jordi habitual ¨C hasta las compras que han hecho cuando han abandonado por un momento la parada, por ejemplo, el XTC69, de Jessica Campbell ¨C y de paso recuerdan que acaban de estrenar nueva web, su parada de este a?o. En Twitter tambi¨¦n veo a Eug¨¨nia Broggi brindar en formato videollamada con sus dos secuaces en L¡¯Altra Editorial.
Isabel Obiols, editora en Anagrama, tambi¨¦n cuelga una foto parecida, en la que pueden verse incluso Jorge Herralde y su mujer, Lali Gubern, en mitad de una constelaci¨®n de caras que, dice, no se han querido perder el vermut de Sant Jordi. Es mediod¨ªa y en la cuenta de Filmin, Albert Serra est¨¢ hablando de Thomas Pynchon. Dice que nunca lo ha le¨ªdo. Que a ¨¦l quien le gusta es Stendhal. Lleva gafas de sol. Dice que el cine no le ha ense?ado nada, que todo se lo ha ense?ado la literatura.
Decido pasarme por Casa Blackie, el espacio que Blackie Books cre¨® para hacer m¨¢s llevable la cuarentena. Me digo que habr¨¢n ideado algo para el d¨ªa de hoy. Solo encuentro cosas de d¨ªas pasados. Le pregunto a Jan Mart¨ª, su editor, por qu¨¦. Dice que hoy prefieren guardar silencio y leer y preparar otras cosas para los d¨ªas en que no haya tanto ajetreo virtual. Me digo que eso viene siendo un poco lo que ocurre con las indies en Sant Jordi, que se apartan para que no las aplaste la maquinaria de las majors.
Porque el D¨ªa del Libro es para amantes de los libros, pero no solo para ellos. Para ellos, el D¨ªa del Libro es cada d¨ªa. Quiz¨¢ por eso hoy solo lanzan mensajes de esperanza e insisten en el papel clave de las librer¨ªas en cuanto termine el confinamiento pero tambi¨¦n durante, y tienden la mano a sus lectores con iniciativas l¨²dico contemplativas. N¨®rdica, por ejemplo. Deja que veamos c¨®mo firman libros sus ilustradores. Y nos invita a escribir relatos de 1.250 caracteres protagonizados por libreros que participar¨¢n en el Primer Concurso de Relatos Libreros.
¡°Ya hemos recibido 30¡±, dice el editor Diego Moreno. Sigue siendo mediod¨ªa. Vuelvo a Twitter y descubro que la librer¨ªa Calders ha puesto su cuenta en manos de diez escritores, que han estado tuiteando durante toda la ma?ana, y respondiendo a las preguntas de lectores y clientes de la librer¨ªa. Uno es Gonzalo Torn¨¦, que no espera a que le pregunten, pregunta ¨¦l. Cosas como ¡°?Qu¨¦ libro os da m¨¢s rabia no haber comprado antes del confinamiento?¡±. Solo tiene una respuesta. Qui¨¦n sabe d¨®nde andar¨¢n los lectores.
Lo complicado del vasto universo virtual es que es pr¨¢cticamente infinito, pero esa es tambi¨¦n su ventaja. Que pueden ser las ocho de la tarde y estar siguiendo en directo ¨C ahora s¨ª ¨C la lectura del Quijote, pero no la oficial, sino una alternativa, en la que todas las vocales han sido sustituidas por la i. Ha sido idea de la librer¨ªa humor¨ªstica La Llama, que ha conseguido completar unos delirantes seis primeros cap¨ªtulos del Quijiti Di Li Minchi y contar con hasta 170 lectores, en su mayor¨ªa, entusiastas clientes, y con 37.000 espectadores reci¨¦n terminado. Sin duda, el D¨ªa del Libro m¨¢s raro de la Historia.
Babelia
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