Novelar para rectificar
La ¨²ltima prueba de la inteligencia de la autora de ¡®Estupor y temblores¡¯ es una pirueta: escribir un libro entero para corregir el anterior
Am¨¦lie Nothomb ha publicado 27 novelas en 28 a?os. La marca no es extra?a en el ¨¢mbito de la francofon¨ªa -pensemos en Georges Simenon o en Patrick Modiano-, pero s¨ª en el de las letras en espa?ol, donde solo C¨¦sar Aira se atreve a someter a semejante prueba la fidelidad de sus lectores y editores. Nothomb aterriz¨® en Espa?a en el cat¨¢logo de Circe, pero hace a?os que Anagrama, con Sergi P¨¤mies como traductor de cabecera, es la encargada de seguirle el ritmo a la escritora belga, que regresa cada primavera, como las aves migratorias, para entregar las poco m¨¢s de 100 p¨¢ginas del manuscrito correspondiente.
El sello que dirige Silvia Ses¨¦ en Barcelona va siempre una novela por detr¨¢s del parisiense Albin Michel, que en agosto del a?o pasado ya public¨® Soif, con Jesucristo como protagonista. El ¨²ltimo nothomb espa?ol -con fecha de abril pero reci¨¦n distribuido debido al coronavirus- es Los nombres epicenos, una novela que desde el t¨ªtulo juega con esos sustantivos que pueden usarse tanto en femenino como en masculino. Ya saben: v¨ªctima, ¨¢guila o persona. O, como los personajes del libro, Claude y Dominique, que se casan y tienen una hija llamada, por supuesto, Epic¨¨ne en homenaje a la comedia hom¨®nima de Ben Johnson.
La ventaja de publicar un libro al a?o es que las variaciones sobre un mismo tema parecen deliberadas, no un error. De hecho, Los nombres epicenos tiene mucha relaci¨®n con Golp¨¦ate el coraz¨®n, el nothomb de hace un a?o. Tanta relaci¨®n que podr¨ªa ser su versi¨®n corregida. Los dos son historias de padres y madres que odian a sus hijas -un tema tab¨² para casi todo el mundo salvo para Fleur Jaeggy-, pero solo el segundo intento alcanza la concentraci¨®n necesaria para que el relato no se disperse, algo nefasto en una obra tan breve. ¡°La estupidez consiste en querer concluir¡±, reza la cita de Flaubert que Am¨¦lie Nothomb incluy¨® casi al final de Golp¨¦ate el coraz¨®n. Ella nunca ha tenido problemas ni para concluir ni para empezar (y el comienzo de Los nombres epicenos es magistral). Con una facilidad pasmosa, construye delante de nuestros ojos f¨¢bulas que en manos de alguien menos inteligente -o que no saliera en la cubierta de sus libros- resultar¨ªan inveros¨ªmiles. No es el caso. La ¨²ltima prueba de la inteligencia de la autora de Estupor y temblores es una pirueta: escribir una novela entera para corregir la anterior.
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