Mondrian en la March
El maestro de la abstracci¨®n vuelve a la Fundaci¨®n, esta vez en su plena forma fantasmal: una exposici¨®n concebida para la web
En 1982, inesperadamente, Mondrian llegaba a Madrid, a la Fundaci¨®n Juan March para ser m¨¢s precisos, un lugar lleno de sorpresas por esos a?os; el sitio donde era posible encontrarse con los vanguardistas menos conocidos en un Madrid oscuro y ansioso de novedades que muchos conocimos, gobernado por una generaci¨®n de artistas figurativos que, pese a encontrarse frente a un abstracto, se quedaban hechizados con este personaje maravilloso y extra?o, tan mal pintor como artista brillante.
Fue una sorpresa para todos verle de cerca: Mondrian a la mano por un tiempo prolongado. Y un placer. Las obras de Mondrian poseen esa belleza rara que se escapa a las descripciones; el atractivo fantasm¨¢tico ¡ªdec¨ªa Barthes sobre la esencia de la foto¡ª que convierte cada obra del neerland¨¦s en un acontecimiento. Los que no le conoc¨ªan descubrieron una nueva pasi¨®n. Los que le hab¨ªamos visto en alguno de los viajes familiares, tuvimos la ocasi¨®n de volver a las salas de la March ¡ªinfinitas veces¡ª para disfrutar del prodigio en los cuadros expuestos.
Sobre todo, miramos hasta comprender c¨®mo Mondrian es un artista deslumbrante; a la vez despojado y lleno, igual que las historias de su mentora espiritual y te¨®sofa, Helena Blavatsky, conocida como Madame Blavatsky. Tal vez por esa esencia escurridiza, a Mondrian se le aprecia en lo leve de su peso con los a?os, porque hay dos Mondrian: el que se mira frente a frente y el reproducido; el artista brillante y el mal pintor, con esas superficies que, de un modo muy pensado ¡ªnada en Mondrian se deja al azar¡ª, apenas cubre la pintura. Me lo comentaba hace tiempo un conocido historiador de Am¨¦rica Latina: tras a?os de mirar los cuadros del neerland¨¦s en las revistas, se quedaba sorprendido ante la factura imperfecta de sus pinceladas. Por esa naturaleza suya contradictoria y fantasmal se aprende a amarle m¨¢s si cabe.
Ahora Mondrian vuelve a la March, esta vez en su plena forma fantasmal: una exposici¨®n concebida para la web. Es una estrategia inteligente de jugar con la b¨²squeda de un formato que no aspira a lo imposible: mostrar en vivo lo que requiere del paseo f¨ªsico, de la presencia. Y nadie m¨¢s adecuado que Mondrian para el malabarismo teos¨®fico, para el recorrido espectral por la vida y obra de este artista que, en el regreso radical a aquella exposici¨®n de 1982, nos convierte en espectrales. No ser¨¢ la t¨ªpica virtualizaci¨®n, sino im¨¢genes-narraciones, juegos mondrianescos de alta y baja cultura y, sobre todo, un baile entre fantasmas literal. No faltar¨¢ el jazz o el boogie-woogie, inspirador del famoso ¨®leo del neerland¨¦s. Es la vuelta de tuerca a las exposiciones digitales que por primera vez me parecen digitales y no el premio de consolaci¨®n de las muchas visitas a los museos desde la virtualidad. Ap¨²ntense al baile de fantasmas en la p¨¢gina web. Mondrian ha vuelto a la March.
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