El sujetador de Cenicienta

Cuando Jacques Tati estren¨® Playtime en 1967 se habl¨® ya de una genialidad fuera de tiempo, de un admirable suicidio comercial con sus silencios, su ausencia de di¨¢logos y su tono maravillosamente ingenuo pero de estruendosa profundidad.

Lo esencial son las peque?as historias de sus mujeres, sus interioridades y soledades, en una f¨¢bula sobre trenes rigurosamente engalanados.

Han pasado m¨¢s de 50 a?os y el alem¨¢n Veit Helmer se atreve en The bra con otra moderna pel¨ªcula muda. Una ins¨®lita coproducci¨®n entre su pa¨ªs y Azerbaiy¨¢n, ambientada entre los habitantes de un peque?o pueblo de las monta?as por donde pasa casi entre casa y casa un tren que, si los vecinos no est¨¢n r¨¢pidos, se lleva consigo de viaje las ropas tendidas de sus lugare?os. Aunque solo sea por la extra?eza y la valent¨ªa, Helmer merece un aplauso. Por si fuera poco, a?ade un punto de incorrecci¨®n pol¨ªtica y de fetichismo con la b¨²squeda por parte del maquinista de la due?a de un sujetador atrapado por la velocidad del convoy, en modo alguno supers¨®nica. Como una versi¨®n cafre, silente y sexy de La Cenicienta en tierras azerbaiyanas.

Con encuentros de comedia loca americana, tono ¨ªntimo y naif, pero irresistible, y secundarios estramb¨®ticos, The bra est¨¢ protagonizada por un inclasificable grupo de int¨¦rpretes europeos comandado por el serbio Miki Manojlovich, que empez¨® en el cine de Emir Kusturica (y he ah¨ª otro de los referentes de Helmer), la espa?ola Paz Vega y el franc¨¦s Denis Lavant, que nunca puede faltar en las pel¨ªculas m¨¢s raras del mundo.

Por momentos demasiado tenue, y con una excesiva reiteraci¨®n, The bra se disfruta, sin embargo, con la calidez de la perplejidad gracias a sus miradas furtivas y a sus gestos m¨ªnimos. Y el relato del sujetador perdido termina siendo lo de menos. Lo esencial son las peque?as historias de sus mujeres, sus interioridades y soledades, en una f¨¢bula sobre trenes rigurosamente engalanados.