Las mejores pel¨ªculas estrenadas solo en plataformas
'Babelia' selecciona siete propuestas que han llegado a Netflix, Amazon y Filmin sin pasar por los cines. Dos de ellas compiten por un Oscar
Diamantes en bruto (en Netflix). Por Tom C. Avenda?o.
Diamantes en bruto se apoya en un acontecimiento hist¨®rico, el ¨²ltimo partido de las semifinales de la Conferencia Este de la NBA de 2012, donde los Boston Celtics se enfrentaron a los Philadelphia 76ers. Sobre ¨¦l, sus peculiares directores, los hermanos Benny y Josh Safdie, dibujan un retrato del ahora mismo, que ha producido nada menos que Martin Scorsese. Sus personajes son s¨®rdidos gorilas de los bajos fondos neoyorquinos, que suenan como Donald Trump y comparten el universo moral del presidente. El ¨¦xito para ellos es mucho dinero, chicas y s¨ªmbolos de estatus; y la mentira, una forma leg¨ªtima de lograr todo eso. La est¨¦tica, de bling iluminado por tristes fluorescentes, es la de una pesadilla en la Torre Trump. A todos en ese mundo les mueve lo que a tantos en este: la codicia como respuesta a la claustrofobia social.
La historia no es muy seductora: Adam Sandler interpreta a un irritante joyero jud¨ªo que no calla durante toda la pel¨ªcula y viste ostentosas prendas de marcas de lujo, pero de temporadas pasadas. Este hombre, Howard Ratner, es un embaucador perseguido por docenas de acreedores. Paga a uno con el dinero que debe a otro y empe?a cosas que no son suyas para saltar desesperadamente a la siguiente casilla. La pel¨ªcula es una sucesi¨®n de escenas en las que Ratner hace malabares con cada vez m¨¢s acreedores, m¨¢s r¨¢pido y con peor tino, a lo largo de un fin de semana, hasta que llega el d¨ªa del partido. Con cada desastrosa mentira y cada nueva apuesta, a ese protagonista le van quedando menos motivos para seguir en el juego. Entonces empieza a entreverse su motivaci¨®n real. Esa irritante rata de cloaca se va pareciendo a un rom¨¢ntico movido por una visi¨®n propia, no de ¨¦xito personal, sino de c¨®mo debe ser el mundo. Alguien que, como un artista, necesita modificar la realidad, paso a paso, deuda a deuda, para hacer real esa visi¨®n que lo justifica todo. En la Torre Trump los sue?os nos salvar¨¢n a todos.
American Factory (en Netflix). Por Tommaso Koch.
Hace una d¨¦cada, los directores Julia Reichert y Steven Bognar filmaron el cierre de una planta de General Motors en Dayton (Ohio), en el corto The Last Truck: Closing of a GM Plant. M¨¢s de 2.000 trabajadores perdieron su puesto, en¨¦simas v¨ªctimas de una crisis implacable. En 2015, la corporaci¨®n Fuyao adquiri¨® las instalaciones, las reabri¨® y devolvi¨® empleo y esperanza a cientos de familias. Aunque impuso alg¨²n cambio: en lugar de coches, crear¨ªan parabrisas y cristales. Y, sobre todo, la nueva propietaria era china, como tambi¨¦n su concepci¨®n de la producci¨®n y muchos de los directivos enviados a liderar la filial en EE UU. De ah¨ª que los dos cineastas regresaran para documentar c¨®mo sal¨ªa aquel experimento. El proyecto, titulado American Factory y nominado al Oscar al mejor documental, intrig¨® a Barack y Michelle Obama. El filme es el primero que impulsa Higher Grounds, la productora de la expareja presidencial.
El resultado es un tratado ¨¢gil sobre el capitalismo, la integraci¨®n forzosa y los choques culturales. Arranca como un sue?o, pero pronto las ilusiones se manchan de realidad. El due?o de Fuyao, Cao Dewang, quiere un ritmo de trabajo implacable, sueldos reducidos a la mitad y ve los sindicatos como el apocalipsis. Y los empleados chinos reciben avisos sobre lo ¡°vagos¡± que son sus compa?eros estadounidenses, su ¡°exceso de confianza en s¨ª mismos¡± o su inaudita pasi¨®n por los derechos laborales. El gran m¨¦rito de American Factory es trasladar preguntas al espectador: sobre este modelo, la guerra comercial, el racismo e incluso sobre c¨®mo han logrado los directores tal acceso a los trapos sucios de Fuyao. Hay conflictos, accidentes, dilemas, empleados marginados y despidos. Todo se cuenta, sin embargo, desde una perspectiva casi ¨²nica: la lupa de los directores convierte a sus compatriotas en v¨ªctimas, mientras que el retrato de los chinos oscila, salvo contadas excepciones, entre directivos presas de delirios y empleados obtusos. Demasiado sencillo. ?Perfecto para el Oscar?
The Report (en Amazon Prime). Por Guillermo Altares.
No es una casualidad que los primeros textos escritos de la historia, las tablillas mesopot¨¢micas, fuesen documentos contables y administrativos. Los Estados siempre dejan un rastro de papeleo, incluso cuando tratan de ocultar lo que hacen. En The Report (El informe), la nueva pel¨ªcula dirigida y escrita por Scott Z. Burns ¨Cguionista habitual de Steven Soderbergh, que aqu¨ª ejerce de productor¨C, un funcionario del Senado, interpretado por Adam Driver, se sumerge en inc¨®modos papeles ocultos en busca de uno de los secretos m¨¢s siniestros de la historia reciente de EE UU: el programa de torturas de la CIA.
Despu¨¦s de los atentados del 11-S, el presidente George W. Bush orden¨® a la CIA ¡°quitarse los guantes¡±, una met¨¢fora que ocultaba un programa de malos tratos generalizados. Con minuciosidad, y numerosos flashbacks que llevan al espectador a las c¨¢maras de tortura, Driver construye el informe que da t¨ªtulo al filme mientras se enfrenta a la Administraci¨®n ¨Ctambi¨¦n a la de Obama, que cerr¨® el programa, pero que prefer¨ªa no remover el pasado¨C y, sobre todo, al falso dilema que le presentan los investigados: si las torturas lograron arrancar informaci¨®n que evit¨® atentados, ?est¨¢n entonces justificadas? El filme, basado en hechos reales y que provoc¨® cierto debate en EE UU porque se trata de un tema todav¨ªa abierto, es la ant¨ªtesis de un episodio de la serie 24 (donde este dilema aparece siete veces en cada episodio). Parsimoniosa en la narraci¨®n, la pel¨ªcula recorre con detalle las sentinas de la pol¨ªtica estadounidense siguiendo a un funcionario que no solo pretende encontrar la verdad, sino exponer algo que nunca debi¨® ocurrir y demostrar la falsedad de un dilema que nunca debi¨® plantearse.
Estudio Ghibli (en Netflix). Por Jorge Morla.
Del Estudio Ghibli, hasta ahora, en Netflix se pod¨ªa disfrutar de La tumba de las luci¨¦rnagas, dirigida en 1988 por Isao Takahata (cofundador, junto a Hayao Miyazaki, de la empresa de animaci¨®n), pero desde el 1 de febrero la plataforma cuenta con otras siete pel¨ªculas del legendario estudio. El resto de t¨ªtulos ser¨¢n estrenados, de forma escalonada, del 1 de marzo al 1 de abril hasta completar los 22 filmes de animaci¨®n de la gran casa japonesa. En este primer envite son siete las pel¨ªculas que tendremos a nuestro alcance. Una dirigida por el mencionado Takahata, Recuerdos del ayer (1991); Puedo escuchar el mar (1993), un filme para televisi¨®n de Tomomi Mochizuki; y Cuentos de Terramar (2006), de Gor¨ Miyazaki, hijo del genio, basado en los libros de fantas¨ªa de la llorada Ursula K. Le Guin.
Sin embargo, el plato fuerte de esta hornada son cuatro de las primeras pel¨ªculas de Miyazaki: El castillo en el cielo (1986), Mi vecino Totoro (1988), Nicky, la aprendiz de bruja (1989) y Porco Rosso (1992). Cuatro joyas, cada una a su manera, que van asentando las bases del trabajo posterior del estudio: cotidianeidad hogare?a mezclada con sutiles elementos de fantas¨ªa que arden en la hoguera de la mejor animaci¨®n posible. A pesar de la debilidad personal de quien esto escribe por Porco Rosso, tal vez sea Mi vecino Totoro la m¨¢s aclamada de todas ellas: un relato ¨ªntimo de dos hermanas que, mientras esperan en una casa familiar en el bosque a que su madre se reponga de una enfermedad, traban amistad con la criatura Totoro, un ser que, m¨¢s all¨¢ de la pantalla, se ha convertido en un icono cultural en todo el mundo. Como el propio Estudio Ghibli.
?D¨®nde est¨¢ mi cuerpo? (en Netflix). Por ?lex Vicente.
Que existen terceras v¨ªas en la animaci¨®n m¨¢s all¨¢ de la hegemon¨ªa de Disney y del contramodelo que encarnan los estudios Ghibli es, a estas alturas, una obviedad. Que la plana mayor de la industria lo reconozca y lo aplauda resulta bastante m¨¢s novedoso, lo que explica la sorpresa provocada por la nominaci¨®n al Oscar de dos outsiders como Klaus y la francesa ?D¨®nde est¨¢ mi cuerpo?, ambas albergadas en Netflix. La plataforma compr¨® los derechos de distribuci¨®n de la segunda en el pasado Festival de Cannes, donde la pel¨ªcula logr¨® el gran premio de la Semana de la Cr¨ªtica, antes de triunfar en el Festival de Annecy, vitrina de la animaci¨®n alternativa que las majors ya empiezan a colonizar.
La pel¨ªcula alterna dos historias: la que protagoniza una mano cortada que busca desesperadamente al cuerpo al que una vez perteneci¨® y un flashback que narra el d¨ªa a d¨ªa del propietario de ese ap¨¦ndice amputado, un joven hu¨¦rfano que busca su camino en un Par¨ªs desconsolado, que nunca pareci¨® m¨¢s realista. Es en la descripci¨®n de la geograf¨ªa f¨ªsica, pero tambi¨¦n de la humana, donde brilla el debutante J¨¦r¨¦my Clapin, cuya sensibilidad parece emparentada con la adusta melancol¨ªa de Patrick Modiano y, a la vez, con la ominosa extra?eza de cierta animaci¨®n japonesa. Clapin asombra en la delicada descripci¨®n de una fr¨¢gil historia de amor que nace hablando por un interfono, pero tambi¨¦n en las secuencias en las que esa mano recorre la ciudad, vibrantes como el mejor de los thrillers, y fascina por su inteligent¨ªsimo uso del sonido como recurso narrativo, antit¨¦tico respecto a la espectacularidad creciente del lenguaje animado. ?D¨®nde est¨¢ mi cuerpo? es una propuesta modesta pero poderosa, que deja en el espectador ese poso negro que suelen desprender las mejores pel¨ªculas.
Miss Americana (en Netflix). Por Ana Marcos.
Taylor Swift estuvo un a?o desaparecida. Era 2016 y la cantante prefiri¨® apartarse antes de empezar una guerra contra el imperio Kardashian West (el matrimonio formado por Kim y Kanye). En aquel momento, adem¨¢s, su carrera musical renqueaba despu¨¦s de que su disco Reputation (2017) no obtuviera ninguna nominaci¨®n en los Grammy, entre otros premios que dan aliento a las estrellas del pop en EE UU. Suficiente para que la industria, los medios y los fans dieran por acabada la carrera de una de esas mujeres a las que aman tanto que hasta les otorgan el t¨ªtulo de novia de Am¨¦rica. Pero de aquellos barros, en vez de lodos surgieron m¨¢s oportunidades. El sistema puede ser voraz, pero siempre est¨¢ hambriento de redenciones.
De esto va el documental Miss Americana, reci¨¦n presentado en Sundance y estrenado simult¨¢neamente en Netflix: una hora y media de reconciliaci¨®n con Swift. La adolescente de Tennessee que cambi¨® el vestido, las botas y la guitarra ¨Cla m¨²sica country¨C por el pop y todo su atrezzo ha decidido contar en un documental que ya no quiere ser lo que esperaban de ella. Que no vivir¨¢ m¨¢s para gustar. Que sufri¨® un trastorno alimentario. Que si tiene que enfrentarse a Trump por los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI lo har¨¢ pese a todo y todos, incluidos su padre y representantes. Que ella tambi¨¦n (MeToo). Y todo, tras ser la cantante que m¨¢s dinero gan¨® en 2019 seg¨²n Forbes y a pocos meses de que comience la gira de su ¨²ltimo disco Lover. La redenci¨®n de Swift.
Especial Fassbinder (en Filmin). Por ?lex Vicente.
Pese a la conocida obsesi¨®n de las plataformas de streaming por las novedades, tambi¨¦n existen en ellas algunos reductos para el cine cl¨¢sico, aunque cueste colgar ese ep¨ªteto a un director tan subversivo como R. W. Fassbinder. Filmin estrena este mes y en exclusiva cuatro cl¨¢sicos remasterizados del maestro del nuevo cine alem¨¢n, que se suman a dos t¨ªtulos ya disponibles en la plataforma, Querelle y Berl¨ªn Alexanderplatz. Filmin a?ade ahora La ansiedad de Veronika Voss, La tercera generaci¨®n, Un a?o con trece lunas y ?Por qu¨¦ le da el ataque de locura al se?or R? a su cat¨¢logo.
La propuesta participa en el proceso de revisi¨®n de la obra de Fassbinder, en la que se puede adivinar un presagio de la brutalidad del presente. Retratista privilegiado de aquella Alemania del milagro econ¨®mico que segu¨ªa cargando con el peso de la tragedia en su subconsciente, Fassbinder describe al insospechado monstruo que se esconde tras el disfraz del peque?oburgu¨¦s y bajo el maquillaje corrido de sus hero¨ªnas, con un estilo formalista ¨Cheredero de su maestro cinematogr¨¢fico, Douglas Sirk¨C y un lirismo venenoso que ha tenido un profundo calado en el cine contempor¨¢neo, de Pedro Almod¨®var a Xavier Dolan.
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