Fascinaci¨®n por Las Drogas
El universo audiovisual ha sido invadido por narcos, adictos y consumidores recreativos
Como a todos, la emergencia me ha lanzado a los brazos de las plataformas del streaming: de soluci¨®n ocasional han pasado a recurso diario. Un tanto asombrado por lo que veo, he terminado llenando un cuaderno con mis descubrimientos de pardillo. No ha sido el menor de mis asombros la omnipresencia de pel¨ªculas, series, documentales sobre Las Drogas (y perm¨ªtanme las capitulares para no entrar ahora en la necesaria taxonom¨ªa sobre las substancias prohibidas).
?El morbo por Las Drogas? Nada nuevo: una de las primeras pel¨ªculas de Edison, a finales del siglo XIX, se llamaba Chinese Opium Den. El fil¨®n desapareci¨® con la implantaci¨®n del C¨®digo Hays, que acotaba el territorio prohibido a Hollywood. Hasta que Otto Preminger desafi¨® el veto en 1955 con El hombre del brazo de oro (recuerden, Sinatra como baterista de jazz). Paradigma de esas narraciones que llamamos ¡°Mi infierno con Las Drogas¡±, aunque hoy nos parezca pacata: ni siquiera se especifica si Frankie se inyecta hero¨ªna o ¨Cmuy popular entre antiguos soldados- morfina.
La irrupci¨®n de la contracultura en Hollywood permiti¨® categorizar los estupefacientes. Easy Rider (Buscando mi destino) (1969) comenzaba con los protagonistas vendiendo unos kilos de coca¨ªna a un ricach¨®n (encarnado por Phil Spector). Una tesis, que circul¨® en aquel momento, suger¨ªa que el periplo de Peter Fonda y Dennis Hopper estaba maldito desde el momento en que recurr¨ªan a la ¡°caspa del diablo¡±.
Unos prejuicios desconocidos en el presente, cuando los proveedores pueden ser estudiantes aventajados (C¨®mo vender drogas online), amas de casa (Weeds) o un apocado profesor de qu¨ªmica (Breaking Bad). Tampoco estamos ante un vicio urbano o espec¨ªficamente bohemio: alcanza al mundo rural y atrae desde tiburones de Wall Street a la clase m¨¦dica. Tiene presencia en los cinco continentes: buena parte de la excelente ZeroZeroZero transcurre en ?frica.
Las Drogas prosperan en el audiovisual. Y me intrigan los motivos. Hago una ronda de llamadas a amigos que pueden hablar con conocimiento de causa. Un antiguo camello, ahora reciclado en empresario de restauraci¨®n, afirma que son manjar seductor: ¡°Por muchos Trainspotting que hagas, no puedes competir con el glamur de Corrupci¨®n en Miami. Da lo mismo que al final atrapen a los narcos: lo que queda es la sensaci¨®n de que all¨ª hay lujo y promiscuidad. ?Y qui¨¦n se resiste?¡±.
El turno de un abogado que trabaja en el mundillo: ¡°Antes, parec¨ªa obligatorio un desenlace catastr¨®fico, sobredosis o eliminaci¨®n. Ahora, las ficciones son m¨¢s realistas. No siempre terminas convertido en adicto ni las experiencias son necesariamente negativas. Tony Soprano evita entrar en el bisnes tras evaluar los riesgos pero luego vive un formidable viaje alucin¨®geno".
?Y qu¨¦ cuentan los antiguos consumidores? ¡°Si eres medio listo, sabes que en alg¨²n momento deber¨¢s dejarlas. Interfieren en tu vida y, en t¨¦rminos de calidad, suelen ser una estafa. ?Las series? Para los que est¨¢n v¨ªrgenes en esos asuntos, funcionan como placebos; para los dem¨¢s, son suced¨¢neos de experiencias. Supongo que sus guionistas saben de lo que hablo, han tomado decisiones similares. Bienvenidos al club¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.