Una versi¨®n del ¡®R¨¦quiem¡¯ de Mozart demuestra que Espa?a no era ajena a las modas musicales europeas
La partitura manuscrita y desconocida, guardada en la Catedral de Pamplona, se interpret¨® en 1844 para el funeral de la infanta Luisa Carlota de Borb¨®n-Dos Sicilias
?Estaba Espa?a al corriente de las tendencias musicales europeas en el siglo XIX? Hace un a?o y medio, Miguel ?ngel Mar¨ªn, profesor de Musicolog¨ªa de la Universidad de La Rioja, habr¨ªa respondido que no. Que al pa¨ªs le interesaban sus zarzuelas y, quiz¨¢, algo de m¨²sica para piano. Su respuesta ha cambiado. Hace a?o y medio, Mar¨ªn se top¨® con un hilo del que tirar en la Catedral de Pamplona, donde dormitaba una versi¨®n manuscrita desconocida del R¨¦quiem de Mozart. Tir¨® de ¨¦l y descubri¨® que a principios del siglo XIX, poco despu¨¦s de morir el compositor austriaco, esta obra se copi¨® y se extendi¨® como la espuma por las catedrales del pa¨ªs. Mozart fue un fen¨®meno en Espa?a y su R¨¦quiem se convirti¨® en la m¨²sica preferida para las honras f¨²nebres de reyes, arist¨®cratas y mandos militares.
La investigaci¨®n del music¨®logo se recoge en un libro editado por el ICS (Instituto Cultura y Sociedad) de la Universidad de Navarra y la editorial Reichenberger que se publica el pr¨®ximo 5 de diciembre, aniversario de la muerte de Mozart. Y el estudio de Mar¨ªn concluye que esta versi¨®n se interpret¨® en Pamplona en 1844 como parte de las exequias reales de la infanta Luisa Carlota de Borb¨®n-Dos Sicilias. ¡°Era la madre de Francisco de As¨ªs, futuro marido de Isabel II y rey consorte. Lo relevante de esta ceremonia es su trasfondo pol¨ªtico. Con Isabel II en el trono y la Primera Guerra Carlista reci¨¦n concluida, en el pa¨ªs exist¨ªa una inestabilidad pol¨ªtica casi de crisis. Francisco de As¨ªs se encontraba en Pamplona pacificando esta tensi¨®n cuando muere su madre¡±. El funeral se convierte entonces en una ceremonia de Estado en defensa de los intereses de la Monarqu¨ªa.
?Pero por qu¨¦ se eligi¨® el R¨¦quiem de Mozart para reivindicar el reinado de Isabel II? ?No habr¨ªa sido m¨¢s l¨®gico escoger la obra de un compositor local? El m¨²sico austriaco falleci¨® en 1791 y su ¨²ltimo aliento dio vida a esta misa. ¡°Pronto naci¨® el mito: el esfuerzo creativo le supuso crear una obra tan genial que muere en el intento. Se acu?a la leyenda del divino Mozart con la idea, muy del romanticismo, de que el arte transforma el esp¨ªritu de tal forma que lo arrebata. Se piensa que el R¨¦quiem te transporta, te eleva¡±, explica el music¨®logo.
Ocurre tambi¨¦n el 2 de mayo de 1814. Madrid se prepara para celebrar una misa por los ca¨ªdos en la sublevaci¨®n popular frente a la invasi¨®n napole¨®nica. Pero la pieza elegida no es local, sino de Mozart. No importaba que no tuvieran la partitura, ya la conseguir¨ªan, deb¨ªa sonar el R¨¦quiem. Cuenta Mar¨ªn que para 1814 esta pieza ya hab¨ªa sonado varias veces en Madrid y que gozaba de mucho prestigio, lo que la hac¨ªa id¨®nea para el evento. Pero el Ayuntamiento no dispon¨ªa de una copia y la tuvo que pedir prestada a la Duquesa de Osuna. Los m¨²sicos contaron con tan solo tres d¨ªas para prepararla.
Mar¨ªn ha descubierto tambi¨¦n copias de la pieza de Mozart en decenas de localidades espa?olas, como M¨¢laga, Cervera, Mondo?edo, Olot u Orihuela. ¡°Esto demuestra que los grandes hitos europeos tambi¨¦n llegan a Espa?a. Algunas incluso arrasan. Y los m¨²sicos de la ¨¦poca, como siempre, tienen una respuesta propia¡±.
Se refiere Mar¨ªn a que las copias de la misa se adaptaban a las posibilidades de la ciudad donde se iba a interpretar. La versi¨®n encontrada en Pamplona es un claro ejemplo. En 1844, los m¨²sicos que deb¨ªan tocar el R¨¦quiem por el funeral de la infanta Luisa Carlota no ten¨ªan trombones y los sustituyen por el fagot. ¡°Adaptan la m¨²sica a su realidad. En vez de trompeta meten clarinetes, en lugar de timbales, un contrabajo realiza un vibrato curios¨ªsimo¡¡± Lo explica Aurelio Sagaseta, maestro de Capilla de la Catedral de Pamplona y responsable de la edici¨®n musical del libro que recoge la investigaci¨®n de Mar¨ªn. Esta versi¨®n de la misa de Mozart se estren¨® el 2 de noviembre del a?o pasado en la Catedral de Pamplona, con Sagaseta al frente de la direcci¨®n. ¡°Suena un poco m¨¢s r¨¦quiem, m¨¢s triste porque le quitas la brillantez del metal. Y el fagot le da un sonido m¨¢s oscuro. El copista ten¨ªa que tener indicaciones de un maestro que sab¨ªa lo que hac¨ªa¡±.
El libro forma parte del proyecto Chantr¨ªa, que lleva tres a?os desenterrando partituras olvidadas del archivo de la Catedral de Pamplona. ¡°Al entrar la editorial Reichenberger, el proyecto se abri¨® tambi¨¦n a otras iglesias espa?olas¡±, explica Rafael Zafra, investigador de la Universidad de Navarra y coordinador del estudio. Y a?ade: ¡°El objetivo es rescatar, pero tambi¨¦n usar la m¨²sica, tener vivo el patrimonio¡±.
El peso de la tradici¨®n religiosa
Cada pa¨ªs interpret¨® la ¨²ltima obra de Mozart seg¨²n su propia tradici¨®n. En Alemania, pronto empez¨® a tocarse en salas de conciertos. Para Espa?a era una misa y no deb¨ªa salir de las iglesias. Mar¨ªn ha encontrado en su investigaci¨®n testimonios de esa pr¨¢ctica, que implicaba fuertes cambios, ya que las mujeres no pod¨ªan entonces cantar en los templos. Seg¨²n una de sus fuentes, de 1887, el R¨¦quiem se hab¨ªa interpretado ¡°al descuido y sustituyendo los tiples y contraltos femeninos con voces de hombres¡±.
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