Canci¨®n mixteca
No me cuesta imaginar la inspiraci¨®n de la obra de Juan Rulfo en la de Edgar Lee Masters, o viceversa
¡°Vine a Comala porque me dijeron que ac¨¢ viv¨ªa mi padre, un tal Pedro P¨¢ramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le promet¨ª que vendr¨ªa a verlo en cuanto ella muriera¡±. Uno de los comienzos m¨¢s memorables de la literatura mexicana, como si Juan Rulfo cantase un corrido fantasma, que se reparten Vicky Pe?a y Pablo Derqui, a la batuta espiritual del maestro Mario Gas. Para m¨ª, un w¨¦stern crepuscular. Entrecierro los ojos y veo el viento, el polvo del desierto, y la soledad, pongamos, de Monte Walsh, imaginados por Pau Mir¨® y Sebasti¨¤ Brosa. Pe?a y Derqui, esos dos grandes, tambi¨¦n se multiplican en voces, personajes, espacios. Do?a Eduviges, el arriero Abundio, el Padre Renter¨ªa, Damiana Cisneros, muchos m¨¢s, caminando al trote cuesta abajo. Cielos rojo sangre, casas que caen a trozos, fantasmagor¨ªas, sombras de velas y campanas. Un lugare?o define a P¨¢ramo en tres palabras: ¡°Un rencor vivo¡±. Pero no: al parecer, seg¨²n un pariente, el rencor vivo lleva muchos a?os muerto.
Al final, una rosa floreciendo en el recuerdo. Veo a Montserrat Carulla y a Derqui, y Derqui escuchando Una rosa para Emily, el relato de Faulkner, y lo imagino gracias a ellos, aunque ciertamente podr¨ªa ser un sue?o de Vicky Pe?a y Mario Gas. Y tambi¨¦n ser¨ªa la imagen final: nos han hecho ver Comala, y el vaiv¨¦n donde duerme la rosa blanca, en julio como en enero. Me hubiera gustado escuchar tambi¨¦n a Carulla, su trompeta de ojos azules, los 90 a?os de la actriz matriarca e invicta. Todo esto nos lo hicieron so?ar el pasado viernes en el teatro Municipal de Gerona, un fr¨ªo tremendo, como si estuvi¨¦ramos en un tren, cubiertos con abrigos, cruzando ese pueblo en el que algunos muertos miran en silencio, inm¨®viles, con los ojos brillantes. Me hubiera gustado escuchar a Pe?a, Derqui y Gas coreando la Canci¨®n mixteca: ¡°Que lejos estoy del suelo donde he nacido; inmensa nostalgia invade mi pensamiento; al verme tan solo y triste cual hoja al viento; quisiera llorar, quisiera morir, de sentimiento¡±. ?C¨®mo se une en mi memoria Pedro P¨¢ramo a Canci¨®n mixteca, y a los poemas eleg¨ªacos y lac¨®nicos de la Antolog¨ªa de Spoon River, de Edgar Lee Masters, donde los muertos cuentan sus vidas, con epitafios que son cr¨®nicas narradas en pocas l¨ªneas. Se public¨® en 1915, y en 1940 contaba con 70 ediciones. El cl¨¢sico nacido en Jalisco se me hace incontable, y no me cuesta imaginar la inspiraci¨®n de la obra de Rulfo en la de Masters, o viceversa: ¡°Todos, todos duermen. Todos est¨¢n durmiendo en la colina¡±. El corrido espectral ha triunfado en las Naves del Espa?ol, y en una sola noche en el Municipal de Gerona: un nuevo ¨¦xito. La gira ha comenzado ya: se ver¨¢ en el Romea, donde ahora se representa 53 diumenges, de Cesc Gay.
Babelia
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