De todo aquello hace ya 100 a?os
En enero de 1920 se inici¨® aquella fiesta de Par¨ªs con la muerte de Amedeo Modigliani
La supuesta felicidad de aquellos a?os veinte comenz¨® despu¨¦s de haber limpiado la sangre de las bayonetas de la Primera Guerra Mundial; despu¨¦s de haber enterrado a m¨¢s de 50 millones de muertos que produjo la gran pandemia de gripe del dieciocho. El sentirse vivos ya era suficiente para crear una euforia colectiva. Sobre los escombros de Europa comenz¨® a sonar el swing que los jazzistas norteamericanos exportaron a Par¨ªs. En una lucha paralela a la de las sufragistas, la costurera Coco Chanel liber¨® a la mujer de los cors¨¦s y dej¨® el talle por debajo de la cintura para que pudieran bailar el charlest¨®n, pero a Jos¨¦phine Baker desnuda le bastaba con una faldilla de pl¨¢tanos para erigirse en el s¨ªmbolo de la libertad y el desenfreno de toda una ¨¦poca.
Los pantalones de pliegues color manteca y los jers¨¦is blancos de pico de aquellos locos con sus viejos cacharros, el cine mudo, el tel¨¦fono, la radio, el aeroplano y el autom¨®vil descapotable cuya velocidad aun permit¨ªa llevar canotier sin que se volara. Charles Chaplin fuera de escena devoraba jovencitas en Hollywood. Scott Fitzgerald y Zelda Sayre beb¨ªan sin parar en los sillones de mimbre de la Riviera y se sent¨ªan guapos y malditos al mirarse en el espejo del alcohol. El mundo solo era la aceituna que flotaba en el cristal triangular del primer Martini. Picasso pasaba por una etapa de burgu¨¦s con traje cruzado y pajarita. Silvia Beach inaugur¨® su librer¨ªa Shakespeare & Company en la rue de l¡¯Od¨¦on, 12 y hacia esa direcci¨®n iba James Joyce esnob y medio cegato con el manuscrito del Ulyses bajo el brazo.
En los a?os veinte, la escritora jud¨ªa, millonaria y coleccionista Gertrude Stein dej¨® de adornarse con pintores para hacerlo ahora con escritores. Silvia Beach comenz¨® a acarrearle a su estudio literatos norteamericanos, Ezra Pound, Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald, Sherwood Anderson, pero no al irland¨¦s Joyce, al que la Stein odiaba porque le hab¨ªa arrebatado el cetro de novelista experimental. A ella se atribuye el haber definido a aquella banda de escritores borrachos como la Generaci¨®n Perdida, aunque fue una expresi¨®n con que el patr¨®n de un taller reprendi¨® al mec¨¢nico, reci¨¦n llegado de la guerra, que no hab¨ªa sido diligente a la hora de arreglar una aver¨ªa del Ford T de la escritora.
Antes de la Primera Guerra Mundial los pintores de vanguardia anidaron en el Bateau-Lavoir en Montmartre, donde Picasso hambriento encend¨ªa la chimenea con dibujos de la ¨¦poca azul y creaba el cubismo; despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial los escritores se aposentaron en Saint-Germain-des-Pr¨¦s y all¨ª, entre Sartre y Albert Camus, se sortearon el existencialismo sobre la espalda de Juliette Gr¨¦co; pero en los a?os veinte, en el periodo de entreguerras, la cultura m¨¢s creativa ocupaba apenas tres manzanas de Montparnasse. All¨ª el mundo de los sue?os descubierto por Freud comenz¨® a producir estragos. El surrealismo toc¨® ciertas v¨ªsceras secretas del subconsciente que no eran inocentes. De ellas emanaron los sue?os del comunismo y del fascismo que a?os despu¨¦s volver¨ªan a llenar Europa de escombros. El h¨ªgado de Freud fue picoteado por Dal¨ª, Bu?uel y Arag¨®n, mientras los cocheros en el pescante de los carruajes conduc¨ªan a los se?oritos a los cabar¨¦s, cuyos porteros entorchados eran mariscales rusos huidos de la revoluci¨®n sovi¨¦tica.
En enero de 1920, hace ahora 100 a?os, se inici¨® aquella fiesta de Par¨ªs con la muerte de Amedeo Modigliani. Picasso, que no dejaba de envidiar el atractivo que el bello italiano ten¨ªa con las mujeres, dec¨ªa que Modigliani siempre se las apa?aba para coger las cogorzas m¨¢s clamorosas en el cruce de Montparnasse con el bulevar de Raspail, entre La Coupole, La Rotonde y el D?me para exhibir su desdicha ante el mundo. En su estudio de la Rue la Grande-Chaumi¨¨re, rodeado de botellas de vino vac¨ªas y de latas de sardinas, durante la agon¨ªa al pie de la cama su amante Jeanne, embarazada de nueve meses, le estaba pintando mientras ¨¦l le dec¨ªa: ¡°S¨ªgueme en la muerte y en el cielo ser¨¦ tu modelo favorito¡±. Lo llevaron al hospital donde muri¨® a las 10.45 de la noche del 24 de enero de 1920. Jeanne no bes¨® el cad¨¢ver. Le mir¨® largamente y retrocedi¨® sin volverle la espalda. El entierro de Modigliani fue un acontecimiento en Montparnasse y mientras el entierro m¨¢s fascinante de aquel tiempo suced¨ªa, Jeanne se tir¨® por la ventana de un quinto piso de sus padres a un patio llevando en el vientre un hijo de Modigliani.
En 1920 empezaba esta fiesta en Montparnasse con los artistas de vanguardia que sustitu¨ªa a la que hab¨ªa descrito Marcel Proust, la de unos seres de la alta sociedad de Par¨ªs, vac¨ªos, mediocres e inconsistentes que rodearon la vida del escritor, muerto en 1922. El mundo evanescente de Proust hab¨ªa acabado. Aquellos personajes decadentes de la aristocracia con sus almas cenagosas, los j¨®venes petulantes y las ni?as doradas de En busca del tiempo perdido se hab¨ªan esfumado. Los pintores, m¨²sicos, poetas, actores, antiguas amantes que acompa?aron a Modigliani al cementerio P¨¨re-Lachaise se apoderaron de la historia y son los que ahora, despu¨¦s de 100 a?os, recordamos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.