Aprender historia tambi¨¦n es tarea de ni?os
Los expertos en educaci¨®n coinciden en la relevancia de la materia en la infancia
El mito, el relato explicativo, la narraci¨®n del pasado tra¨ªda al presente es tan antigua como la presencia del hombre sobre la faz del planeta. Encontramos mitos en el origen de toda comunidad, los vemos definir el car¨¢cter de sus miembros, atisbamos los comportamientos que en estos anticipan, y los que les recomiendan; tambi¨¦n los ideales que promueven y aquello que se deriva de su cumplimiento. La presentaci¨®n de Plat¨®n del alma como un auriga (o cochero) que, desde su capacidad para razonar, dirige dos caballos alados, uno noble y bueno y otro despreciable y pasional; las peripecias del rey Gilgamesh en la epopeya que lleva su nombre ¡ªla primera narraci¨®n ¨¦pica conocida, de hace 4.000 a?os¡ª; o los viajes de Ulises por el Mediterr¨¢neo nacen de la aspiraci¨®n de los humanos por comprender la historia, real o ficticia, de aquello que les precedi¨®.
El conocimiento hist¨®rico, en sus formas m¨¢s rudimentarias, ha formado parte del equipaje vital de los individuos desde el comienzo de los tiempos. No deber¨ªa sorprender, por tanto, que la historia, como las matem¨¢ticas o las ciencias naturales, estuviera entre las materias que primero se abordan en los sistemas educativos. Los m¨¢s j¨®venes aprender¨ªan a conocer y a vincular sucesos del pasado de la misma manera que hallan los divisores de un n¨²mero o interiorizan las relaciones entre seres vivos que definen los ecosistemas m¨¢s primarios.
Esto ha sido durante a?os, sin embargo, un recurrente objeto de debate. En Espa?a, a partir de los a?os setenta la historia fue desplazada de la educaci¨®n primaria y una generaci¨®n solo la comenz¨® a conocer en etapas educativas posteriores, como cuenta Mario Carretero, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Cognitiva de la Universidad de Madrid. En su lugar, otras ciencias sociales, principalmente la sociolog¨ªa, suplantaron su espacio. ¡°Era algo que resultaba razonable. Hab¨ªa estudios de referencia que lo aconsejaban y que resultaban razonables, pues hasta aproximadamente los 12 a?os, con la llegada de la pubertad, no se produce la revoluci¨®n cognitiva que permite comprender cuestiones abstractas¡±, apunta el experto, quien, no obstante, puntualiza que lo anterior ¡°no quiere decir que no se deban presentar contenidos hist¨®ricos¡± antes de esa edad.
Con el paso del tiempo y gracias a diferentes estudios, la historia ha ido recuperando el espacio perdido. Comenz¨® a asumirse que aptitud y deseo son realidades muy vinculadas y que el inter¨¦s de un ni?o por un puente o un acueducto romano es un indicio del entusiasmo en el que se puede convertir una simpat¨ªa aparentemente extraescolar. ¡°Los programas educativos estaban subestimando las capacidades de asimilar conocimientos sobre la historia. Aquello era como impedirle a un beb¨¦ mover su cuerpo antes de aprender a andar¡±, apunta Paula Jard¨®n, profesora de Did¨¢ctica de las Ciencias Sociales en la Universitat de Val¨¨ncia. ¡°Adem¨¢s, se comenzaban a publicar estudios que indicaban que la comprensi¨®n del tiempo ten¨ªa lugar incluso antes de cumplir cinco a?os y que era posible realizar ordenaciones de hechos con menos de ocho. La cuesti¨®n no era de aptitudes, sino de elecci¨®n de contenidos¡±, a?ade la experta.
En paralelo, los avances en la investigaci¨®n y la determinaci¨®n de parte del profesorado consiguieron que la historia dejara de presentarse como un relato cerrado y externo al alumno. Hoy se abre paso un cambio de paradigma en las emociones desde el que se ense?a esta materia: una aproximaci¨®n m¨¢s cosmopolita sustituye al tradicional enfoque nacional que ha primado hasta ahora.
En esta l¨ªnea, Nicol¨¢s Mart¨ªnez, profesor investigador de Pedagog¨ªa en la Universidad de Murcia, apuesta por romper con la idea de ¡°un ¨²nico relato posible¡±. Defiende que la ense?anza de la historia ¡°solo est¨¢ completa si el alumno realiza su propia narraci¨®n, de tal forma que derive de ella alguna relevancia para el presente¡±. La conexi¨®n con el pasado solo ser¨ªa posible, seg¨²n este enfoque, cuando lo colectivo pasa el filtro de lo individual. Una interpretaci¨®n que implica que la historia solo se conoce en su devenir, a trav¨¦s de una l¨ªnea temporal que se prolonga hasta hoy y que es diferente en cada alumno.
Pero si bien el relato gran¨ªtico ha dado paso a la construcci¨®n de distintas narrativas, la libertad imaginativa no puede ser absoluta, coinciden los expertos. ¡°Parte de la tarea de los docentes tambi¨¦n es la de complementar las interpretaciones de los estudiantes, en especial cuando estas proceden de fuentes parciales y discutibles¡±, abunda Mart¨ªnez.
Todo ejercicio innovador debe permitir la conciliaci¨®n del estudiante, defienden los expertos. Por esa raz¨®n, apuestan por fomentar las actividades en las que el alumno reflexiona a partir de fen¨®menos con los que se da de bruces en al calle. Entender la secuencia hist¨®rica que explica el racismo o la intolerancia no est¨¢ al alcance de un ni?o, pero indagar en sus causas sociales ¡°s¨ª es para ellos un ejercicio recomendable¡±, argumenta Carretero, pues ¡°ayuda a reconocer v¨ªnculos e introducir ideas¡± ¨²tiles en etapas educativas posteriores.
¡°La clave est¨¢ en la narrativa¡±, apunta Enrique Castillejo, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos. ¡°Los ni?os est¨¢n acostumbrados a leer cuentos. En este h¨¢bito hay un terreno f¨¦rtil para la historia, aunque m¨¢s all¨¢ de determinados recursos, lo fundamental es c¨®mo se formula el objetivo y c¨®mo se dise?a la estrategia¡±, subraya. Junto a los cuentos, pel¨ªculas y videojuegos que incluyen est¨¦ticas u otros componentes hist¨®ricos ganan terreno. ¡°Ofrecen contextos de interpretaci¨®n, despiertan la imaginaci¨®n y, en cuanto narraciones, desarrollan el pensamiento complejo e introducen emociones¡±, recuerda la profesora Jard¨®n.
Emergencia clim¨¢tica y g¨¦nero
Estos nuevos enfoques dan cabida a temas que la sensibilizaci¨®n social ha comenzado a subrayar como imprescindibles. Introducir una historia que haga justicia a las mujeres en la configuraci¨®n del presente o al car¨¢cter hist¨®rico de los fen¨®menos clim¨¢ticos se perciben hoy como tareas inaplazables. Para Jard¨®n, este es un error que se repite: ¡°El g¨¦nero no solo est¨¢ excluido por la ausencia de determinadas tem¨¢ticas, tambi¨¦n por la falta de mujeres en los libros, tanto en textos como en im¨¢genes¡±.
Lo mismo ocurre con los actuales tratamientos de la crisis clim¨¢tica, ¡°desconectada en ocasiones de sus evidencias hist¨®ricas y geogr¨¢ficas¡±, resume la experta.En una sociedad en continua evoluci¨®n, la vanguardia educativa apuesta por una aproximaci¨®n de los ni?os a la historia inmersiva, imaginativa y donde el conocimiento tenga una funci¨®n pr¨¢ctica. Para el pasado quedan las relaciones interminables de los reyes godos o el chorreo de fechas. La clave pasa por una vuelta a los or¨ªgenes: al cuento, al relato emancipador, al mito.
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