Desde los tropiezos de la peque?a ¨®pera
'Into the Little Hill', en los Teatros del Canal, es una recreaci¨®n tenebrosa y deslumbrante del c¨¦lebre 'Flautista de Hamelin'
Into the Little Hill. M¨²sica, George Benjamin. Libreto, Martin Crimp. Direcci¨®n art¨ªstica, Marcos Morau. Direcci¨®n musical, Tim Murray. Orquesta Titular del Teatro Real. Coreograf¨ªa: Marcos Morau, Lorena Nogal, Marina Rodr¨ªguez, Angela Boix, N¨²ria Navarra. Int¨¦rpretes: Camille Merckx, mezzosoprano; Jenny Daviet, soprano; ?ngela Boix, bailarina, N¨²ria Navarra, bailarina; Lorena Nogal, bailarina; Marina Rodr¨ªguez, bailarina. Teatros del Canal, Sala Verde. 11, 13, 14 y 15 de febrero.
La pareja formada por el compositor George Benjamin y el dramaturgo Martin Crimp han desarrollado en apenas tres ¨®peras una sociedad l¨ªrica imbatible. El punto cero de esta asociaci¨®n asombrosa se encuentra en una peque?a ¨®pera que concentra en su interior un mundo de sugestiones que ha relegitimado el modelo. Into the Little Hill, en los Teatros del Canal, es una recreaci¨®n tenebrosa y deslumbrante del c¨¦lebre Flautista de Hamelin. Para Crimp, esas ratas del cuento que deben ser eliminadas son un trasunto de cualquier exterminio humano. La hija del ministro las ve con abrigo, cochecitos de ni?os y beb¨¦s que caen al suelo y son pisoteados por la multitud que huye. M¨¢s claro, el agua.
Pero, lo que hace fundacional esta ¨®pera, en sus apenas 36 minutos, es que se narra desde dos simples voces, al modo de un cuentacuentos, lo que confiere a la convenci¨®n una potencia metaf¨®rica que explotar¨ªa en las dos ¨®peras posteriores de la pareja, la tercera y ¨²ltima, por cierto, se ver¨¢ en el Teatro Real la temporada pr¨®xima. Ambas cantantes, soprano y contralto, cuentan la historia, se convierten en los personajes y, con la naturalidad de una f¨¢bula, exponen la trama.
Algo tan sencillo se convierte en un hallazgo de enorme poder oper¨ªstico, en plena desaz¨®n de convenciones l¨ªricas con las que se ha despertado el siglo XXI.
Into the Littel Hill, con sus quince int¨¦rpretes, dos cantantes y poco m¨¢s, se ha interpretado en numerosos espacios. Eso s¨ª, deben ser excelentes. La ¨®pera la estren¨® el Ensemble Modern de Frankfurt y la ha retomado frecuentemente London Sinfonietta, por hablar de dos cimas del estilo moderno. Las dos cantantes, a su vez, deben mostrar prestaciones vocales muy notables. Pero para la parte esc¨¦nica vale casi un caf¨¦. De hecho, circula por internet un v¨ªdeo en el que el Modern, y Benjamin como director se desplazan al caf¨¦ de un teatro de ¨®pera al sufrir un contratiempo. En la Bastilla, en su estreno de 2006, tambi¨¦n se situaron en un espacio de reducido tama?o, y en el Liceu de Barcelona, cuando a¨²n lo dirig¨ªa Matabosch, se realiz¨® una puesta en escena ejemplar en el Foyer.
En esta su presentaci¨®n en Madrid, la cosa se ha enredado m¨¢s. Se ha optado por una versi¨®n sobrecargada de gestos teatrales, con una visi¨®n coreogr¨¢fica de la compa?¨ªa La Veronal. Esta compa?¨ªa, dotada de una caligraf¨ªa danc¨ªstica muy sugestiva, se ha lanzado a superponer ideas teatrales abstractas, acompa?adas por un baile de movimientos de transformaci¨®n de atrezo que, pese a su calidad de concepto y realizaci¨®n, solo a?aden confusi¨®n narrativa a una historia que, de todos modos, sobrevive y transmite toda su fuerza terror¨ªfica desde sus elementos l¨ªricos b¨¢sicos: las voces de la soprano Jenny Daviet y la mezzo Camille Merckx; espl¨¦ndidas en sus cometidos vocales y elegantes sorteando bailarinas y diversos obst¨¢culos.
El grupo instrumental merece menci¨®n especial. Dirigidos por el brit¨¢nico Tim Murray, se adaptan maravillosamente a unas partichelas de alt¨ªsimo nivel. M¨¢xime cuando el exquisito grupo cuenta con instrumentos muy poco habituales en una orquesta, aunque frecuentes en los grupos contempor¨¢neos: dos cornos di basseto, un clarinete contrabajo, dos cornetas, un cimbalum, un banjo o una mandolina, que se acoplan al ripieno m¨¢s habitual de cuerdas, flautas (con una flauta bajo que tambi¨¦n tiene su secreto) y un tromb¨®n.
En suma, una v¨ªa rara de proponer lo que puede ser el Orfeo del siglo XXI. Pero es que Madrid es as¨ª.
Babelia
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