Muere el compositor Ennio Morricone a los 91 a?os
El italiano, creador de melod¨ªas como las de 'El bueno, el feo y el malo', 'La misi¨®n' o 'Cinema Paradiso', est¨¢ considerado como uno de los mejores m¨²sicos de la historia del cine. Hura?o y genial, el m¨²sico, que compuso la banda sonora de m¨¢s de 500 filmes, dej¨® una nota de despedida
La banda sonora del siglo XX italiano qued¨® escrita para siempre cuando recibi¨® el encargo para componer la m¨²sica de Novecento, la epopeya de Bernardo Bertolucci sobre las dos Italias. Pero Ennio Morricone (Roma, 1928-2020), sin propon¨¦rselo, hab¨ªa construido en aquella ¨¦poca el retrato sonoro de un paisaje cinematogr¨¢fico donde el mundo pudo volver miles de veces m¨¢s, aunque las luces de la sala se hubieran encendido ya. La madrugada de este lunes, el compositor dej¨® de vivir a los 91 a?os. Le acababan de conceder el Premio Princesa de Asturias, poco despu¨¦s de anunciar su retirada de los escenarios y con su movilidad algo complicada. Hasta que sufri¨® un accidente dom¨¦stico hab¨ªa seguido trabajando en su casa con vistas a la romana plaza de Venezia para seguir construyendo un universo que, como siempre dijo, le hab¨ªa salvado de la guerra. Hace apenas un a?o se interrogaba sobre la naturaleza del m¨¢s all¨¢. Tambi¨¦n en esto el maestro podr¨¢ ahora encontrar algunas respuestas.
Morricone dej¨® ayer escrita su propia necrol¨®gica, que arrancaba con ¡°Yo, Ennio Morricone, he muerto¡±.¡±Solo hay un motivo para despedirme as¨ª y tener un funeral privado: no quiero molestar¡±, dec¨ªa tambi¨¦n. El compositor, algo furtivo en los ¨²ltimos a?os, no amaba los protocolos innecesarios y pod¨ªa ser un dolor de muelas para un entrevistador o una visita no suficientemente anunciada. Las prevenciones de su entorno sol¨ªan ser siempre infinitas y el inventario de reportajes fallidos, largu¨ªsimo. El maestro ten¨ªa un car¨¢cter de mil demonios, el mismo que le hizo mandar al infierno a Quentin Tarantino cuando consider¨® que usaba de forma caprichosa sus temas en pel¨ªculas como Malditos bastardos o Django desencadenado. Pero como con el cineasta, con quien se reconcili¨® y firm¨® la apote¨®sica m¨²sica de Los odiosos ocho ¡ªaquel arranque de la diligencia avanzando a trav¨¦s de la nieve¡ª, terminar¨ªa siendo luego mucho m¨¢s amable y cercano de lo que su leyenda de hombre hura?o hac¨ªa presagiar.
Una de aquellas advertencias habituales, la de que el maestro no compon¨ªa bandas sonoras sino m¨²sica para cine, era la ¨²nica que su propia obra jam¨¢s desminti¨®. Precoz compositor y estudiante atento de pentagramas en el conservatorio romano de Santa Cecilia, fue disc¨ªpulo del compositor contempor¨¢neo Goffredo Petrassi, de quien aprendi¨® la ¡°m¨²sica absoluta¡±, Morricone flirte¨® con la improvisaci¨®n y el jazz desde Gruppo di Improvisazione Nuova Consonanza, la banda de vanguardia fundada en 1964 por Franco Evangelisti y a la que se uni¨® dos a?os despu¨¦s. Una escuela cuyos ecos eran todav¨ªa rastreables en los cucos, silbidos, sintetizadores, chillidos u ocarinas que us¨® para algunas de sus piezas cinematogr¨¢ficas. Una versatilidad que le sirvi¨® tambi¨¦n para acompa?ar a leyendas del pop como Mina, ejerciendo de arreglista en temas como Se telefonando.
La m¨²sica cinematogr¨¢fica de Morricone, a diferencia de la de otros compositores contempor¨¢neos como Nino Rota, representaba un elemento en s¨ª mismo. Aut¨®noma de relatos prefabricados, ins¨®litas peticiones del oyente o leyes de mercado, abraz¨® una filosof¨ªa de trabajo que le permiti¨® construir una relaci¨®n con el cine a trav¨¦s de m¨¢s de 500 filmes. ¡°Funciona si es buena y ya est¨¢. Se puede unir a cualquier realidad, pero no supone la realidad misma, sino un imaginario aparte. Posee una funci¨®n complementaria a cada cinta y puede justificar la obra como un todo, pero de manera independiente. Representa esa abstracci¨®n de lo que no se dice y no se ve en el filme. Y as¨ª debe funcionar¡±, explicaba aludiendo a un cierto ideal wagneriano (Gesamtkunstwerk u obra de arte total).
Hoy, le gustase al maestro o no, es imposible separar su m¨²sica de las im¨¢genes. Volver una y otra vez al desierto de Tabernas (Almer¨ªa) donde Sergio Leone, compa?ero de aventuras desde que compartieron pupitre en la escuela, rod¨® El bueno, el feo y el malo (1966) o Por un pu?ado de d¨®lares (1964). O al v¨¦rtigo del cochecito de beb¨¦ subiendo pesadamente las escaleras de la estaci¨®n central de Nueva York antes del tiroteo final de Los intocables de Eliot Ness (1987). Tambi¨¦n a trav¨¦s de la monumental epopeya que sobre la Italia del siglo XX rod¨® Bertolucci con Novecento, un enorme retrato de un pa¨ªs siempre partido en dos, el sur y el norte, tambi¨¦n entre los violentos rescoldos del fascismo y el vigor comunista m¨¢s vibrante de la Europa occidental; o la celebrada banda sonora de Cinema Paradiso, cinta que ahora se repone en cines espa?oles.
Morricone, a quien siempre le hubiera gustado trabajar con Pedro Almod¨®var m¨¢s all¨¢ de la ??tame! que hicieron juntos en 1989, no aceptaba encargos concretos. Mandaba al cuerno a quien le ped¨ªa melod¨ªas conocidas, remedos sonoros de grandes compositores o, como hab¨ªa hecho Tarantino antes de desatar su c¨®lera, convert¨ªa en mera comparsa de acompa?amiento lo que hab¨ªa escrito. Desarroll¨® al principio una t¨¦cnica muy depurada para evitar discusiones o debates est¨¦riles sobre sus partituras: mandaba su obra justo cuando la pel¨ªcula estaba terminando de producirse. ¡°A veces tan solo un mes antes del estreno. El director no ten¨ªa siquiera la opci¨®n de rechazarla. Muchos necesitaban acostumbrarse, a veces mis obras eran un golpe inesperado¡±, cont¨® hace unos meses a este peri¨®dico. Con los a?os, esa artima?a dej¨® de ser necesaria porque algunos directores, como Sergio Leone, llegaron a rodar pel¨ªculas como Por un pu?ado de d¨®lares a partir de la m¨²sica ya escrita.
Los compases pol¨ªticos de Morricone siempre se expresaron de forma sutil. Apoy¨® a Matteo Renzi cuando este emprendi¨® un proceso de reformas para modernizar el pa¨ªs. Alab¨® a Barack Obama cuando quiso construir un Estados Unidos m¨¢s justo a trav¨¦s de un sistema sanitario universal. Y critic¨® a Trump, a su manera, cuando supo que uno de sus grandes amigos del alma y compa?eros de viaje le hab¨ªa apoyado. ¡°Respeto la opini¨®n de Clint Eastwood, pero con Trump no estoy de acuerdo¡±.
La relaci¨®n con EE UU siempre se consum¨® a distancia. Algunos creen que la Academia que otorga los Oscar no le perdon¨® jam¨¢s que decidiese no cambiar nunca su amada Roma por los bulevares y autopistas de Los ?ngeles, como hicieron tantos colegas de profesi¨®n que abrazaron rutinariamente las estatuillas doradas. No lo logr¨® por la imponente m¨²sica de La misi¨®n (1986), ni siquiera tampoco por ?rase una vez Am¨¦rica (1984), aunque muchos dijesen que fue porque se entreg¨® fuera de plazo. Morricone gan¨® su primer Oscar hace cuatro a?os, por la m¨²sica de Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino. En 2007, hab¨ªa recibido el galard¨®n honor¨ªfico de la Academia de Cine. A sus 87 a?os, subi¨® al escenario ovacionado, recogi¨® la estatuilla y dio las gracias a su esposa, Mar¨ªa, por soportar su ¡°ausencia¡±. Hoy la sensaci¨®n es m¨¢s aguda y se extender¨¢ por todo el mundo a medida que pasen las horas. Su m¨²sica seguir¨¢ sonando cada vez que su nombre desaparezca de los t¨ªtulos de cr¨¦dito.
Babelia
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