T. C. Boyle: ¡°Si nada tiene sentido, ?por qu¨¦ nos empe?amos en d¨¢rselo?¡±
El escritor vuelve con ¡®Los Terranautas¡¯, otra de sus desopilantes novelas, esta vez, sobre un peculiar confinamiento
Entre 1987 y 1991 se construy¨® en el desierto de Arizona otra Tierra. En realidad, no era exactamente otra Tierra, pero intentaba parec¨¦rsele. Si nuestro planeta agonizaba, ?no podr¨ªamos, como en un relato de Ray Bradbury, mudarnos a otro? Hab¨ªa, en esa biosfera, la llamada Biosfera 2 ¡ªhoy, un pu?ado de ruinas visitables¡ª, un oc¨¦ano en miniatura, con sus olas y sus especies marinas; una selva; un manglar; tierras cultivables y hasta una zona de oficinas. La idea era que ocho seres humanos, y otro pu?ado de especies ¡ªaquello era una peque?a Arca de No¨¦, hasta los mosquitos estaban invitados¡ª, la habitaran durante dos a?os. La cosa no acab¨® del todo bien, y no solo porque los niveles de ox¨ªgeno se descontrolaron sino porque ?acaso est¨¢ el ser humano preparado para cualquier tipo de confinamiento? He aqu¨ª el punto de partida real de Los Terranautas (Impedimenta), el ¨²ltimo vodevil literario de Thomas Coraghessan Boyle, o T. C. Boyle, (Nueva York, 71 a?os), el m¨¢s cl¨¢sico y escandalosamente divertido de los escritores posmodernos.
¡°?Puedo poner eso en una camiseta?¡±, pregunta. Es por la ma?ana, y su casa en Santa B¨¢rbara, la primera que dise?¨® en California Frank Lloyd Wright, arquitecto al que tambi¨¦n dedic¨® una novela delirante, en su caso, sobre sus infortunados matrimonios ¡ªlleva por t¨ªtulo, Las mujeres¡ª, est¨¢ rodeada de niebla. ¡°Por fortuna¡±, asegura. ¡°California entera est¨¢ quem¨¢ndose menos esta peque?a parte. Si soplara un poco el viento, esto arder¨ªa en segundos. La casa entera est¨¢ hecha de madera roja¡±, explica. Lleva una chupa de cuero y una gorra sin visera. Bebe de un taz¨®n azul. Dice que le encanta que le comparen con Charles Dickens ¡ªpor el pormenorizado detalle con el que construye las desafortunadas vidas de sus personajes, siempre atravesadas por un sufrimiento desopilantemente absurdo¡ª, pero que lo que le gustar¨ªa es poder ser como Dickens en escena. ¡°?Daba la vuelta al mundo leyendo sus obras! ?Era a la vez los Rolling Stones y Fellini! ?Llenaba auditorios! Yo hoy tengo demasiada competencia¡±, dice.
En sus novelas, incluida Los Terranautas, los protagonistas cumplen sus sue?os, y en un reverso rid¨ªculo del manido sue?o americano, aborrecen haberlo logrado. O, mejor, de nada les sirve haberlo hecho. ¡°Dej¨¦ de ir a la iglesia a los 12 a?os. Un d¨ªa le dije a mi madre que aquello no ten¨ªa sentido para m¨ª, y ella me dijo que no ten¨ªa por qu¨¦ creer si no quer¨ªa. Cinco a?os m¨¢s tarde, en la universidad, ca¨ª en las redes de los existencialistas, y he sido desgraciado desde entonces. ?Qu¨¦ hacer con esa angustia? Escribir es mi manera de escapar a que nada de esto tenga sentido, y si nada lo tiene, ?por qu¨¦ nos empe?amos en d¨¢rselo?¡±, asegura. De ah¨ª que sus personajes est¨¦n siempre en guerra consigo mismos y todo aquello que les rodea, y que se dejen llevar a menudo por falsos gur¨²s ¡ªcomo en El balneario de Battle Creek¡ª que ni siquiera saben lo que est¨¢n haciendo. ¡°No dejo de darle vueltas a que no somos m¨¢s que animales que se creen otra cosa¡±, confiesa. ¡°Tenemos el mismo libre albedr¨ªo que un p¨¢jaro¡±, a?ade.
Sus personajes Ramsay, Dawn y Linda, narran en primera persona ¡ª¡°eso fue un experimento, para acercarme a¨²n m¨¢s a ellos y ver las distintas versiones que de un mismo hecho pueden darse¡±, explica¡ª la historia del tortuoso confinamiento en Los Terranautas, y se dejan llevar por el instinto. De hecho, en las novelas de Boyle, los tormentos de sus personajes tienen siempre que ver con el sexo, la comida, o el deseo de obtener cierto tipo de inalcanzable gloria. ¡°Es algo que me obsesiona. Me considero un escritor ecologista. Y alguien que ha asumido que somos animales y no podemos decidir nuestro destino. He ah¨ª el tema central de todo lo que hago. Explorar una y otra vez nuestra condici¨®n animal. En cierto sentido estamos programados para que nada sea como esperamos¡±, apunta. ¡°La evoluci¨®n no progresa como parece, es algo puramente accidental. El ser humano tiene m¨¢s conciencia de la que puede soportar. Por eso existe el arte, y las drogas y el alcohol. Porque necesitamos liberarnos de ese peso¡±, a?ade.
Alumno de John Cheever y John Irving en el m¨ªtico taller de escritura de la Universidad Iowa, y amigo de Raymond Carver, Boyle tuvo claro desde el principio que el realismo no era lo suyo. Si todo lo que hace parece un cruce entre cualquier cosa que podr¨ªan haber escrito Donald Barthelme, Thomas Pynchon o Robert Coover y el mencionado Charles Dickens es porque le¨ªa a los primeros mientras completaba su tesis sobre la literatura inglesa del siglo XIX. ¡°Tengo un don para la comedia absurda¡±, admite, y se encoge de hombros, divertido.
?Cree que Estados Unidos ha superado el realismo m¨¢s o menos c¨ªnico que se impuso tras el desv¨ªo experimental de los sesenta y los setenta? ¡°Creo que hoy en d¨ªa no hay ning¨²n tipo de escuela est¨¦tica literaria en Estados Unidos. Todo el mundo escribe lo que le viene en gana, y est¨¢ bien que as¨ª sea por fin¡±, dice. ¡°?Por qu¨¦ habr¨ªa de negarse el escritor, por adscribirse a un grupo, a utilizar todo lo que est¨¢ a su alcance?¡±, se pregunta. Para ¨¦l, escribir, ya lo ha dicho, es ¡°como so?ar despierto¡±, dice. ?Y qui¨¦n querr¨ªa so?ar despierto y no divertirse? ¡°No es eso. Es que me gusta re¨ªrme de las cosas horribles, es una manera de apartarlas de mi camino¡±, concluye.
Un relato "salvaje" sobre la covid-19
En 'Los Terranautas', los primeros en notar los efectos del confinamiento son los primates. Por supuesto, los humanos tambi¨¦n lo notan, pero de una forma un tanto m¨¢s sofisticada. ?La novela hubiera sido distinta de haberla escrito despu¨¦s de haber sufrido ¨¦l mismo el confinamiento de estos meses? ¡°Por supuesto, ?habr¨ªa sido a¨²n peor!¡±, contesta. ¡°Ahora s¨¦ lo que es no poder salir de casa, y tener miedo de todo aquel con el que te cruzas¡±, a?ade. Sin embargo, adicto como es a la escritura, escribe cuatro horas al d¨ªa, y siempre est¨¢ escribiendo algo, ¡°soy muy r¨ªgido, entrego dos novelas y luego un libro de cuentos, que escribo entre las novelas, como una manera de dejar que lo que leo en el peri¨®dico se convierta tambi¨¦n en ficci¨®n¡±, dice. Boyle no ha podido evitar escribir ya su propio relato sobre la Covid-19: ¡°Lo hice a finales de febrero, antes incluso de que nos confinaran. Depende de c¨®mo avance el tema de la vacuna se publicar¨¢ antes de que se edite el libro, el pr¨®ximo a?o¡±, dice. Porque puede, como todo lo que hace, ser demasiado salvaje. ?El t¨ªtulo? 'El d¨¦cimo tercer d¨ªa'.
Babelia
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