El regreso de la ind¨®mita Edna St. Vincent Millay, la poeta de los locos a?os 20
Una nueva antolog¨ªa reivindica a la ganadora del premio Pulitzer en 1923, que se erigi¨® en estandarte de la mujer moderna
Edna St. Vincent Millay (Maine, 1892- Nueva York, 1950) estaba lista para vivir con intensidad los locos a?os veinte y lo advirti¨® en uno de sus versos m¨¢s c¨¦lebres. ¡°Mi vela arde por ambos cabos¡±, arranca el cuarteto ¡®Primer fruto¡¯, publicado el mismo a?o en que se inauguraba la d¨¦cada, y tres antes de que Millay se alzara con el Premio Pulitzer de Poes¨ªa en 1923. Fue la tercera mujer en conseguirlo, pero para muchos era como si fuera la primera por su gran popularidad, y porque ella representaba algo radicalmente distinto.
Liberada y talentosa, dram¨¢tica y fr¨ªvola, osada y fiestera, se alz¨® como la voz de su generaci¨®n
A un ritmo tan fren¨¦tico como el del foxtrot esta menuda pelirroja, liberada y talentosa, dram¨¢tica y fr¨ªvola, osada y fiestera, se alz¨® como la voz de su generaci¨®n. Musa y princesa coronada en la verdadera bohemia del Greenwich Village neoyorquino, entre su larga lista de amantes y pretendientes de ambos sexos figuran desde Djuna Barnes hasta el poeta nicarag¨¹ense disc¨ªpulo de Rub¨¦n Dar¨ªo, Salom¨®n de la Selva. Otro de sus muchos enamorados y gran protector ¡ªa pesar de que Millay rechaz¨® su proposici¨®n de matrimonio¡ª, el cr¨ªtico Edmund Wilson, ya advert¨ªa en 1926 que la poeta pod¨ªa ¡°morir de ¨¦xito¡±. ?l la ayud¨® a marchar a Europa proponi¨¦ndole que siguiera escribiendo desde all¨ª para Vanity Fair.
Millay, contempor¨¢nea de Robert Frost, fue ampliamente le¨ªda y respetada, todo un fen¨®meno de masas cuyos dram¨¢ticos y apasionados recitales fascinaban al p¨²blico. Pero ¨¦sta dotada sonetista qued¨® durante unas cuantas d¨¦cadas relegada, como si fuera una hermana postiza de esa modernidad m¨¢s abstracta y conmovedoramente despegada de T. S. Eliot y los suyos. En sus versos Millay no tem¨ªa ser exuberante, desafiante y tambi¨¦n indiferente, como las caprichosas hero¨ªnas de Scott Fitzgerald: ¡°Amor terminar¨¦ por olvidarte¡±, escribe. ¡°Si me encandilas con tu mejor mentira, / responder¨¦ con la promesa m¨¢s hermosa¡±.
La recuperaci¨®n de Millay empez¨® en EE UU en 1992 al celebrarse el centenario de su nacimiento, y no se ha detenido desde entonces. Ahora, la edici¨®n biling¨¹e Edna St. Vincent Millay. Antolog¨ªa po¨¦tica, publicada por Lumen en una edici¨®n compilada y traducida por Ana Mata Buil, se suma al volumen Un palacio en la arena, reunido y traducido por Andr¨¦s Catal¨¢n en Harpo Libros hace dos a?os, y a otra selecci¨®n en catal¨¢n de Marcel Riera que sali¨® en Quaderns Crema.
En sus versos no tem¨ªa ser exuberante, desafiante y tambi¨¦n indiferente, como las caprichosas hero¨ªnas de Scott Fitzgerald
Como apunta Buil en las notas del pr¨®logo, la reivindicaci¨®n de Millay ha rescatado su contribuci¨®n al feminismo de principios del siglo XX y ha puesto en valor su ¡°modernismo sentimental¡±, subrayando la relaci¨®n de sus versos con los de sus coet¨¢neos. ¡°Su poes¨ªa era muy personal, directa y poco complicada; en ocasiones se implic¨® en causas sociales y pol¨ªticas de tendencia progresista; llevaba una vida de mujer libre que no escond¨ªa¡±, escribe Bui.
El frecuente uso de la primera persona llev¨® a muchos a pensar que sus versos eran confesiones. ¡°Si hablamos sin tapujos, como ahora se me antoja, / ?qu¨¦ puedo ser salvo ramera y monja?¡±, reza su poema ¡®La mujer que cantaba en la linde del bosque¡¯. Su agitada vida contribuy¨® a que su biograf¨ªa pesara m¨¢s que su obra. La imagen de ¡°poeta desatada, bisexual y aventurera, y adicta a la morfina¡± acab¨® por ocultar sus versos y la capacidad que ten¨ªa ¡°de trasladar, a trav¨¦s de lo mundano, el dolor de una ruptura a un soneto¡±, como apunta la ensayista Kate Bolick.
La poeta ven¨ªa de una familia de valientes mujeres. Su madre, a quien ella menciona en sus versos y que siempre aliment¨® sus inquietudes art¨ªsticas, se divorci¨® del fr¨ªvolo Henry Millay y sac¨® adelante a sus tres hijas, trabajando como enfermera. Edna llevaba por segundo nombre el del hospital donde naci¨®, y aunque sus primeras incursiones en el arte iban dirigidas a la m¨²sica acab¨® volcada en la literatura. Public¨® sus primeros poemas en 1906 en revista juveniles y logr¨® formarse en las universidades de Vassar y Barnard. Con su primer libro en 1917 arranc¨® su fulminante ascenso. Adem¨¢s de poes¨ªa escribi¨® teatro y una serie de relatos sobre la bohemia del West Village que public¨® con el pseud¨®nimo Nancy Boyd.
Tras sus a?os en Europa, de vuelta en EE UU se cas¨® con Eugen Jan Boissevain, un holand¨¦s heredero de un magnate de la prensa y viudo de una feminista, con quien se traslad¨® al campo y siempre mantuvo una relaci¨®n abierta. En un accidente de tr¨¢fico la poeta se despe?¨® por un barranco y eso le dej¨® secuelas, dolores y la adicci¨®n a la morfina. Cuando Hitler avanzaba con sus tropas, abandon¨® el pacifismo y escribi¨® versos propagand¨ªsticos.
Nancy Mitford se?ala en su biograf¨ªa de Millay que ella encarn¨® el estandarte de la moderna New Woman (nueva mujer). Despojada de cualquier cors¨¦, apuraba con descaro la vida. Calificada de ¡°moderna entre los modernos¡±, no han faltado quienes la se?alan como una posmoderna avant la lettre que usaba la representaci¨®n y el espect¨¢culo, defend¨ªa sin tapujos la bisexualidad, y coqueteaba con el travestismo, usando a veces su segundo nombre, Vincent.
Como escribi¨® en el cuarteto 'Primer Fruto¡¯ su vela, esa que ard¨ªa por ambos cabos, no durar¨ªa la noche entera pero convengamos con Millay: ¡°?Qu¨¦ luz tan preciosa da!¡±.
Babelia
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