Legionarios de Ner¨®n, de safari en el coraz¨®n de ?frica
Valerio Manfredi recrea la aventura hist¨®rica de la expedici¨®n romana del siglo I en busca de las fuentes del Nilo
La nueva novela de Valerio Massimo Manfredi Antica Madre (Grijalbo, 2020) es un asombroso totum revolutum en el que se mezclan centuriones romanos, gladiadores, aventuras en el coraz¨®n de ?frica, combates entre legionarios y guerreros negros, fieras salvajes, conspiraciones imperiales (la conjura de Pis¨®n), flecos de la guerra de Troya, la sibila del Atlas, la tumba de Alejandro Magno, el faro de Alejandr¨ªa, el incendio de Roma, un tesoro y hasta la teor¨ªa de la Eva mitocondrial, la mujer africana de la que toda la humanidad es descendiente. Manfredi toma el hecho hist¨®rico de la expedici¨®n enviada por Ner¨®n en el siglo I, alrededor del a?o 60, en busca de las fuentes del Nilo y lo recrea para alumbrar una trama tumultuosa y acelerada en la que no faltan una historia de amor y petting latino entre un centuri¨®n h¨¦roe de guerra y una amazona negra y el hallazgo de un misterioso hipogeo decorado con millares de colmillos de elefantes.
No es la primera vez que este ins¨®lito episodio de la historia de Roma llega a la ficci¨®n: en 2005 el madrile?o Le¨®n Arsenal lo cont¨® en su novela La boca del Nilo (Edhasa) donde enviaba un contingente de un millar de legionarios, incluidos pretorianos y un centenar de jinetes hispanos, junto a una escultural emisaria de los reyes de Meroe y sacerdotisa de Isis, a buscar las m¨ªticas fuentes del gran r¨ªo. Pero Manfredi, que env¨ªa a su vez de safari a 200 legionarios a los que se sumar¨¢n luego pretorianos (que no falten), reviste la historia con su peculiar h¨¢lito ¨¦pico y la adoba con ecos de H. Ridder Haggard (Ella), de las historias de Tarz¨¢n de Edgard Rice Burroughs y de El coraz¨®n de las tinieblas de Joseph Conrad.
¡°Buscaba un texto de S¨¦neca sobre la naturaleza y los terremotos en sus Cuestionas naturales¡±, explica Manfredi en una entrevista por videoconferencia, ¡°y en el Libro 6 de la obra encontr¨¦ la sensacional referencia a la expedici¨®n: ¡®He o¨ªdo decir a dos centuriones¡¯, escribe S¨¦neca ¡®que Ner¨®n C¨¦sar, apasionado por todas las cosas bellas y especialmente por la verdad, mand¨® a buscar las fuentes del Nilo; que habiendo recorrido largo camino, favorecidos por el Rey de la Etiop¨ªa y recomendados a los reyes inmediatos, quisieron penetrar m¨¢s y llegaron a inmensos pantanos¡¯¡±. El novelista destaca el final del texto de S¨¦neca sobre el asunto. ¡°Es extraordinario por su precisi¨®n: ¡®Ah¨ª, me dijeron, vimos dos pe?ascos, de los que ca¨ªa un r¨ªo inmenso. Que ¨¦ste sea el nacimiento o un afluente del Nilo, que brote en aquel punto o no haga otra cosa que reaparecer despu¨¦s de una carrera subterr¨¢nea, ?no crees que esta agua no viene de alguno de esos grandes lagos de que he hablado?¡¯. Parece que S¨¦neca lleg¨® a hablar con los centuriones que encabezaron la expedici¨®n, y que esta lleg¨® a las fuentes. La descripci¨®n tiene todo el aspecto de ser de las cataratas Murchison, el desag¨¹e del lago Victoria, en Uganda¡±.
Un rinoceronte y un okapi
¡°Resulta incre¨ªble que soldados romanos hicieran los 6.000 kil¨®metros hasta las fuentes del Nilo y regresaran, ?es formidable!¡±, se exclama Manfredi. ¡°Habr¨¢n visto en un momento pr¨ªstino la sabana, las Monta?as de la Luna¡¡±. En la novela se asombran especialmente con un pigmeo, una jirafa, un rinoceronte, gorilas y un okapi. ?C¨®mo pudieron alcanzar un objetivo que luego permaneci¨® como grial de la exploraci¨®n, inconquistable, hasta el siglo XIX con los exploradores victorianos? ¡°El caso es que lo lograron. Yo imagino que pudieron disponer de obras geogr¨¢ficas de la biblioteca de Cartago, saqueada por Escipi¨®n y regalada al rey de Nubia. Ah¨ª se guardaban los secretos de los viajes de cartagineses y fenicios¡±.
Manfredi fabula que los romanos debieron emplear barcos ligeros desmontables -como hizo mucho tiempo despu¨¦s la expedici¨®n de rescate de Gordon Pach¨¢,- con los que franquearon las seis cataratas del Nilo, de Asu¨¢n a Jartum, y luego los pantanos de Sud¨¢n (¡°la gran ci¨¦naga¡±). ¡°No pod¨ªan ir a pie de Alejandr¨ªa al lago Victoria, los nav¨ªos eran la ¨²nica posibilidad¡±. Por supuesto dilucidar hoy ese itinerario es muy complejo. ¡°La topograf¨ªa del mundo antiguo es muy dif¨ªcil, todo ha cambiado much¨ªsimo, el paisaje es otro¡±. El autor de Alexandros no cree que se puedan hacer descubrimientos arqueol¨®gicos que iluminen la expedici¨®n, de la que tambi¨¦n dio noticia someramente Plinio. ¡°Es pr¨¢cticamente imposible, son dos mil a?os, y en ?frica tropical nada se conserva mucho tiempo¡±.
De la observaci¨®n de que Antica Madre tiene un punto de El coraz¨®n de las tinieblas con romanos -se presagia lo que ser¨¢n para el ?frica Negra el tr¨¢fico de esclavos y la sed europea de riquezas-, admite la influencia, reconoce su admiraci¨®n por la obra de Conrad y subraya la necesidad de que los libros de entretenimiento y aventuras tengan ambici¨®n literaria.
Misteriosa guerrera negra
Y del hecho de que una mujer, Varea, la misteriosa guerrera negra, sea la protagonista (con el centuri¨®n Furio Voreno), se?ala que no es por correcci¨®n pol¨ªtica sino ¡°porque me inspiro en una realidad, la de las sociedades matriarcales africanas y la teor¨ªa de que descendemos de una l¨ªnea gen¨¦tica que arranca con una mujer, la madre de todas las madres¡±.
?Ad¨®nde ir¨¢ ahora Manfredi, literariamente hablando? Ya llev¨® a los romanos a China en El imperio de los dragones, novela de la que, apunta, le han comprado los derechos cinematogr¨¢ficos. ¡°Acabo de finalizar mi nueva novela, Cuarenta d¨ªas, sobre el tiempo que, seg¨²n la tradici¨®n, estuvo Jesucristo en la tierra despu¨¦s de resucitar. ?Qu¨¦ hizo tanto tiempo? La historia la narra un demonio, un punto de vista diferente; interesante ?no?¡±.
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