Mario Gas: ¡°Parece como si la raza humana viviera en un punto de evoluci¨®n muy cafre¡±
El actor y director adapta al teatro ¡®Pedro P¨¢ramo¡¯, de Juan Rulfo, y pide ¡°buscar amor y solidaridad¡± para salir de esta
Mario Gas (Montevideo, 73 a?os) nos cita junto a su casa, en la madrile?a chocolater¨ªa San Gin¨¦s. Su mascarilla oculta que este hombre que iba, por su aspecto, para Orson Welles, ha adelgazado tanto como Adele, la c¨¦lebre cantante enflaquecida. Cuando ya se despoja del disfraz actual, su risa tambi¨¦n es otra. Est¨¢ contento este actor, doblador, director teatral. Su montaje Pedro P¨¢ramo, de Juan Rulfo, acaso la novela m¨¢s potente del siglo XX en espa?ol, constituye un ¨¦xito en el espacio Arrabal de las Naves de Matadero, en Madrid. Un drama que ocurre entre fantasmas cuyos numerosos personajes son representados, multiplic¨¢ndose, por los actores Vicky Pe?a y Pablo Derqui, como en una met¨¢fora de este tiempo confuso. Todos parecemos ahora parte de un drama como el que sufre Juan Preciado, el joven cuya madre manda a Comala a buscar a su padre, Pedro P¨¢ramo.
Pregunta. La obra de Rulfo tiene que ver con esta realidad pospuesta, fantasmal, que estamos viviendo, ?no le parece?
Respuesta. Totalmente. Y existe la misma incertidumbre diaria, y respecto del futuro. ?Es esta una situaci¨®n real? ?Qu¨¦ es cierto, qu¨¦ no lo es? Preguntas que tienen que ver con la propia novela de Rulfo¡ Ha sido una traslaci¨®n al teatro muy dif¨ªcil, pero la hemos vivido con un entusiasmo profundo, tranquilo. Mes y medio de intenso ensayo para no despistarnos con este texto tan dif¨ªcil. La adaptaci¨®n de Pau Mir¨® es muy buena, muy fiel a la obra, con licencias para adaptarla a otro g¨¦nero sin perder sustancia. Podr¨ªa haberse adaptado para una versi¨®n paisaj¨ªstica con 40 actores, todos los personajes que van saliendo en esta fantasmagor¨ªa, pero ha hecho una versi¨®n para dos oficiantes, dos narradores que nos cuentan y se van sumergiendo a lo largo de la historia. Les dije una frase de Valle Incl¨¢n: ¡°Esto es como una conversaci¨®n de los muertos sobre los vivos¡±. Adem¨¢s, estos vivos ni siquiera saben si est¨¢n vivos o ya han muerto. Hay una l¨ªnea de fantasmas llena de capas. Aparece todo: la geograf¨ªa, la desolaci¨®n de Comala, el caciquismo, el amor, la muerte, ese surrealismo de Bu?uel, esa atm¨®sfera de Tirano Banderas.
P. Imposible abstraerse de esta realidad del a?o veinte del siglo 21¡
R. Es lo que pasa con las grandes obras: trascienden la ¨¦poca, la an¨¦cdota. Toda esta extra?eza de un mundo descolocado sigue perpetu¨¢ndose y todo lo que ocurre es perfectamente trasladable al actual estado de ¨¢nimo. Esta realidad que vivimos parece ficci¨®n, todo se confunde aun siendo tan real.
P. ?Este tiempo le ha convertido en otra persona?
R. Ser¨ªa estupendo decir que todo lo que est¨¢ ocurriendo nos ha hecho reflexionar y que todos saldremos mejores o modificados, porque hemos entendido un poco el mensaje. Lo dudo. A nivel individual, acaso, pero a nivel colectivo es dif¨ªcil. En m¨ª ha habido una especie de recogimiento al reducir mi actividad. Pens¨¦: saquemos algo de esta historia, tom¨¦moslo en serio, d¨¦monos cuenta de que los valores son ahora otros. Pero alrededor se ve que la econom¨ªa se antepone a la salud, surgen los atolondramientos. Unos se ven despose¨ªdos de lo poco que ten¨ªan y otros acumulan, se quejan y pasan por encima de lo que deber¨ªa ser el inter¨¦s general. No se vislumbra el final; podemos salir muy mal o muy bien si aprendemos la lecci¨®n. Como dice el economista Santiago Ni?o Becerra, es posible que al capitalismo le queden 50 a?os, pero mientras tanto puede ser terror¨ªfico. Han reventado la sanidad p¨²blica, lo que nos contaban no se correspond¨ªa con la realidad, los recortes econ¨®micos han ido en contra de las necesidades¡ Da much¨ªsimo miedo. Tengo esas sensaciones, pero hay una que lo inunda todo: hay que continuar, sigamos.
P. Ahora da la sensaci¨®n de que se puede volver a los a?os treinta del siglo XX, en Europa y en el mundo.
R. Europa hizo una declaraci¨®n que no ha cumplido y se ha convertido en un enorme mercado. Me parec¨ªa adecuado lo que dec¨ªa Pasqual Maragall de la Europa de los pueblos¡ Ahora Europa est¨¢ enfrent¨¢ndose a s¨ª misma. En Espa?a se produce un espejo de amplificaci¨®n, en el que se contempla a la derecha resurgir con unos talantes tremendos, beligerantes. Produce pavor pensar que todo aquello puede volver a ocurrir, como si la memoria no nos alertara contra las actitudes autoritarias extremas, que por lo que observo no son iguales en un extremo que en el otro. Todo se junta con el cambio clim¨¢tico, con las epidemias o con las pandemias. Todo est¨¢ tan mezclado y es tan oscuro. La informaci¨®n cada vez es m¨¢s copiosa, pero tambi¨¦n m¨¢s manipulada y manipulable.
P. Y el odio parece que se abre paso.
R. El odio, el miedo, la testosterona¡ Circula un v¨ªdeo de la despedida de Pepe Mujica de la pol¨ªtica. Pas¨® por todo lo peor, pero dice a los j¨®venes: ¡°No tengo odio¡¡±. Hay mucha gente que debe pensar de d¨®nde le viene el odio. Seguramente, de una situaci¨®n de privilegio o de alienaci¨®n inducida, que es lo peor que puede ocurrir en una sociedad, que ese odio se convierta en violencia y la violencia en masacre. Todo esto te hace preguntarte si es que estamos a¨²n en un estado muy primitivo, en el que seguimos como si hubiera que eliminar al que no piensa como nosotros.
P. A veces parece m¨¢s real Pedro P¨¢ramo que lo que pasa en Espa?a.
R. S¨ª, la gente tiene que concienciarse. Fallan cosas muy fuertes, como la solidaridad, el bien com¨²n, el respeto al contrario¡ Buscar el amor, el sosiego. Y en ello la palabra, el teatro, la cultura tienen mucho que decir. En medio de las normas y la prudencia hemos dejado escapar una ocasi¨®n para poder concitar a los que se dedican a la cultura para que hubiera una explosi¨®n de encuentros, con el p¨²blico bien delimitado. ?Qu¨¦ pena que no aprendamos, de Francia, por ejemplo, donde tienen problemas tan graves como los nuestros, a cuidar m¨¢s este sector tan productivo y fundamental para la vida, la salud mental y espiritual del pa¨ªs! A veces parece que los pol¨ªticos, los poderes f¨¢cticos, se niegan a actuar para que el mundo sea mejor, como si la raza humana estuviera todav¨ªa en un punto de evoluci¨®n muy cafre, porque a la m¨ªnima saltan los impulsos exterminadores, llenos de odio.
Babelia
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