Juan Mart¨ªnez repasa la historia del arte a trav¨¦s del retrato
El artista muestra en M¨¢laga por primera vez su ¨¢gora: un millar de rostros pintados sobre p¨¢ginas de El PA?S
En el ¨¢gora, el coraz¨®n de la ciudad, las personas cruzan cada d¨ªa sus miradas pero apenas se reconocen, son rostros an¨®nimos cubiertos por m¨¢scaras que ocultan su verdadera identidad. Es decir, sus pensamientos, sus intenciones. El pintor Juan Mart¨ªnez ha plasmado su visi¨®n ¡°de la humanidad, de la plaza p¨²blica, de la pol¨ªtica, del arte y de la historia¡± en un millar de retratos que se muestran por primera vez este jueves en las salas del Rectorado de la Universidad de M¨¢laga. Mart¨ªnez (Navas de San Juan, Ja¨¦n, 79 a?os) se embarc¨® en esta ambiciosa aventura en 2014 en lo que ¨¦l llama su ¡°a?o sab¨¢tico¡±. Encerrado en su estudio de Senarclens, un peque?o pueblo cerca de Lausana (Suiza), el artista decidi¨® aparcar sus ¨®leos de gran formato y sus esculturas para iniciar esta serie de retratos tras frustrarse una exposici¨®n que ten¨ªa prevista en el Museo Benaki de Atenas.
¡°La crisis econ¨®mica que sufri¨® Grecia hizo que se suspendiera una amplia muestra sobre mi obra en el Benaki, as¨ª que se me ocurri¨® pintar sobre las p¨¢ginas de EL PA?S, el peri¨®dico espa?ol que siempre he le¨ªdo en Suiza, para que todo cupiera en una maleta y abaratar as¨ª el transporte. Pens¨¦ que era una aventura fant¨¢stica y que no costar¨ªa nada moverla. Aunque al final esa exposici¨®n no se hizo¡±, recuerda Juan Mart¨ªnez en M¨¢laga este martes, mientras repasa el montaje de la muestra ?gora de los mil rostros.
En el paseo entre facciones esquem¨¢ticas, apenas apuntes, vanitas, rostros hier¨¢ticos o miradas inquietantes que cuestionan al espectador, pueden reconocerse algunos retratos. ¡°Lo que yo he retratado realmente son ideas, la visi¨®n de la calle, de la plaza p¨²blica a la que todos acudimos cada d¨ªa con un disfraz para que nadie reconozca nuestras verdaderas intenciones. Aparecen personajes de nuestro tiempo, como Angela Merkel, Barack Obama, Pedro S¨¢nchez o una fusi¨®n de los rostros de Hitler y Aznar, los he pintado porque est¨¢n ah¨ª, no porque les tenga simpat¨ªa ni antipat¨ªa¡±, explica el artista, que se form¨® en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, ciudad a la que emigr¨® su familia, y despu¨¦s estudi¨® Bellas Artes en Lausana, donde reside desde 1965.
Este millar de retratos apareci¨® publicado en 2018 en el libro Agora des mille (Editorial Till Schaap) y un centenar de ellos se mostraron ese mismo a?o en la Universidad de Ja¨¦n, pero hasta ahora no hab¨ªa podido verse la serie completa. En la exposici¨®n, que estar¨¢ abierta hasta el 27 de noviembre, el artista transita tambi¨¦n por la historia del arte e incluye referencias al barroco, el Renacimiento, la Bauhaus, el arte africano, el surrealismo, el expresionismo¡ ¡°Est¨¢n hechos en el suelo, de rodillas, y sin una idea predeterminada. Era lo que sal¨ªa del pincel en cada momento¡±, confiesa el pintor que solo ha incluido en su ¨¢gora a un artista: Antonio L¨®pez aparece reconocible sobre la leyenda ¡°El sol de los membrillos¡±.
¡°Me lo present¨® Juana Mord¨®, con quien ten¨ªa una gran amistad, hace muchos a?os en Madrid. Es un tipo estupendo, como artista y como ser humano¡±, aclara Mart¨ªnez, quien tambi¨¦n confiesa su admiraci¨®n por Jos¨¦ Guerrero.
El artista jiennense, m¨¢s conocido internacionalmente que en Espa?a, tiene obra en el Guggenheim de Nueva York y ha expuesto, entre otras ciudades, en Lausana, Estocolmo, Berl¨ªn, Lisboa, Z¨²rich, Ginebra, Venecia, Teher¨¢n, Madrid o Sevilla.
¡°La idea de estas obras parte de los retratos de El Fayum [retratos naturalistas sobre tabla que cubr¨ªan el rostro de las momias en la provincia romana de Egipto]. Creo que todos tenemos un repertorio de caras distintas en nuestro armario y cada d¨ªa escogemos cu¨¢l ponernos¡±, explica Mart¨ªnez, mientras se detiene ante una de sus muchas vanitas y reflexiona sobre c¨®mo la idea de la muerte es algo que deber¨ªamos aceptar de forma m¨¢s natural porque ¡°empezamos a morir el d¨ªa que nacemos¡±.
Babelia
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