Sergio Dalma propugna el baile despegado para sus 30 a?os de canci¨®n
El cantante catal¨¢n debuta en el Teatro Real con un espect¨¢culo en¨¦rgico y rejuvenecido que le aparta de su perfil de baladista rom¨¢ntico
Podr¨¢s llevar 30 a?os recorriendo medio planeta, conquistando plat¨®s y vendiendo discos a pu?ados, pero una visita al Teatro Real siempre tiene algo de rev¨¢lida. Sergio Dalma guardaba la fecha marcada con fosforescente chill¨®n en el calendario e irrumpi¨® motivad¨ªsimo en tan anheladas e ilustres tablas. El paseo matinal por el Retiro y la comida liviana dieron resultado, que en las citas decisivas hay que cuidar todos los detalles para que el triunfo no se malogre. As¨ª que Sergi Capdevila, con sus impecables 55 a?os a cuestas, pas¨® el domingo, 1 de marzo, por la madrile?a plaza de ?pera como un hurac¨¢n, a sabiendas de que el entorno le ser¨ªa propicio: en menos de media hora, hasta tres admiradoras se hab¨ªan levantado de sus butacas para entregarle sendos ramos de flores, mientras una cuarta le ofrendaba una caja envuelta con papel de regalo de grandes almacenes. Lo que se dice tener al p¨²blico de tu parte.
"Muchos y muchas ven¨ªais con vuestros padres y ahora ven¨ªs con vuestros hijos", se admiraba el de Sabadell en las salutaciones. No hay manera de afearle nada en la actitud a un hombre que utiliza el lenguaje inclusivo, exhibe una oratoria impecable y ha mejorado mucho con los a?os su manejo vocal, siempre sobrado de unos recursos que ahora dosifica con menos afectaci¨®n y mucha m¨¢s naturalidad. Que planta cara a los cincuenta y tantos con traje granate, camisa negra estampada y deportivas blancas. Y que sabe burlarse de s¨ª mismo cuando, tras proponer a su p¨²blico ¡°un viaje¡±, matiza: ¡°Es gratis, os lo dice un catal¨¢n¡±.
Todo eso est¨¢ muy bien. Mucho m¨¢s dudosa es la decisi¨®n de abrir este festejo del trig¨¦simo aniversario con un popurr¨ª de un cuarto de hora durante el que se masacra una docena de t¨ªtulos. Quiz¨¢ se trate de sacar pecho en torno a un repertorio tan nutrido, pero el troceo malbarata los originales, los convierte en un corta y pega de fragmentos inconexos, los priva de valor. El invento se adorna con un traj¨ªn de auxiliares que entran y salen para colocar una plataforma, cambiarla de sitio, quitar y mover una banqueta o, a¨²n m¨¢s extra?o, hacer bulto y bailotear durante La vida pasa, una escenificaci¨®n m¨¢s torpona que emotiva.
Lo bueno de las malas decisiones de partida es que, una vez consumadas, todo evoluciona a mejor. Y Dalma, que dispone de un poderoso sexteto de m¨²sicos y much¨ªsimas horas de vuelo, juega todas las bazas para desactivar los lugares comunes sobre su ic¨®nica condici¨®n de cantante mel¨®dico y ultrarrom¨¢ntico. En 125 minutos da tiempo a concesiones, claro, al balad¨®n de vena hinchada (A buena hora o Mi historia, inevitable d¨²o con su percusionista, Alicia Araque). Pero Bandera blanca es pop enf¨¢tico con coros en trance y un par de guitarras el¨¦ctricas en liza, Joven loco desalmado se esfuerza a su manera por acercarse al soul y hasta Bailar pegados, una bandera m¨¢s aparatosa que la de Col¨®n, se transfigura en versi¨®n euforizante y medio tecno (cr¨¦annos). Y con exhibici¨®n inicial a pleno pulm¨®n, sin micr¨®fono, para delirio del paisanaje. Incluso de la dama que se apost¨® en primera fila ataviada con una aparatos¨ªsima mascarilla.
Tal vez el coronavirus nos aboque a bailar despegados, pero Sergio Dalma quiso obligarnos a prescindir de las butacas. Tras el himno del ¡°abrazad¨ªsimos¡±, la p¨ªcara y discotequera El diablo dentro sirvi¨® para despegar las escasas posaderas que a¨²n se aferraban a los sillones. Y a partir de La vida empieza hoy, medio centenar de muchachas, sin un solo representante del g¨¦nero minoritario, se apostaron junto al escenario para poner las stories de su Instagram en tr¨¦mula efervescencia.
Era la noche de Capdevila, sin aditivos. En formato de rock mel¨®dico, funk italianizante o conquista amorosa frente al piano, pero siempre con su impronta. La ¨²nica aportaci¨®n externa llegar¨ªa con Donna, pop de silbidito junto a Andr¨¦s Ceballos (Dvicio), otro rom¨¢ntico guapet¨®n, pero con 30 a?os menos, el pelo perfectamente pigmentado y la camisa a medio desabotonar. El resto fue Dalma en vena, aunque para Esta chica es m¨ªa, hija de otros tiempos, intente limar suspicacias advirtiendo de que el amor ¡°nunca puede ser posesivo, sino libre¡±.
La artiller¨ªa italiana, que le ha funcionado a nuestro protagonista durante tres ¨¢lbumes, qued¨® relegada a la media docena de bises, que merecer¨ªan la pena aunque solo fuera por el acierto de desempolvar Este amor ya no se toca, el fugaz y contagios¨ªsimo ¨¦xito de la mexicana Yuri que adaptaba el cl¨¢sico de Gianni Bella. Han transcurrido mucho m¨¢s de tres d¨¦cadas de aquello, demostraci¨®n fehaciente de que la vida transcurre en un suspiro. La clave est¨¢, como con el bueno de Sergio Dalma, en saber c¨®mo no traicionarse, aprovechar las ense?anzas y hasta disponer de un estilista amigo de las estridencias crom¨¢ticas. Al final, ni covid-19 ni viruelas.
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