M¨¢s all¨¢ del mito: el mundo de martirios, maltratos e inseguridades de Aretha Franklin
David Ritz, que fue ¡®negro¡¯ en las memorias edulcoradas de la diva del ¡®soul¡¯, publica ahora una biograf¨ªa no autorizada que recorre todos los traumas que la artista quiso ocultar
Aretha Franklin apenas hablaba de su primer embarazo a los 12 a?os. Tampoco del segundo, a los 14. Tuvo ambos hijos por decisi¨®n de su padre, el famoso predicador C. L. Franklin. Su madre hab¨ªa fallecido cuando ella cumpli¨® 10 a?os, pero daba igual: era una madre ausente, que abandon¨® el hogar cuando Aretha solo ten¨ªa seis a?os porque el padre era un mujeriego declarado y un maltratador. ?l decid¨ªa todo, incluso que su hija, una ni?a prodigio que dejaba a todos boquiabiertos en los cantos religiosos de la iglesia, fuese cantante profesional. Para cuando Aretha, todav¨ªa menor de edad, era una estrella del g¨®spel a punto de firmar su primer contrato discogr¨¢fico con una multinacional, segu¨ªa mandando su padre, el mismo tipo sobre el que planeaban rumores de incesto. Pero Aretha no hablaba de nada de eso. Solo cantaba.
Si la voz de Aretha Franklin siempre fue una especie de milagro, el silencio que acompa?¨® a todos sus traumas, inseguridades y maltratos tambi¨¦n tuvo algo fuera de lo normal. Solo que de una forma bien distinta. M¨¢s all¨¢ del mito, la reina del soul, que cant¨® en el funeral de Martin Luther King Jr y en la toma de posesi¨®n del presidente Barack Obama, fue una persona incapaz de afrontar el dolor, una palabra que se negaba a reconocer, aunque su vida, repleta de ¨¦xito y reconocimiento, estuviese casi marcada desde el principio por este sentimiento.
¡°Para Aretha el dolor era la parte m¨¢s privada de una persona. Prefer¨ªa vivir en relatos de autoenga?o frente a los dem¨¢s que reconocer ese dolor. Muchas de sus historias sobre su vida eran pura fantas¨ªa¡±, reconoce en conversaci¨®n telef¨®nica desde Los ?ngeles David Ritz, autor de la biograf¨ªa no autorizada de la artista y traducida por primera vez al espa?ol bajo el t¨ªtulo Aretha Franklin. Apolog¨ªa y martirologio de la reina del soul (Libros del Kultrum), un libro que explica todos los traumas que, en alguna medida, influyeron en Aretha Franklin, una diva que en la c¨²spide de su fama era muy competitiva ¨Cincluso con sus hermanas cantantes¨C, ten¨ªa aires de estrella caprichosa, cancelaba conciertos a ¨²ltima hora y, sobre todo, llegaba a inventarse las cosas o a edulcorar sus contrariedades emocionales hasta el paroxismo.
Ritz tambi¨¦n estuvo detr¨¢s de Aretha: From These Roots, la autobiograf¨ªa de la cantante publicada en 1999. Unas memorias tan controladas y manipuladas por el relato de la propia artista que llevaron al music¨®logo, autor tambi¨¦n de notabil¨ªsimas biograf¨ªas sobre Ray Charles, Etta James, Marvin Gaye y Lenny Kravitz, a ofrecer una nueva visi¨®n m¨¢s completa con esta biograf¨ªa no autorizada. ¡°Ten¨ªa una gran relaci¨®n con ella hasta que publiqu¨¦ este libro¡±, confiesa el escritor. El libro ofrece una panor¨¢mica m¨¢s detallada de la vida de Franklin a trav¨¦s de las voces de familiares, m¨²sicos, productores y m¨¢nagers que compartieron tiempo y trabajo con ella. Un documento muy valioso que la cantante, fallecida en 2018, calific¨® en su d¨ªa de ¡°basurilla inmunda¡± y por el que rompi¨® su relaci¨®n con Ritz, quien conoci¨® a la estrella del soul gracias a Ray Charles. ¡°Quer¨ªa ense?ar otros puntos de vista e interpretaciones sobre cosas que ella negaba o no quer¨ªa hablar. Aretha era una persona con mucha inteligencia, pero tambi¨¦n muy controladora¡±, explica el bi¨®grafo.
Muy celosa de todos sus problemas sentimentales y familiares, siempre callaba all¨ª donde hab¨ªa sombras. Sus embarazos de adolescente llegaron en mitad de lo que los m¨²sicos Ray Charles y Billy Preston llamaban ¡°el circo del sexo¡±, es decir, la escena g¨®spel de los a?os cincuenta. Tal y como cuenta Erma, hermana mayor de la cantante, se rompieron ¡°barreras propias de la infancia¡± en un circuito donde incluso estrellas con la imagen impoluta como Sam Cooke ten¨ªan relaciones con menores.
Si al padre de Aretha Franklin esto le molestaba, era m¨¢s bien por perder el control sobre su hija. ¡°Era el general que dirig¨ªa el operativo al completo¡±, confiesa Cecil, hermano de la cantante que acabar¨ªa siendo su m¨¢nager. El mismo general y predicador que pegaba sopapos a su hija cuando se enfrentaba a ¨¦l por las decisiones sobre su carrera y quien decidi¨® que fichase por Columbia Records, multinacional anclada en el jazz, en detrimento de Motown, mucho m¨¢s moderna y que marcar¨ªa el pop de los sesenta con Diana Ross, Mary Wells, Marvin Gaye o Smokey Robinson. Una decisi¨®n que perjudic¨® sus comienzos, como afirma Ritz, quien asegura por tel¨¦fono que ¡°Aretha tambi¨¦n fue independiente en la toma de muchas decisiones¡±.
Sin embargo, en la lectura de su propio libro, se muestra que el patriarcado fue demoledor para la cantante y busc¨® salirse del control f¨¦rreo de su progenitor cas¨¢ndose con Ted White, un proxeneta reconvertido por la m¨²sica. Padre y marido se odiaban mientras buscaban ejercer lo mismo: el dominio sobre la estrella. ¡°No se puede entender la cultura de Detroit de los sesenta sin entender la cultura de los proxenetas¡±, explica la cantante Bettye LaVette en el libro. ¡°Los productores y los m¨¢nagers eran los nuevos chulos¡±. Aretha, educada en esa ¡°cultura de hombres con poder¡±, fue de mal en peor. White, que se convirti¨® en su m¨¢nager, fue un maltratador sin complejos que llev¨® a su mujer al alcoholismo y, en busca de ¨¦xitos r¨¢pidos en Columbia, la empuj¨® a grabar canciones poco recomendadas por el productor John Hammond y el resto de colaboradores musicales. Su triunfo tuvo que esperar a su llegada en 1967 a Atlantic, donde, amparada por la visi¨®n del productor Jerry Wexler, encontr¨® todo su potencial y defini¨® el soul. En 1969, se divorci¨® de White.
Fue su paso para convertirse en estrella nacional, el gran icono de la m¨²sica afroamericana, admirada por todos, leyenda en vida, pero con un car¨¢cter imprevisible, incapaz de reconocer sus malas decisiones art¨ªsticas y sus problemas familiares. Incapaz tambi¨¦n de hablar de su dolor. Un dolor que bien podr¨ªa explicar su alcoholismo, sus depresiones peri¨®dicas, su gran ansiedad con la comida y su volatibilidad emocional. E incluso su canto, el de esa chica que en sus comienzos era ¡°muy t¨ªmida e insegura¡±, como afirmaban los m¨¢s allegados, y que, siendo menor de edad, ya era hu¨¦rfana de madre, madre de dos hijos sin padre reconocido y una estrella musical sobre la que todos quer¨ªan mandar.
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