Din¨¢mica del ¡®me acuerdo¡¯
Las ediciones Joseph K han publicado el volumen de m¨¢s de 1.000 p¨¢ginas en el que Mireille Ribi¨¨re re¨²ne entrevistas, conferencias, textos raros y grandes in¨¦ditos de Georges Perec
Con el nuevo a?o las ediciones Joseph K han publicado en Nantes el volumen de m¨¢s de 1.000 p¨¢ginas en el que Mireille Ribi¨¨re re¨²ne entrevistas, conferencias, textos raros y grandes in¨¦ditos de Georges Perec. Y en una de las numerosas notas a pie de p¨¢gina nos enteramos de que cuando Perec, en 1970, a trav¨¦s de Harry Mathews, ley¨® I Remember, de Joe Brainard, qued¨® literalmente fascinado, pero tambi¨¦n muy sorprendido de que, siendo tan elemental y din¨¢mica la letan¨ªa del ¡°me acuerdo, me acuerdo¡±, nadie antes hubiera tenido la idea de utilizarla para un libro.
Por supuesto, fue aquella lectura de Brainard la que puso en marcha el proyecto de Je me souviens (en espa?ol Me acuerdo, en Impedimenta), donde Perec acabar¨ªa proponi¨¦ndose, en lugar de una exploraci¨®n a lo Brainard de su memoria m¨¢s egoc¨¦ntrica, trabajar con recuerdos de aire f¨¢cil que pudieran ser comunes a los lectores, pura memoria colectiva.
De entre los in¨¦ditos destaca uno sobre la guerra de Argelia y sobre todo 30 banalidades idiosincr¨¢ticas sobre la ciudad de Nueva York, texto escrito por Perec en 1975 en Manhattan en d¨ªas fren¨¦ticos en los que pas¨® de todo, incluido su encuentro casual con Joe Brainard en una lectura p¨²blica de poemas de Harry Mathews en Saint Mark¡¯s in-the-Bowery. 30 banalidades idiosincr¨¢ticas tiene su inter¨¦s porque permite presenciar un ensayo general del tono y la m¨²sica que tres a?os despu¨¦s aparecer¨ªan en Je me souviens. Su tono, deliberadamente ingenuo y sereno, puede recordarnos tanto el de Five Easy Pieces (aquellas Cinco piezas f¨¢ciles que Stravinsky compuso para las pr¨¢cticas de piano de sus hijos) como el de la poes¨ªa de Harry Mathews, que a su vez puede recordarnos la serenidad de las composiciones de Erik Satie, de cuya m¨²sica dijo Perec (en la plaquette de una emisi¨®n radiof¨®nica consagrada a la poes¨ªa de Mathews) que no era necesario escucharla para que existiera, pues hab¨ªa estado en realidad siempre all¨ª (y ya s¨®lo le falt¨® a?adir que igual que la f¨®rmula eterna del ¡°me acuerdo, me acuerdo¡± de Brainard).
El caso es que 30 banalidades idiosincr¨¢ticas orienta sobre la g¨¦nesis de Je me souviens y nos permite ver c¨®mo Perec supo conjugar el aire f¨¢cil y hasta ingenuo de su in¨¦dito neoyorquino con el v¨¦rtigo que parad¨®jicamente exig¨ªa la exploraci¨®n de una voz como la que surgi¨®, desde el fondo de los tiempos, en Je me souviens. Esa voz que estuvo ah¨ª siempre y result¨® id¨®nea para venir al mundo precisamente en la Gran Manzana, protegida por el n¨²mero cero y con una irremediable declaraci¨®n de principios: ¡°0) Escribir en Nueva York es escribir sobre Nueva York¡±. Y algo m¨¢s adelante, acotando territorio: ¡°1) Escribir sobre Nueva York es escribir sobre algunos fragmentos de espacios, reunidos o dispersos en Manhattan¡±.
Y despu¨¦s ya, a rienda suelta, con el v¨¦rtigo de las letan¨ªas y la serenidad de Mathews y Satie: ¡°4) De pronto llueve. 11) No hab¨ªa visto nunca tantos grillos ni sistemas de alarma. 27) La noche esconde al d¨ªa en el rev¨¦s de lo oscuro. 29) Ya ver¨¢s c¨®mo en alg¨²n momento hablar¨¢s del v¨¦rtigo¡±.
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