El nuevo h¨¦roe de la literatura negra francesa es un colaboracionista nazi
Le¨®n Sadorski, el inspector protagonista de la trilog¨ªa de novela negra de Romain Slocombe, desvela el Par¨ªs y la Francia profundamente antisemita que tiende a desaparecer del imaginario franc¨¦s
L¨¦on Sadorski no solo persigue a jud¨ªos porque se lo hayan ordenado. Los detesta y no duda en usar los t¨¦rminos m¨¢s despectivos, hirientes y profundamente antisemitas del idioma franc¨¦s ¡ª¡°youtre¡±, ¡°youpin¡±¡ª cuando se refiere a ellos. No acaba de quedar claro si los odia tanto o m¨¢s que a los comunistas, su otra obsesi¨®n. En cualquier caso, le encanta jugar al gato y el rat¨®n con ciudadanos jud¨ªos para luego detenerlos ¡ªal menos a los que no logra sacar un buen soborno a cambio de dejarlos marchar¡ª y enviarlos, sin grandes reparos, a Drancy, en las afueras de Par¨ªs, tristemente conocida como la antec¨¢mara del campo de concentraci¨®n de Auschwitz de cuya liberaci¨®n se acaba de conmemorar el 75 aniversario. Estamos en el Par¨ªs de 1942, en plena ocupaci¨®n nazi. Sadorski es inspector de polic¨ªa en la ¡°secci¨®n jud¨ªa¡± de la direcci¨®n de inteligencia en la capital francesa, bajo el r¨¦gimen colaboracionista de Vichy del mariscal P¨¦tain, del que se declara fiel seguidor porque lo considera un ¡°patriota¡±. Adem¨¢s de antisemita y anticomunista, Sadorski es el protagonista de la trilog¨ªa de novelas negras de Romain Slocombe que sit¨²an al lector en un escenario tan conocido como Par¨ªs pero en un ambiente inusual aunque absolutamente aut¨¦ntico y espeluznante: el del colaboracionismo tan extendido en buena parte de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, pero que, durante d¨¦cadas, fue convenientemente olvidado o maquillado.
¡°Sadorski es horrible y es un hijo de puta. Un machista y un obseso sexual. Pero es humano, en el sentido en el que sus defectos y sus deseos son t¨ªpicamente humanos¡±, describe Slocombe a su protagonista para Babelia. Es un personaje lleno de contradicciones que se ponen m¨¢s que nunca en evidencia en el momento en que decide esconder en su casa a una adolescente jud¨ªa vecina a la que salva de la terrible la redada del Vel d¡¯Hiv de 1942, en la que fueron deportados 13.000 jud¨ªos a campos de exterminio nazi. ?Un rasgo de humanidad, mera lascivia vista la obsesi¨®n sexual que muestra el inspector con la joven vecina, o una maniobra fr¨ªamente calculada para guardarse las espaldas en caso de que, como cada vez parece m¨¢s claro, los alemanes no vayan a ganar la guerra?
Sadorski ¡°no es el malo. No es ni un monstruo ni un asesino en serie, ni un nazi al 100%¡±, precisa Slocombe sin aclarar la duda. ¡°De hecho, detesta a los alemanes, que considera tontos y arrogantes. Pero admira su eficacia en la represi¨®n policial. Es un peque?o burgu¨¦s arribista y sobornable que ama el orden. Ese tipo de individuos que, en Alemania, compuso la base electoral del partido de Hitler a comienzo de los a?os 1930¡±, acota el escritor (Par¨ªs, 1953) en un largo correo electr¨®nico.
Tras la aparici¨®n en 2017 de L¡¯¨¦toile jaune de l¡¯inspecteur Sadorski (La estrella amarilla del inspector Sadorski), el segundo tomo de las novelas de Slocombe ¡ªque a¨²n no han hallado una editorial dispuesta a traducirlas al espa?ol, lamenta su editor, Glenn Tavennec, de la casa editorial Robert Laffont¡ª, el diario Le Monde apuntaba que es dif¨ªcil hallar en la novela negra un inspector m¨¢s ¡°antip¨¢tico¡± que Sadorski. Pero que, a la vez, ejerce un irresistible atractivo, aunque solo sea por la necesidad naif de creer que algo bueno tiene que tener este personaje tan repelente que sin embargo engancha al lector p¨¢gina tras p¨¢gina (y las novelas de Slocombe no bajan de las 400).
¡°En general, en las novelas situadas en la ocupaci¨®n, el h¨¦roe es o bien un resistente o un simpatizante de la Resistencia (detective privado, periodista, polic¨ªa, etc) o bien una v¨ªctima (una joven jud¨ªa, por ejemplo). Luego est¨¢n los personajes intermedios, m¨¢s ambiguos, como el polic¨ªa alem¨¢n Bernhard Gunther en la serie de Philip Kerr¡±, explica Slocombe. ¡°Yo quer¨ªa ir todav¨ªa m¨¢s lejos: no hacer ninguna concesi¨®n, ni respetar tab¨² alguno, y crear un h¨¦roe realmente abyecto del que el lector, a la par asqueado y fascinado, no podr¨¢ despegarse hasta el final de la historia¡±.
Adem¨¢s, agrega Slocombe, de origen franco-brit¨¢nico, ¡°L¨¦on Sadorski es el gu¨ªa perfecto para introducir al p¨²blico de hoy en d¨ªa en el Par¨ªs de 1942-44 y mostrarle c¨®mo pasaban las cosas de verdad¡±.
Y las cosas ¡°de verdad¡±, en el Par¨ªs de la ocupaci¨®n, estaban lejos de ser esa retah¨ªla constante de actos valerosos de la resistencia que han destacado buena parte de la literatura y cine de las ¨²ltimas d¨¦cadas (con muy honrosas excepciones). La historia francesa tambi¨¦n la escribieron, d¨ªa a d¨ªa, miles de ciudadanos que no solo no se revolvieron contra los nazis ni el r¨¦gimen de Vichy ¡ªque, no olvidemos, colabor¨® activamente y con entusiasmo con la fuerza ocupadora¡ª sino que los vitorearon y ayudaron denunciando a compatriotas jud¨ªos y opositores pol¨ªticos.
Unas escenas que describe con maestr¨ªa y gran detalle Slocombe, que para ello se ha apoyado en una abundante documentaci¨®n, como los archivos de la prefectura de polic¨ªa de Par¨ªs, de libre acceso para el periodo de la ocupaci¨®n, explica, o los peri¨®dicos colaboracionistas que se pueden descargar de la Biblioteca Nacional. Con este material, Slocombe construye una novela negra at¨ªpica ¡ªadmite haber ¡°demolido¡± voluntariamente los ¡°c¨®digos tradicionales¡± del g¨¦nero¡ª donde los casos son apenas una excusa para describir mejor el sombr¨ªo panorama del Par¨ªs de la II Guerra Mundial desde la inusual perspectiva del colaboracionismo desde dentro.
Las novelas de Sadorski vienen precedidas de un aviso de que ¡°ni el autor ni el editor avalan las declaraciones del personaje principal¡± de los libros. ¡°Pero son el reflejo de su ¨¦poca, como pueden presagiar otras que nos esperan¡±, agrega la nota al lector. Una advertencia necesaria, considera Slocombe. Justo estos d¨ªas, el Ministerio del Interior franc¨¦s constataba un aumento del 27% de hechos ¡ªacciones y amenazas¡ª antisemitas en 2019 con respecto al a?o anterior. Por eso, insiste Slocombe, es importante no olvidar la historia. La saga contin¨²a con la aparici¨®n en octubre del cuarto tomo y primera parte de la segunda trilog¨ªa, dedicada a la colaboraci¨®n con la Gestapo y que llegar¨¢, promete Slocombe, hasta la liberaci¨®n de Par¨ªs. Hay Sadorski, pues, para rato.
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