Tamara de Lempicka y la revoluci¨®n de la modernidad
Los museos han cerrado sus puertas, pero la contemplaci¨®n del arte sigue abierta. Cada d¨ªa, recordamos la historia de una obra que visitamos a distancia. Hoy: ¡®La bufanda azul¡¯, de la gran pintora ruso-polaca
A la reina de la modernidad de los locos, locos a?os veinte le gustaban Marlene Dietrich, Greta Garbo y Jos¨¦phine Baker. Hab¨ªa nacido en Varsovia en 1898, vivido en Mosc¨² y San Petersburgo, y llegado a Par¨ªs, en 1918, huyendo de la Revoluci¨®n Rusa. Desde all¨ª viaj¨® a Mil¨¢n, Florencia y Roma, donde encontr¨® la presencia y los cuerpos rotundos con los que sus protagonistas conquistaron el gusto art d¨¦co. Tamara de Lempicka entr¨® con un cuaderno de apuntes en la Galer¨ªa de los Uffizi para llevarse la esencia de la tradici¨®n italiana a su lujosa casa parisina. Copi¨® a Parmigianino, a Rafael y a Botticelli y construy¨® una actitud cinematogr¨¢fica con vol¨²menes renacentistas. Y demostr¨® que la modernidad no era un grupo de pintores devorando a otros que ser¨ªan devorados por los siguientes. La modernidad es una mujer asaltando los cotos privados de los hombres; es una mujer soberana que ha decidido hacer de su vida un asunto propio. Tamara de Lempicka supuso una bomba en el seno de las seguridades del canon, que reaccion¨® ignor¨¢ndola y apart¨¢ndola de los museos p¨²blicos. La mayor parte de sus lienzos se conservan hoy en colecciones privadas, entre ellas la de la cantante Madonna.
Nunca sac¨® el caballete del estudio, nunca lo solt¨® en medio de la calle para atrapar un momento irrepetible. No le interesaron los atardeceres, ni las orillas del Sena con la silueta de Notre Dame recortada al fondo. Cerr¨® el encuadre de la ciudad hasta hacer primeros planos de la vida contempor¨¢nea: prefiri¨® la naturaleza viva de la urbe que despierta cuando ya no hay luz natural, cuando los cuerpos se destronan sobre los antros y los escenarios. Qu¨¦ poca curiosidad le caus¨® todo lo que no fuera la habitaci¨®n ¨ªntima ¨Cla sala m¨¢s moderna de todas¨C, para retratar las vidas de las mujeres que comienzan decenas de biograf¨ªas y no terminan ninguna porque prefieren otras. Invent¨® seres independientes, aut¨®nomas y libres, reflejos en los que inspirarse para abandonar la amargura de la posguerra.
Lempicka, que hab¨ªa huido de una revoluci¨®n social, termina a los pocos a?os promoviendo la revoluci¨®n de la elegancia, con la que el alma vibra sin la tristeza que provocan los cuerpos sometidos. La bufanda azul es un buen ejemplo de ello. Perteneciente a una colecci¨®n privada, el cuadro fue visto por ¨²ltima vez en p¨²blico durante la exposici¨®n dedicada a su obra en el Palacio de Gaviria (Madrid), en 2018. La primera vez que se present¨® en sociedad fue en 1930, en el Sal¨®n de Oto?o de Par¨ªs. La cr¨ªtica aplaudi¨® de inmediato esa madona renacentista, personificada en una de las actrices preferidas de Lempicka. En aquel Par¨ªs de expatriados, coca¨ªna y absenta hab¨ªa barra libre de felicidad: todo estaba pendiente de ser inventado y disfrutado. Un siglo despu¨¦s, aqu¨ª estamos.
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