Elizabeth Duval: ¡°Ser trans no significa tanto en mi vida¡±
La joven escritora publica 'Reina', una primera novela en clave autobiogr¨¢fica donde relata su experiencia como estudiante de Filosof¨ªa y Letras en la Sorbonne de Par¨ªs, su ciudad desde hace dos a?os
En su pa¨ªs, Elizabeth Duval (Alcal¨¢ de Henares, 2000) es una estrella medi¨¢tica. En Par¨ªs, en cambio, es solo una estudiante universitaria m¨¢s. La joven escritora cursa el doble grado de Filosof¨ªa y Letras Modernas en la Sorbonne, donde se funde en una masa de alumnos que cargan con tote bags y engullen paninis veganos bajo el t¨ªmido sol que entra en el patio. ¡°Par¨ªs es una manera de alejarme de esa existencia como figura p¨²blica¡±, escribe en Reina (Caballo de Troya), su primera novela autobiogr¨¢fica, a falta de un nombre mejor. El libro es, a la vez, una autoficci¨®n y una cr¨ªtica a su imp¨²dico dispositivo. ¡°Es un libro escrito a rega?adientes, que no quiere ser le¨ªdo. Lo que me interesaba era reflexionar sobre la dif¨ªcil posici¨®n en la que te sit¨²a firmar un libro as¨ª, contar un relato con la parte morbosa que implica toda literatura del yo¡±, responde la autora. En el libro, que recoge sus primeros meses como estudiante en Par¨ªs, Duval relata c¨®mo se pincha triptorelina para bloquear la producci¨®n de testosterona en su cuerpo. Pero tambi¨¦n, o sobre todo, narra su peculiar historia sentimental con Aurore, las tesis sobre las relaciones subterr¨¢neas de su ¨ªntimo amigo Th¨¦o y su breve rollo con Rebecca, una joven que logr¨® fundamentar buena parte de su memoria de posgrado en que Sylvia Plath era lesbiana y estaba carcomida por la heterosexualidad (el jurado le dio la raz¨®n).
La profesora de historia del arte del siglo XVII no se ha presentado esta ma?ana de marzo, por lo que Duval ¨Cvestida de negro estricto, salvo por un malet¨ªn en falso cuero rojo¨C aprovecha para responder correos en su Mac de ¨²ltima generaci¨®n. A unos metros, dos estudiantes discuten: ¡°Desconf¨ªa del anarquismo, Marion, ?no puedes hacer una lectura teleol¨®gica de la historia!¡±. Junto a ellos, dos j¨®venes profesores, facs¨ªmiles de Louis Garrel en versi¨®n realista, est¨¢n enzarzados en otra disputa de envergadura: ¡°?Basta ya de verlo todo como una relaci¨®n de dominaci¨®n! Mi mujer, sin ir m¨¢s lejos, ejerce una gran potestad intelectual sobre m¨ª...¡±. Debe tratarse de ese lugar que, en el libro, la autora califica de "Barrio S¨¦samo de la militancia". La vida de Duval transcurre, como la de tantos estudiantes de Letras, en este territorio rayano con la parodia, sorbiendo t¨¦s en la terraza de la Mezquita de Par¨ªs ¨Cdonde acab¨® de revisar Reina¨C y en las barras de bares como Le Nouvel Institut, conocido por sus pintas a tres euros, o La Petite, en plena Place de la Contrescarpe, epicentro de ese Par¨ªs insoportablemente pintoresco que ya solo toleran los turistas.
Entre Lacan y Bad Bunny
Pese a todo, su domicilio oficial se encuentra en La Queue-en-Brie, un ¡°pueblo desde?able de nombre rid¨ªculo¡± ¨Cen argot, queue es el miembro viril¨C situado a hora y media de distancia del centro, donde comparte piso con otra estudiante espa?ola pagando 500 euros por cabeza. Aun as¨ª, la escritora pasa la mayor¨ªa de sus noches en el barrio parisino de Belleville ¨Cen territorio bobo, o bourgeois boh¨¨me¨C, donde vive su pareja, una estudiante a la que cita de pasada en el libro y que se acab¨® volviendo algo m¨¢s que una amiga. ¡°Pese a que tenga mis ingresos, mis padres me siguen ayudando. Si no, ser¨ªa imposible seguir en una ciudad con un coste de vida tan elevado¡±, admite. Subsiste sin m¨¢s lujos que beber ca?as y comer fuera, comprar libros y pagarse un abono mensual para el cine y otro anual para el teatro. El s¨¢bado bail¨® lo nuevo de Bad Bunny en un centro asociativo del barrio. El domingo se qued¨® en casa y vio Las chicas del cable. El lunes ley¨® a Saussure y a Bola?o. El ep¨ªgrafe del libro lo firman Lacan y Derrida. ¡°Al principio, iban a ser C. Tangana y Rosal¨ªa¡±, confiesa. En clase, algunos compa?eros hispanohablantes la reconocen. A veces le llaman ¡°la estrella¡±. ¡°Me hace gracia¡±, sonr¨ªe ella.
Hace dos a?os que la escritora divide su tiempo entre la capital francesa y Madrid. ¡°Son dos nostalgias distintas. Madrid hace ver que el pasado no existi¨®. Par¨ªs lo recuerda sin cesar¡±, dice. Pese a la contrastada sequedad de los aut¨®ctonos, el proceso de aclimataci¨®n no le cost¨®. Para empezar, dominaba la lengua ??¨Cempez¨® a tomar clases en 3? de ESO y luego se pas¨® a la secci¨®n francesa¨C y ten¨ªa cierta afinidad de temperamento. ¡°Tengo un car¨¢cter m¨¢s fr¨ªo que la media espa?ola. En muchos casos, la distancia de los franceses no me molesta tanto. Tolero bastante bien la idea de dejar absolutamente en paz al otro. Esa noci¨®n casi neoliberal del individuo como una isla me conviene...¡±.
Al atardecer, Duval da cita en La Plaine, un peque?o bar sin atributos pegado al cementerio de P¨¨re Lachaise, en ese Par¨ªs desvencijado, pero mucho m¨¢s habitable, donde pasa sus noches. Pide al camarero magreb¨ª dos pintas de 1664. ¡°Ya no son horas de caf¨¦¡±, decreta. Hacia el final del libro, escribe: "?Qu¨¦ ficci¨®n hay en Par¨ªs como para quedarse y privar a quienes quieres de tu presencia? Da la sensaci¨®n de que quieres encontrar algo en Par¨ªs que ya no existe, que dej¨® de existir hace mucho¡±. Se refiere ¡°a esa fantas¨ªa de libro de Vila-Matas", a quien parodia voluntariamente, "al hecho de vivir en una peque?a buhardilla y en un ambiente cultural efervescente, entre decorados bell¨ªsimos...¡±. Todo parisino de adopci¨®n sabe que esa ilusi¨®n no tarda en desvanecerse. Se quedan en la ciudad quienes, superado ese brutal desenga?o, siguen apreciando lo que tienen ante sus ojos. ¡°Por ejemplo, yo cre¨ª que estudiar¨ªa en la Sorbonne, pero me encontr¨¦ en la facultad de Tolbiac, una ci¨¦naga con torres de 21 plantas en el extremo este de la ciudad. Par¨ªs es una urbe llena de edificios feos, con mucho ruido y una rigidez tremenda. Los ex¨¢menes son el colmo del cartesianismo: te obligan a desarrollar tus ideas con tesis, ant¨ªtesis y s¨ªntesis¡±. Y, sin embargo, aqu¨ª sigue.
"Llam¨¦ 'se?oro' a Paul B. Preciado"
En el libro, Duval admite echar de menos algunas cosas. Por ejemplo, a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. ¡°S¨ª, aunque solo cuando estoy borracha¡±, puntualiza. ¡°Ha ganado puntos con el tiempo, respecto a la degeneraci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez, por ejemplo. Hay ocho millones de cosas criticables y yo nunca he votado al PSOE, pero sigo considerando que Zapatero es el mejor presidente que hemos tenido en democracia¡±. En Reina, la autora tambi¨¦n critica a Paul B. Preciado, a quien despoja de su estatus de intocable de la teor¨ªa queer. Le afea que, en su libro Un apartamento en Urano, el autor escriba que no se considera ¡°ni hombre ni mujer¡±, sino ¡°un disidente del sistema g¨¦nero-g¨¦nero¡± que desde?a esas viejas categor¨ªas. ¡°Intercambiamos mensajes hace unos meses, porque se molest¨® cuando le llam¨¦ se?oro en un art¨ªculo¡±, dice Duval, que se excus¨® ante su enfado. ¡°Sin embargo, es sintom¨¢tico que la portavoc¨ªa intelectual de lo trans la ejerzan siempre los hombres, como Preciado, Miquel Miss¨¦ o Lucas Platero. Ellos pueden reivindican la no binariedad todo lo que quieran, pero por las noches no pasan miedo cuando vuelven a casa. Si eres t¨² quien provoca ese miedo y no quien lo siente, debes tomar conciencia de que no est¨¢s en la posici¨®n del oprimido y que, lo quieras o no, tambi¨¦n ejerces el patriarcado¡±, responde Duval. Para ella, el g¨¦nero no ha desaparecido, sino que sigue "tan polarizado como siempre".
La escritora reacciona ante la irrupci¨®n de ese feminismo transexcluyente que marc¨® la celebraci¨®n del pasado 8-M: ¡°Me parece triste, porque este grado de violencia impide la emergencia de una conversaci¨®n serena sobre cuestiones como el feminismo, las identidades o el g¨¦nero como sistema, que son temas debatibles. Se?alar al transactivismo como caballo de Troya dentro del feminismo me parece absurdo. Se explica por la disputa por la hegemon¨ªa del feminismo entre la vieja guardia y los corrientes actuales, sobre el trasfondo de la contienda pol¨ªtica entre el PSOE y Podemos¡±. Duval cree que ese conflicto surge de la importaci¨®n en Espa?a ¡°de an¨¢lisis y conceptos anglosajones¡± y que se explica por ¡°la mediocridad de la intelectualidad espa?ola, su incapacidad para generar ideas y contextualizaciones propias y su servilismo ante la hegemon¨ªa intelectual yanqui¡±, seg¨²n recita leyendo un texto de su m¨®vil, que formar¨¢ parte de un ensayo sobre la cuesti¨®n trans que prepara para 2021. ¡°En realidad, las relaciones de g¨¦nero no tienen que ver, en el d¨ªa a d¨ªa, con la genitalidad. Una enorme cantidad de los hombres que se me acercan por la calle probablemente me imaginen con vulva. Es una cuesti¨®n de percepci¨®n y no de realidad, que no soporta un an¨¢lisis de brocha gorda¡±, opina la autora. ¡°Yo no tengo miedo por m¨ª misma, porque ostento cierto capital cultural, pero esa violencia puede reproducirse hacia gente m¨¢s vulnerable. Y eso s¨ª me asusta un poco¡±.
Los recelos que despierta su persona, convertida en diana de innumerables ataques en las redes en los ¨²ltimos meses, podr¨ªan ser producto de cierta sobreexposici¨®n medi¨¢tica, que arranc¨® a los 14 a?os con una recordada aparici¨®n en El intermedio. ¡°Era una versi¨®n c¨®moda de lo que ser trans significaba. Me aprovech¨¦ de ello¡±, admite en el libro. Hacia el final de la entrevista, Duval apuntar¨¢ a otros factores. ¡°Es una cuesti¨®n de envidia y de frustraciones cong¨¦nitas de algunas personas, y de c¨®mo suelen menospreciar tus logros en funci¨®n de las etiquetas que se te adjudiquen socialmente¡±, afirma. Por ejemplo, odia que la presenten como escritora trans y lesbiana. ¡°?Qu¨¦ influencia tiene eso en lo que hago? Mi nuevo poemario lo pudo escribir un hombre...¡±, dice sobre Excepci¨®n, reci¨¦n publicado por Letraversal. ¡°En Reina, la palabra trans aparece un total de cinco veces. Lo trans es una realidad que me ha sucedido, pero tampoco significa tanto en mi vida. No sabr¨ªa decir en qu¨¦ var¨ªa mi existencia por el hecho de ser trans, m¨¢s all¨¢ de tener que ponerme un parche cada cierto tiempo¡±. El libro termina con el incendio de Notre Dame, pese a que al final la catedral no se derrumbe, priv¨¢ndola de un apote¨®sico desenlace. Acabar¨¢ encontrando otro que lo iguala o supera: "Vengo de una larga estirpe: Don Quijote, Madame Bovary; Flaubert con sangre alcala¨ªna", escribe en esa recta final, donde pondr¨¢ en duda la solidez de su propio edificio. "Y es que no me gusta vivir: me gusta escribir las cosas. Vivir es aburrid¨ªsimo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.