Kit de supervivencia cultural para el encierro (d¨ªa 3)
'Babelia' recomienda libros, discos, pel¨ªculas, series, c¨®mics y videojuegos para disfrutar en casa
![Personajes de 'Silver Surfer'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/G5YR2ITBWBOHS2TBGQDHLQ33IE.jpg?auth=a2a5a3193df969a64d9c292d2fce425e274432f7b123144a7811b45889f8f552&width=414)
¡®Babelia¡¯ propone un libro, un disco, una pel¨ªcula, una serie, un c¨®mic y un videojuego cada d¨ªa, mientras dure el confinamiento en los hogares y la par¨¢lisis del sector del ocio, para poder disfrutar de la cultura desde casa.
UN LIBRO: El entenado, de Juan Jos¨¦ Saer
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5DTLLOV36LUA7D7QHLJ7YWL4KU.jpg?auth=e37550cb36beca7811bf1ba21aea836437e8414eb1fde5bc402a4d83f40aa5d9&width=414)
?Existe una novela que pudi¨¦semos recomendar a un espectador enganchado a Gran Hermano amante de la literatura de viajes y a una catedr¨¢tica de Historia aficionada a la Antropolog¨ªa? Existe y tiene menos de 200 p¨¢ginas: se titula El entenado, la public¨® el argentino Juan Jos¨¦ Saer en 1983 y no tard¨® en ser reconocida como un hito de la literatura en espa?ol del siglo XX. A Espa?a lleg¨® en 1988, un a?o despu¨¦s de que Saer (1937-2005) ganara el premio Nadal, galard¨®n que, desgraciadamente, no sirvi¨® para que el lector medio se interesara por los autores latinoamericanos posteriores al boom.
?Por qu¨¦ El entenado ser¨ªa capaz de convencer a gente tan distinta (separada por un metro)? Porque tiene las dosis justas de aventura, intriga, reflexi¨®n y emoci¨®n. Narra las peripecias de un grumete espa?ol que, a principios del siglo XVI, se enrola en una expedici¨®n al R¨ªo de la Plata. Una vez all¨ª, los indios colastin¨¦s capturan a la tripulaci¨®n del barco y su fortuna de conquistador cambia radicalmente porque los colastin¨¦s tienen una virtud y un defecto: son pac¨ªficos pero antrop¨®fagos. As¨ª que se comen a todos los marinos menos a ¨¦l. ?Por qu¨¦? Esa es la pregunta que se hace el muchacho cada d¨ªa que convive con una tribu cuya lengua y gestos no entiende.
El entenado es una mezcla de relato de formaci¨®n e indagaci¨®n narrativa sobre aquello a lo que llamamos humanidad y civilizaci¨®n. ¡°Para algunos, no eran hombres; para otros, eran hombres pero no cristianos, y para la mayor¨ªa no eran hombres porque no eran cristianos¡±. Ese es el marco mental en el que se mueve un protagonista que no sabe por qu¨¦ sigue vivo ni hasta cu¨¢ndo. Y que antes de embarcarse se preguntaba sobre los indios lo mismo que aquellos a los que la informaci¨®n les llegaba de o¨ªdas: ?tienen gobierno?, ?propiedades?, ?c¨®mo defecan?, ?con qu¨¦ mano comen? ¡°Lo desconocido es una abstracci¨®n¡±, leemos en un pasaje, ¡°lo conocido, un desierto, pero lo conocido a medias, lo vislumbrado, es el lugar perfecto para hacer ondular deseo y alucinaci¨®n¡±. En esas seguimos. Javier Rodr¨ªguez Marcos
UN DISCO: Moondance, de Van Morrison
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FPFJTCEZKAQRCA5RTFJSRNXGKI.jpg?auth=f56084060ea496fc32147e891879dfcf67aa68149c98a5ea1d33fca4e94639b5&width=414)
Nunca un gru?¨®n reparti¨® tanta felicidad. El hombre siempre enfurru?ado llamado Van Morrison comienza a cantar en este disco al segundo de arrancar la primera canci¨®n, And It Stoned Me. Durante los pr¨®ximos 40 minutos el estado de ¨¢nimo del oyente se tornar¨¢ feliz, gozoso. Se llama Moondance y fue el trabajo que salv¨® la carrera de su autor, que ven¨ªa de un traspi¨¦s comercial con Astral Weeks (1968), un ¨¢lbum que solo con el paso del tiempo fue justamente valorado.
Moondance es el disco donde mejor canta uno de los mejores vocalistas de m¨²sica popular de la historia. Resulta sorprendente revisar datos sobre este ¨¢lbum. Morrison (Belfast, 1945) ten¨ªa solo 24 a?os cuando entr¨® a grabar esta obra inmaculada. Los profundos sentimientos que transmite el irland¨¦s en las diez canciones no son propios de un veintea?ero. Habr¨ªa que admitir que el cascarrabias siempre fue un hombre maduro azotado por los reveses y las felicidades de una vida larga y plena. Incluso con esa tierna de edad. En 1970 estaba rendidamente enamorado. De Janet Planet Rigsbee, con la que tuvo una hija, luego tambi¨¦n cantante, Shana Morrison (padre e hija han coincidido en el escenario en varias ocasiones).
Hay canciones de amor en Moondance dedicadas a Rigsbee, como Crazy Love o la misma Moondance. Son piezas que celebran: incluso la balada Crazy Love tiene un swing r¨ªtmico con el que es imposible contener el balanceo de cabeza. Es Moondance un disco de estribillos, de canciones tarareables (esos ¡°la, la, la¡± de Caravan), un ¨¢lbum que evoca a la naturaleza (hay letras que apelan al mar, al viento¡), perfecto para viajar mentalmente en estos momentos de reclusi¨®n. Pero sobre todas las cosas es una colecci¨®n de canciones que transmite optimismo. Moondance es una juerga al atardecer apta (y obligatoria) para todos los p¨²blicos. Carlos Marcos
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/A6ZSE5ESPE7ITRYRVFCQCOEMNU.jpg?auth=5bd45d15f094dc49b2bf24e157b52b69eeee3ffb7161953bd11bb9b06d8838ce&width=414)
Cualquiera que haya le¨ªdo la novela Soy leyenda, de Richard Matheson, publicada en 1954, sabr¨¢ que en esas p¨¢ginas se esconde una gran pel¨ªcula. Por desgracia, nunca ha tenido esa suerte. Probablemente porque el coraz¨®n del libro alberga una incre¨ªble reflexi¨®n sobre lo que mayor¨ªas y minor¨ªas, racismo y clasismo, leyenda y realidad. La historia se desarrolla entre enero de 1976 y enero de 1979, cuando una pandemia recorre el mundo infectando a la humanidad. En la pel¨ªcula, el personaje protagonista, encarnado por el inmenso Vincent Price, el cient¨ªfico Robert Morgan, advierte a su esposa al inicio de la infecci¨®n: ¡°No puedo aceptar la idea de una enfermedad universal¡±. Y ella pregunta temerosa: ¡°Este germen o este virus se transmite por el aire?¡±. ?Les suena? Los enfermos se convierten en una mezcla de vampiros y zombies, aunque conservan bastante inteligencia (en diversos grados). Por el d¨ªa, Morgan sale a cazarlos, por la noche se refugia en su mansi¨®n parapetado en perfume de ajo y otros trucos. Cae en la desesperaci¨®n ¨Cah¨ª aparece el gran talento de Prince capaz de pasar del llanto a la risa (su marca de la casa) sin pausa¨C para finalmente convertirse en el ¨²nico ser humano en la Tierra.
Matheson ya escribi¨® un guion en 1957 para que Fritz Lang dirigiera una versi¨®n producida por la Hammer. No pudo ser. L¨¢stima. Esta versi¨®n de 1964, rodada en Italia, es la mejor de las rodadas (la de Will Smith en 2007 est¨¢ atrapada por la norma de Hollywood de desesperanzar a las audiencias), aunque el escritor no acab¨® contento ni con el guion (que ¨¦l mismo empez¨®) ni con el reparto: no le gustaba Price. Sin embargo, el actor salva esta pel¨ªcula, accesible gratis online con un nuevo doblaje en espa?ol y en su versi¨®n original, recomendable por la formidable modulaci¨®n del int¨¦rprete. En las ¨²ltimas p¨¢ginas de la novela, atrapado por esos zombies, el protagonista, que ha reflexionado antes sobre las leyendas de los vampiros, se da cuenta que para el resto de los seres ¨¦l es extra?o, ¨¦l ser¨¢ leyenda narrada de generaci¨®n en generaci¨®n: ¡°Todos volvieron hacia Neville unos rostros p¨¢lidos. Nelville los observ¨® serenamente. Y de pronto comprendi¨®. Yo soy el anormal ahora. La normalidad es un concepto mayoritario. Norma de muchos, no de un solo ser humano¡±. Lo que nos lleva a la pandemia actual, ya que cuando pasen los meses, lo anormal ser¨¢ no haber sido infectado: ellos ser¨¢n leyendas. Gregorio Belinch¨®n
UNA SERIE: Years and Years
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/B2QXQQRKZH647SBFHEL3WRN43U.jpg?auth=9f50a638965fbe83e6083ee45a69f719e4113d9637af3997bf6463a2e19dcf25&width=414)
Antes de que el coronavirus pusiera patas arriba nuestra vida, los ciudadanos ya se hab¨ªan acostumbrado a convivir con una cotidiana incertidumbre. Las noticias sobre el Brexit y la irrupci¨®n de la extrema derecha eran (y siguen siendo) el pan nuestro de cada d¨ªa. Nos hemos acostumbrado a vivir tiempos raros en los que nadie sabe qu¨¦ se encontrar¨¢ a la vuelta de la esquina. Cuando la BBC estren¨® Years and Years el a?o pasado, se sab¨ªa muy poco sobre su contenido. ?Un drama familiar cruzado con una distop¨ªa sociopol¨ªtica? ?Pero qu¨¦ demonios? Sin embargo, la cosa funciona. A trav¨¦s del d¨ªa a d¨ªa de una familia de clase media brit¨¢nica, y con saltos temporales que permiten recorrer m¨¢s de una d¨¦cada en solo seis episodios, esta producci¨®n muestra las consecuencias sociales, pol¨ªticas, econ¨®micas, morales y tecnol¨®gicas de un mundo muy cercano al nuestro en el que los extremismos se han hecho con el poder.
A diferencia de otras distop¨ªas que imaginan ciudades con coches voladores, aqu¨ª las alteraciones son tan factibles, todo es tan real como el escalofr¨ªo que siente el espectador al ver c¨®mo una tonta decisi¨®n te puede dejar en la ruina sin poder hacer nada o te convierte de la noche a la ma?ana en un refugiado que lucha por salir adelante con toda la Administraci¨®n en contra. Esta creaci¨®n de Russel T. Davies golpea en las entra?as del espectador y le deja sin aliento con una narraci¨®n fren¨¦tica con tensi¨®n en aumento en cada episodio. Quien se atreva con ella, que se prepare para el viaje. Los seis cap¨ªtulos de la miniserie est¨¢n disponibles en HBO Espa?a. Natalia Marcos
UN C?MIC: Silver Surfer
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5MVEZNBXWSRQ5HPEM4RDINANRA.jpg?auth=ca96c042eca26d1f610c9a531ad8d2e256a4d61f067eac6096de0a752c870591&width=414)
El g¨¦nero de superh¨¦roes parece olvidar su humilde origen en las p¨¢ginas de los comic-books, aupado por el glamour de la gran pantalla, los impactantes efectos especiales y las abultadas recaudaciones de taquilla. El trasvase del papel al audiovisual es un hecho incuestionable, pero los superh¨¦roes en papel, fieles a sus personajes, se resisten a dar la batalla por perdida y aprovechan buscar nuevas perspectivas. Las peque?as editoriales aprovechan para crear personajes distintos, mientras las majors (Disney y ATT, alias Marvel y DC), cegadas ya por el vellocino de las multimillonarias taquillas, dejan que los autores y autoras puedan experimentar en el reducto impreso con los h¨¦roes que no llegan a la gran pantalla. Y en esa aldea resistente, la autor¨ªa demuestra de nuevo que la imaginaci¨®n es m¨¢s potente que millones de d¨®lares en efectos especiales.
Un buen ejemplo puede ser Silver Surfer, nuestro Estela Plateada, que hab¨ªa perdido en su paso cinematogr¨¢fico la potencia c¨®smica que le insufl¨® su creador, Jack Kirby, y que tan bien supieron interpretar dibujantes como John Buscema, acompa?ados de la grandilocuencia y pomposidad de los di¨¢logos de Stan Lee. Afortunadamente, la serie lleg¨® a las manos de Dan Slott, Mike y Laura Allred, que desarrollaron una saga (publicada en Espa?a en cinco vol¨²menes por Panini Comics) que reinventaba al personaje como un ingenuo pe¨®n de la grandeza c¨®smica del Universo Marvel. Mientras que los otros h¨¦roes se dedican a salvar el mundo, esta encarnaci¨®n de Estela Plateada plantea una doble historia de amor: por un lado, la que leemos, la historia de la joven Dan Greenwood y el plateado heraldo. Por otra, la de fondo, una declaraci¨®n de amor incondicional por el c¨®mic y el g¨¦nero, apasionada, convirtiendo al heraldo de Galactus en gu¨ªa de un viaje por la imaginaci¨®n desatada. ?lvaro Pons
UN VIDEOJUEGO: Red Dead Redemption 2
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BDIJK5E2ANVQAZAMD62JE2XIP4.jpg?auth=d72b7a0bf4c634de8502ba677cc0c6610f1fae0282c8e0d5aee1d286361f4d5d&width=414)
En el a?o 2018 ocurri¨® un milagro que trascender¨ªa la capacidad de los videojuegos para reformularse. Dos juegos (dos superproducciones) tomaron dos franquicias consagradas y las deconstruyeron creando as¨ª dos hitos. Los dos juegos se atrevieron a pasar, con mucho riesgo, por el ojo de dos agujas muy concretas, y el resultado fueron dos obras maestras. El primero es la fantas¨ªa mitol¨®gica griega God Of War (Sony, PS4), que pas¨® por el ojo de la aguja de la paternidad, transformando a su protagonista, el dios de la guerra Kratos, en padre. Y al juego en algo distinto. En algo mayor.
Pero no es el God of war el juego que inicia nuestras recomendaciones para jugar en estos d¨ªas de alerta nacional y obligada estancia casera. Ese es el otro juego que en 2018 se atrevi¨® a cambiar el curso de una franquicia: el Red Dead Redemption 2. El primer juego de la saga de Rockstar, en 2010, hab¨ªa sido una org¨ªa de violencia (en este caso, en el lejano oeste norteamericano), enloquecida, salvaje y divertida a rabiar. Pero el juego que nos lleg¨® hace dos a?os era algo muy distinto, que transform¨® de ra¨ªz la franquicia pasando, esta vez, por ojo de otra aguja: precisamente, la de la enfermedad. A mitad de su aventura, el protagonista, Arthur Morgan, enferma de tuberculosis tras golpear a un enfermo al que le exige la devoluci¨®n de un pr¨¦stamo. A partir de ah¨ª, lo que pens¨¢bamos que iba a ser una aventura ascendente, cada vez m¨¢s trepidante, se pausa. Se vuelve reflexiva. Los pulmones moribundos del protagonista ya no permiten las explosiones de adrenalina que hab¨ªamos visto hasta entonces. El nuevo ritmo del juego da al incurable Arthur la posibilidad de reevaluar su propia existencia y, al jugador, de recontextualizar todas las acciones que hab¨ªa cometido. ?A qu¨¦ tanta violencia? ?A qu¨¦ tanto caos? ?A qu¨¦ tanta prisa para llegar a¡ d¨®nde?
En el mundo en pausa al que le obliga la enfermedad, Arthur aparcar¨¢ todo lo que le exigen los dem¨¢s para, por primera vez, tener un di¨¢logo consigo mismo. El juego tiene otras muchas virtudes ¡ªpersonajes inolvidables, un apartado gr¨¢fico de ensue?o¡ª, pero qued¨¦monos hoy con el aspecto narrativo: la enfermedad como punto y aparte. Momento de calma y sosiego. Momento de, si es necesario, dar pasos hacia atr¨¢s. Aunque sea para coger impulso y seguir adelante. Jorge Morla
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.