?Qu¨¦ fue del sargento Steiner?
Una secuela cinematogr¨¢fica de ¡®La Cruz de Hierro¡¯ muestra al c¨¦lebre personaje de James Coburn encarnado por Richard Burton y combatiendo en Francia en 1944
El valiente, c¨ªnico y definitivamente descre¨ªdo feldwebel (sargento) Steiner, Rolf Steiner, protagonista de la pel¨ªcula La Cruz de Hierro (1977), de Sam Peckinpah, donde lo encarnaba James Coburn, es uno de los personajes emblem¨¢ticos del cine b¨¦lico, concretamente del dedicado a la II Guerra Mundial. Recientemente ese correoso antih¨¦roe, antimilitarista pese a manejar el subfusil MP40 Schmeisser y las granadas de palo como un virtuoso, ha quedado incluso finalista de una apa?ada encuesta de la revista Icon sobre el soldado alem¨¢n con m¨¢s pedigr¨ª de la contienda (gan¨® el teniente Christian Diestl de Marlon Brando en El baile de los malditos).
La vida de Steiner parec¨ªa concluir abruptamente al final de La Cruz de Hierro (adaptaci¨®n de una novela del alem¨¢n Willi Heinrich), en medio de un bombardeo ruso mientras el sargento arrastraba hacia el coraz¨®n de la batalla al criminal arribista y ansioso de condecoraciones capit¨¢n Stransky (Maximilian Schell), un arist¨®crata prusiano, para ense?arle ¡°d¨®nde crecen las cruces de hierro¡±, en una de las escenas m¨¢s recordadas de todo el g¨¦nero, a la altura del final de El puente sobre el r¨ªo Kwai, el inicio de Salvar al soldado Ryan, el salto en moto de Steve McQueen en La gran evasi¨®n, el berrinche de Hitler de El hundimiento o el combate con el tanque Tigre en Fury, por poner solo algunos ejemplos.
Cu¨¢l no ha sido mi sorpresa al descubrir una secuela (¡°no oficial¡±) de la pel¨ªcula, sobre la que me he lanzado con la avidez de un Stuka
Pensando que ah¨ª acababa la peripecia del rebelde e indisciplinado soldado alem¨¢n (a lo Porta de Sven Hassel, pero con clase), cu¨¢l no ha sido mi sorpresa al descubrir una secuela (¡°no oficial¡±) de la pel¨ªcula, sobre la que me he lanzado con la avidez de un Stuka. El filme, de 1979 y dirigido por Andrew McLagen, se titula Cerco roto, en ingl¨¦s Breakthrough y en alem¨¢n (la producci¨®n es originalmente de Alemania del Oeste) Steiner - Das Eiserne Kreuz, 2. Teil (Steiner- La Cruz de Hierro, 2? parte).
Les advierto ya de entrada que no es muy buena. Y eso que el reparto resulta sobre el papel de campanillas: Richard Burton como Steiner, Curd J¨¹rgens como el general alem¨¢n Hofmann, Robert Mitchum como el coronel estadounidense Rogers y Rod Steiger como el mando directo de este, el general Webster (un hombre al que no le han de faltar palabras). La secuela no tiene ya nada que ver con la novela original (1955), que, por cierto, no se titulaba La Cruz de Hierro sino La carne paciente, por la mortificada carne de los soldados, claro.
Tras el ¨¦xito de la pel¨ªcula fue reeditada como La Cruz de Hierro, y as¨ª se titula en la edici¨®n espa?ola de editorial In¨¦dita (2008). La novela, que quer¨ªa mostrar la vida del soldado alem¨¢n com¨²n, estaba basada en las experiencias b¨¦licas reales del autor, Heinrich, en un regimiento J?ger (cazadores) en el Frente del Este. Para su personaje de Steiner el novelista se bas¨® en un suboficial de su batall¨®n, Johann Schwerdfeger (1914-2015), que gan¨® en la pen¨ªnsula de Taman la Cruz de Caballero, la exclusiva condecoraci¨®n de grado superior a la Cruz de Hierro, y luego consigui¨® las hojas de roble para la medalla en la ruptura de la bolsa de Hube. La novela es bastante pl¨²mbea y falta de acci¨®n, con ese estilo caracterizado por la (l¨®gica) falta de entusiasmo y de ¨¦pica y el elevado sentido de la tragedia y de la culpa, que ha sido propio de la forma alemana de abordar la Segunda Guerra Mundial, en la literatura y el cine, desde su derrota.
Implicado en el atentado contra Hitler
El argumento de Cerco roto, m¨¢s all¨¢ de reencontrarnos con un personaje que es como un viejo amigo, resulta muy deslavazado. Al inicio del filme encontramos a Steiner inesperadamente vivito y coleando en el Frente del Este en mayo de 1944 en medio de otra ofensiva sovi¨¦tica con profusi¨®n de tanques T-34, de los que destruye uno a brazo. Al sargento, al que le vuelven a mermar el pelot¨®n, le conceden un permiso y se marcha a Par¨ªs, donde se encuentra otra vez, en la terraza de un bar, intimando con una rubia colaboracionista horizontal, a Stransky, ascendido a mayor, aunque sin Cruz de Hierro, como no deja de observar maliciosamente Steiner, que adem¨¢s le levanta a la chica (al avejentado Burton se le ve poco capaz de levantar nada m¨¢s). Stransky tampoco es el Maximilian Schell original, sino Helmunt Griem (el bar¨®n Max de Cabaret).
Se produce el desembarco de Normand¨ªa. El d¨ªscolo y deslenguado Steiner se ve implicado en la conjura del 20 de julio cuando el general Hofmann le encarga hacer de intermediario con los estadounidenses para una paz separada una vez hayan eliminado a Hitler. El contacto ser¨¢ Mitchum, que le lanza a Steiner: ¡°?Desde cu¨¢ndo se env¨ªa a un sargento a negociar una rendici¨®n?¡±. A lo que ¨¦ste contesta en una de las pocas r¨¦plicas ingeniosas de la pel¨ªcula: ¡°Desde que el jefe es un cabo¡±.
Lo peor de la pel¨ªcula, si exceptuamos la m¨²sica y el avance de los tanques de Mitchum (modelos Patton M47 y M48 de despu¨¦s de la guerra), es Burton
Tras el fracaso del atentado, Steiner forma parte de las fuerzas alemanas que defienden un pueblo del avance aliado y que manda Stransky -de nuevo ¨¦l- sin consideraci¨®n ninguna con la poblaci¨®n civil, al rev¨¦s que nuestro sargento que es un hombre de conciencia capaz de salvar tanto ni?os rusos como ancianos franceses. Lo peor de la pel¨ªcula, si exceptuamos la m¨²sica y el avance de los tanques de Mitchum (modelos Patton M47 y M48 de despu¨¦s de la guerra), es Burton, que con 54 cascados a?os parece un miembro de la Volkssturm, el ej¨¦rcito de viejos y ni?os, m¨¢s que un arrojado suboficial de la Wehrmacht, y atraviesa la pel¨ªcula como si no se creyera nada de lo que ocurre a su alrededor y no supiera que hacer con la Schmeisser.
Cuando est¨¢ mejor es con el casco de acero que le tapa bastante la cara. Y mira que Burton tiene buenos papeles de la Segunda Guerra Mundial (mi favorito el de Amarga victoria, de Nicholas Ray, tambi¨¦n con J¨¹rgens), y entre ellos de alem¨¢n, de verdad (el mayor Kappler de las SS de Muerte en Roma) o de mentira (el supuesto oficial de tropas alpinas de El desaf¨ªo de las ¨¢guilas y el del Afrika Korps de Comando en el desierto). La pel¨ªcula, muy confusa, carece de la garra de Peckinpah, de la virulencia de su predecesora y de escenas dram¨¢ticas para el recuerdo como la masacre del pelot¨®n de Steiner o el sexo oral con final infeliz del soldado nazi.
Secundarios de lujo
Cerco roto tiene sin embargo pese a sus pegas atractivos como que salga de secundario (muy secundario, hace de sanitario sin nombre) Christoph Waltz, famoso nazi malo de Malditos bastardos -lo que es un indudable ascenso-, y tambi¨¦n, en otro papelito, Joachim Hansen como el capit¨¢n Kistner. Hansen es conocido como encarnaci¨®n can¨®nica de oficial alem¨¢n en pel¨ªculas de los a?os cincuenta y sesenta. Fue nada menos que el as de caza Hans Marseille en el biopic del aviador La estrella de ?frica (1957). Luego el mariscal Jodl en Vientos de guerra, la miniserie sobre la novela de Herman Wouk, y el capit¨¢n Baumann, el malogrado ingeniero de explosivos de Robert Vaughn en ?El puente de Remagen! Asimismo ha sido Stauffenberg y Prien. Probablemente la m¨¢s feliz coincidencia es que Hansen aparec¨ªa, haciendo de Obergrupenf¨¹hrer de las SS, en otra notable pel¨ªcula de guerra cuyo protagonista era tambi¨¦n un audaz soldado alem¨¢n apellidado Steiner: el coronel de paracaidistas Kurt Steiner de Ha llegado el ¨¢guila. Es de justicia destacar en Cerco roto al ¨²nico actor que repite de La Cruz de Hierro, Klaus L?witsch, uno de los camaradas de Steiner, el unteroffizier Kruger.
Valga para despedir la secuela la desencantada frase de Rod Steiger en la pel¨ªcula: ¡°Lo que yo quer¨ªa hacer es historia, y no una chapuza¡±
En realidad, en lo que ¨²nico que se asemejan el Steiner de James Coburn y el m¨¢s bien lamentable de Richard Burton, que parece estar pensando m¨¢s que en la Wehrmacht en la t¨²nica sagrada o en Cleopatra, es la gorra. Llevan ambos la gorra M 43 Feldm¨¹tze para suboficiales (que le queda tan estupendamente a Coburn como fatal a Burton), y, por supuesto, la Cruz de Hierro de primera y segunda clase.
Hay que reconocerle a Cerco roto alg¨²n m¨¦rito en el intento de, como su antecesora, conseguir el m¨¢ximo realismo en los detalles militares. En un momento aparece incluso una columna de Kettenkrad, motocicletas con orugas, y las condecoraciones que lleva Steiner son sin duda las can¨®nicas para un soldado como ¨¦l: aparte de la Cruz de Hierro, insignias de asalto de infanter¨ªa, de destrucci¨®n de tanques (2), de herido en batalla, y broche de combate cuerpo a cuerpo en oro.
En fin, valga para despedir la secuela la desencantada frase de Rod Steiger en la pel¨ªcula: ¡°Lo que yo quer¨ªa hacer es historia, y no una chapuza¡±. Como Steiner sale vivo de Cerco roto a¨²n nos queda la esperanza, aparte de que regrese a los brazos de Senta Berger, de volver a verle un d¨ªa (con otra cara, por favor), luchando en las Ardenas o defendiendo Berl¨ªn, siempre valiente, siempre esc¨¦ptico¡
Babelia
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