Ennio Morricone: ¡°No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ el m¨¢s all¨¢. Esperemos que est¨¦ bien¡±
El legendario compositor recala en Espa?a para tres conciertos de su gira de despedida y repasa su carrera y su m¨²sica
Cuatro d¨ªas antes de la entrevista, el entorno de Ennio Morricone remite una hoja de ruta. ¡°Directrices¡± reza el t¨ªtulo del documento, que consta de 18 puntos para preparar la charla. Muchos rebosan de sentido com¨²n: no insistir en su vida privada o evitar ¡°las mismas preguntas, una y otra vez¡±. Tambi¨¦n se insta a periodistas que acudan a su casa a no mover muebles y otros objetos: ¡°Le enfadar¨¢ de verdad¡±. Algunos consejos, en cambio, resultan m¨¢s sorprendentes: ¡°Mucha gente pregunta c¨®mo dirigirse al artista. ¡®Maestro¡¯ valdr¨¢¡±. Y dos may¨²sculas aclaran que ¡°el Maestro Morricone NO hace bandas sonoras, sino m¨²sica para cine¡±. Entre tama?as advertencias, el peso del mito y su fama de gru?¨®n, mientras el tel¨¦fono suena cabe prepararse para lo peor.
Nada m¨¢s lejos de la realidad. Al otro lado, aparece un hombre encantador, al que en absoluto le preocupa c¨®mo se le llame ¡ª¡°Maestro solo es una constataci¨®n de una profesi¨®n, se usa para gente con talento y otra con mucho menos¡±¡ª o el t¨¦rmino m¨¢s apropiado para su obra: ¡°Son lo mismo. Lo que me importa es que la m¨²sica exista y tenga consistencia incluso sin el filme¡±. Casi parece inquietarle m¨¢s un asunto muy terrenal, que comenta enseguida: la crisis futbol¨ªstica de su amada Roma. ¡°Quiz¨¢s, si el portero rival se aparta, el domingo puede darse un milagro¡±, augura. Dos d¨ªas despu¨¦s, la Roma perdi¨® 1-4.
Hace dos a?os que su equipo afront¨® la despedida de su mayor leyenda, Francesco Totti. Ahora, Morricone prepara el mismo paso: una ¨²ltima gira, que recalar¨¢ el 4 de mayo en Bilbao y el 7 y 8 en Madrid, antes de un largo adi¨®s en Roma y un ep¨ªlogo en Lucca, el 29 de junio. ¡°Cumplir¨¦ 91 a?os en noviembre, me encuentro muy bien, pero, ?qu¨¦ hago? ?Contin¨²o? Imposible¡±, dice ¨¦l. Y a?ade: ¡°No fue duro decidir. Es la constataci¨®n de que, con 90 a?os, hay que parar. He hecho tantas pel¨ªculas, conciertos, m¨²sica absoluta. En un momento dado he de decir ¡®basta¡¯. He trabajado mucho, debo descansar y me permito parar. La gente quiere, y yo tambi¨¦n¡±.
A juzgar por la cantidad de aforos ya completos, no est¨¢ claro que el p¨²blico agradezca su retirada. Se va el padre de m¨¢s de 500 melod¨ªas, de La misi¨®n, Los intocables de Eliot Ness, El bueno, el feo y el malo o Novecento, uno de los mejores compositores de la historia del cine. Aunque el creador siempre recuerda que el s¨¦ptimo arte supone un cap¨ªtulo de una carrera tambi¨¦n curtida en la m¨²sica sinf¨®nica o en arreglos para canciones como Sapore di sale. Naci¨® en Roma en 1928, perdi¨® a un hermano de tres a?os, fue adolescente durante el hambre y la guerra, se diplom¨® en trompa en el Conservatorio de Santa Cecilia y se dispuso a enamorar al mundo con su m¨²sica. Si no, como ha dicho alguna vez, hubiese sido ajedrecista. Mejor as¨ª: no por nada, cuatro urbes italianas le han concedido la ciudadan¨ªa honor¨ªfica y grupos como U2, Muse o Metallica han homenajeado su arte.
Por lo menos, Morricone seguir¨¢ componiendo. Eso s¨ª, solo lo que le apetezca. Acaba de rechazar el Pinocho de Matteo Garrone, lo nuevo de Daniele Luchetti y ¡°dos filmes americanos¡±. S¨ª se ha rendido a la ¨²ltima pel¨ªcula de su amigo Giuseppe Tornatore, con el que trabaj¨® en Cinema Paradiso y en casi toda su filmograf¨ªa. Por lo dem¨¢s, el maestro quiere dedicarse a la ¡°m¨²sica absoluta, no aplicada a ning¨²n arte visual¡±.
¡°He sufrido mucho cuando he hecho cine, porque ten¨ªa que escribir una m¨²sica que estuviera bien para m¨ª y para el filme, el p¨²blico, el director o el productor. Es un ejercicio de dificultad tremenda, mis obras ten¨ªan que mantener la dignidad¡±, agrega Morricone. Cree que lo ha conseguido, que siempre entreg¨® ¡°un buen trabajo¡±, a base de luchar toda una vida, esquivando las imposiciones. ¡°Muchos cineastas quer¨ªan m¨²sica que ya conoc¨ªan o les sonara familiar porque les resultaba m¨¢s f¨¢cil aceptarla, pero yo hac¨ªa la que yo dec¨ªa¡±, aclara Morricone. As¨ª, cuando el director Flavio Mogherini le pidi¨® ¡°un Chaikovski¡±, ¨¦l contest¨®: ¡°Yo no le hago una mierda¡±. Y colg¨®. Y ante la lista de m¨²sicas que Pasolini le sugiri¨® que usara para uno de sus largos, Morricone respondi¨® que un compositor no trabaja por encargo. El director recul¨®: ¡°Estupendo, haga lo que quiera¡±.
¡°Por desgracia, la m¨²sica a menudo llegaba al final de la producci¨®n. A veces tan solo un mes antes del estreno. Era preocupante, el director no ten¨ªa siquiera la opci¨®n de rechazarla. Muchos necesitaban acostumbrarse, a veces mis obras eran un golpe inesperado¡±, recuerda el compositor. Tanto que, a medida que su icono se agrandaba, se afirm¨® el modelo opuesto: Morricone compon¨ªa antes, y el filme se adaptaba a sus notas. As¨ª lo hizo con Sergio Leone, con quien comparti¨® desde clase en primaria hasta un largo idilio creativo en el w¨¦stern. Y esas risas c¨®mplices cuando, un a?o despu¨¦s de su estreno, fueron al cine a ver Por un pu?ado de d¨®lares. A la salida, se miraron y exclamaron: ¡°?Qu¨¦ filme m¨¢s malo!¡±. Todav¨ªa hoy, Morricone la considera su peor composici¨®n.
Adem¨¢s de honesto, el creador siempre se ha definido como ¡°t¨ªmido¡±. Tal vez por eso se escondi¨® de la fama. ¡°No me dejo ver nunca, no me expongo, no voy a ciertas invitaciones. Me quedo en casa¡±, subraya. All¨ª, en su vivienda con vistas a la central¨ªsima Piazza Venezia de Roma, crea y descansa. Apenas pone m¨²sica ¡ª¡°no la escucho casi nada, ya estoy obligado a revisar la m¨ªa para dar el visto bueno a los discos¡±¡ª y alguna pel¨ªcula o partido de f¨²tbol en su televisi¨®n. Al estadio ya no va, y al cine cada vez menos: ¡°Maria [Travia, su esposa] y yo somos ancianos. Por la noche nos gusta estar en la cama¡±.
No le preocupa tampoco lo que diga de ¨¦l el p¨²blico ¡ª¡°lo que quieran, pero sin pensar en m¨ª¡±¡ª, aunque s¨ª un poco el ¨²ltimo adi¨®s. El maestro reconoce que piensa en la muerte, cree en Dios y no tiene ¡°muy claro¡± qu¨¦ hay despu¨¦s. ¡°No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ el m¨¢s all¨¢. Esperemos que est¨¦ bien¡±, suelta. Antes, a¨²n le quedan muchos retos. Y una gira final. ?O no? ¡°Yo no dir¨¦ a nadie que son los ¨²ltimos conciertos. Soy libre de hacer otros, en el futuro. Pero no quiero¡±. A no ser que cambie de idea. Decidir¨¢ ¨¦l, sin imposiciones. Como siempre.
Hollywood, Kubrick y lo que no fue
Ennio Morricone gan¨® su primer Oscar hace tres a?os, por la m¨²sica de Los odiosos ocho, de Quentin Tarantino. A sus 87, subi¨® al escenario ovacionado, recogi¨® la estatuilla y dio las gracias a su mujer, Maria, por soportar su "ausencia". Antes, hab¨ªa recibido cinco nominaciones y un premio honor¨ªfico, en 2006. El maestro cree que le falta al menos un galard¨®n, por La misi¨®n. Y la leyenda cuenta que tal vez pudo haber otro: al parecer la candidatura de ?rase una vez en Am¨¦rica fue entregada fuera de plazo.
Algunos creen que Hollywood le ningune¨® porque Morricone nunca se mud¨® a Los ?ngeles. Y eso que un estudio le ofreci¨® una villa y un productor quiso asumir los gastos para que se quedara all¨ª escribiendo. ¡°Amo Roma, la Roma, me gusta estar aqu¨ª¡±, lo explica ¨¦l.
Tambi¨¦n le hubiera encantado colaborar con Stanley Kubrick, una de las pocas espinitas de su trayectoria. Tras escuchar la banda sonora de Investigaci¨®n sobre un ciudadano libre de toda sospecha, el cineasta quiso a Morricone para La naranja mec¨¢nica. Llam¨® al compositor y este acept¨®. "Entonces Kubrick habl¨® con Sergio Leone, para pedirme 'prestado", relata. M¨¢s all¨¢ de terminar la mezcla de Ag¨¢chate, maldito, su agenda estaba libre. Pero el cineasta italiano sostuvo que Morricone estaba trabajando con ¨¦l y se neg¨®: "Yo le dije que s¨ª a Kubrick. ?Fue Leone quien dijo que no!".
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