Tamara de Lempicka, el exceso es un arte
Ambigua, obsesiva, bisexual, noct¨¢mbula feroz e irresistible icono pop, la pintora ruso-polaca es objeto de una gran exposici¨®n en Madrid que incluye su retrato perdido de Alfonso XIII
Amiga ¡ªcuando no amante¡ª de reyes exiliados y arist¨®cratas de alta y baja estofa, perpetradora de fiestas y org¨ªas, cocain¨®mana y cazadora nocturna en busca de marineros que llevarse a casa, fiera bisexual, trabajadora impenitente, amante y militante del lujo y la decadencia burgueses, inspiraci¨®n de modistas y dise?adores, icono pop e influencer adelantada a su tiempo, todo en la vida de Tamara de Lempicka resulta excesivo. Empezando por el propio personaje, que sin duda aplast¨® a la artista. ¡°El personaje mat¨® a la artista, m¨¢s bien¡±, asegura Gioia Mori, profesora de arte medieval y moderno en la Academia de Bellas Artes de Roma y comisaria de la exposici¨®n Tamara de Lempicka, reina del art d¨¦co, que abrir¨¢ sus puertas el pr¨®ximo viernes en el Palacio de Gaviria de Madrid.?(www.tamaradelempicka.es)
Exceso puro, pues, y sin embargo todo queda envuelto, en el caso de la autora del celeb¨¦rrimo Autorretrato en el Bugatti verde (1929), en esa especie de inmaterial halo de seda que suele rodear a los personajes de lejan¨ªas, aparentemente furiosos en su vida social y en realidad enclaustrados en sus conflictos psicol¨®gicos.
¡°El personaje mat¨® a la artista¡±, lamenta Gioia Mori, profesora en la Academia de Bellas Artes de Roma y comisaria de Tamara de Lempicka, reina del art d¨¦co
Ni siquiera el fr¨ªo dato biogr¨¢fico est¨¢ claro en esta mujer sin par que rein¨® durante alg¨²n tiempo en el templo del art d¨¦co, el movimiento que sirvi¨® de espejo est¨¦tico a la efervescencia de los locos a?os veinte o lo que algunos dieron en llamar la Edad del Jazz. La mayor¨ªa de autores sostienen que Tamara Gurwik-G¨®rska naci¨® en 1898 en Mosc¨², de familia polaca. Pero otros lo sit¨²an en Varsovia y en 1895. Hay incluso expertos en su obra que hablan de 1906. ¡°Ni su propia familia supo nunca cu¨¢ndo y d¨®nde vio la luz¡±, explica Gioia Mori, ¡°estoy en permanente contacto con sus nietas y me han asegurado que nunca han visto documentos que puedan acreditarlo. A ella misma le gustaba decir que hab¨ªa nacido a principios del siglo XX, pero eso es imposible, lo hizo a finales del XIX¡±. Falleci¨® en 1980 en Cuernavaca (M¨¦xico). Su certificado de defunci¨®n dec¨ªa que ten¨ªa 82 a?os. Sus cenizas fueron esparcidas, como ella hab¨ªa pedido, en el cr¨¢ter del volc¨¢n Popocat¨¦petl por su hija Kizette y por el escultor mexicano V¨ªctor Manuel Contreras.
La exposici¨®n que ha montado Gioia Mori en Madrid ¡ªla primera gran muestra espa?ola sobre Lempicka desde la organizada en la Casa das Artes de Vigo hace 11 a?os¡ª llega con una peque?a exclusiva art¨ªstica bajo el brazo: el peque?o retrato inacabado del rey Alfonso XIII atribuido a Lempicka, propiedad de un coleccionista privado de Par¨ªs, Jean-Claude Dewolf. Los expertos en la obra de la artista ruso-polaca siempre hablaron de esta pintura, pero su paradero era desconocido hasta ahora. Mori asegura haberla descubierto en uno de sus innumerables periplos en busca de pinturas de la enigm¨¢tica artista. En su opini¨®n, la autor¨ªa de la obra no ofrece dudas. Tamara de Lempicka conoci¨® a Alfonso XIII durante el exilio del Borb¨®n en Roma tras la proclamaci¨®n de la II Rep¨²blica. Pero fue seg¨²n ella en la peque?a localidad balnearia de Salsomaggiore Terme, al norte de Italia, donde el rey pos¨® para la pintora en varias sesiones. Una de las hip¨®tesis de por qu¨¦ el retrato no lleg¨® a finalizarse apunta a las dictatoriales maneras que la ultraperfeccionista pintora observaba ante sus modelos. Eso no habr¨ªa excluido al rey depuesto, que decidi¨® cortar por lo sano. Algunos diarios locales de la ¨¦poca, como el Salsomaggiore Illustrato, se hicieron eco de la noticia, corroborada por la autora en una carta al galerista italiano Gino Puglisi: ¡°Estoy retratando al rey de Espa?a¡±.
El retrato inacabado de Alfonso XIII no ha sido expuesto nunca. Pertenece a un coleccionista de Par¨ªs y su cotizaci¨®n podr¨ªa rondar el mill¨®n de euros
¡°El retrato fue pintado en 1934. La primera noticia que tenemos de ¨¦l fue en esa carta de aquel mismo a?o, y la segunda, en un texto sobre una exposici¨®n celebrada en Estados Unidos en 1939 escrito por la artista, donde da cuenta de que ha pintado al rey. Y finalmente, pocos d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Alfonso XIII en Roma el 28 de febrero de 1941, ella habla en una entrevista sobre su relaci¨®n con ¨¦l, al que califica como ¡®un personaje muy simp¨¢tico y locuaz¡±, detalla la comisaria. El peque?o retrato (33¡Á28 cent¨ªmetros) nunca hab¨ªa sido expuesto hasta ahora. Gioia Mori estima que, ¡°m¨¢s all¨¢ de su indudable inter¨¦s hist¨®rico¡±, la cotizaci¨®n de la pintura podr¨ªa alcanzar hoy d¨ªa el mill¨®n de euros.
Ser¨¢ sin duda uno de los ingredientes m¨¢s atractivos de la exposici¨®n en el Palacio de Gaviria, que no incluir¨¢ el Autorretrato en el Bugatti verde, la obra m¨¢s popular de la artista. La pint¨® en 1929 por encargo del semanario alem¨¢n Die Dame para su portada. El cuadro pertenece a una familia de coleccionistas suizos. ¡°Tienen tantos problemas de herencia entre ellos que es imposible que lo presten¡±, lamenta la comisaria de la muestra.
Es una pintura que simboliza toda la fuerza del pretendido mensaje feminista avant la lettre atribuido por algunos expertos a la obra de Lempicka. Una mujer al volante de su autom¨®vil (aunque la artista no ten¨ªa un Bugatti, sino un Renault, y no era verde, sino amarillo), decidida a la vez que et¨¦rea, la mirada confiada a la par que serena, uno m¨¢s de los personajes fr¨ªos y met¨¢licos que salieron de su paleta. La misma mujer que jug¨® en los a?os veinte y treinta a hacer m¨¢s o menos lo que le vino en gana; la devoradora de hombres y de mujeres; la pintora amiga de Picasso, Cocteau, Gide, Orson Welles, Tyrone Power, Greta Garbo y Dal¨ª (con quien comparti¨® galerista, Julien Levy); la fiera nocturna que de vuelta a casa, ya de madrugada e incrustados en su cuerpo y en su mente los efluvios de los sucesivos para¨ªsos artificiales, se pon¨ªa a pintar veloz, obsesivamente, en su estudio de la Rue M¨¦chain de Par¨ªs. Olvidando a sus sucesivos amantes y a sus sucesivos maridos, olvidando a su hija Kizette ¡ªa quien, sin embargo, retrat¨® a menudo¡ª, rob¨¢ndoles la pareja a las incautas mujeres que se le pusieran por delante (como hizo con la bailarina espa?ola Nana de Herrera, a quien le arrebat¨® el amor del bar¨®n Kuffner, con quien finalmente se cas¨®), la amiga de arist¨®cratas encerrados en su mundo y de escritores fascistas, como Marinetti o Gabriele D¡¯Annunzio, a quien por cierto ridicu?liz¨® hasta la saciedad, dej¨¢ndole con un palmo de narices ante sus continuas aspiraciones carnales¡ ¡°Vivo en los m¨¢rgenes de la sociedad, y las reglas de la sociedad normal no se pueden aplicar a aquellos que viven en el l¨ªmite¡±: eso s¨ª que es todo un autorretrato.
Madonna, Jack Nicholson y el magnate mexicano Carlos Slim figuran entre los mayores coleccionistas mundiales de obras de Tamara de Lempicka
Tampoco estar¨¢n en Madrid los retratos de Tamara de Lempicka en manos de coleccionistas famosos como Jack Nicholson o Madonna. ¡°El caso de Nicholson es complicado, porque est¨¢ bastante enfermo, aunque prest¨® varias obras para la ¨²ltima exposici¨®n en Roma. Madonna jam¨¢s ha prestado una obra de Lempicka, con ella es imposible¡±, explica Mori. La cantante es una de las grandes coleccionistas mundiales de la obra de Lem?picka; ha utilizado reproducciones de sus pinturas en sus v¨ªdeos y en sus giras, y se ha inspirado en su est¨¦tica a la hora de vestirse. Otro de los grandes coleccionistas de su obra en el ¨¢mbito mundial es el magnate mexicano Carlos Slim, que ha prestado para la muestra madrile?a una decena de los lempickas que habitualmente se exhiben en el Museo Soumaya-Colecci¨®n Slim de Ciudad de M¨¦xico. El resto de pr¨¦stamos proceden de colecciones privadas de todo el mundo y de diversos museos europeos.
Gioia Mori no esconde su deseo de que la exposici¨®n de Madrid haga renacer a la Lempicka-artista para dejar atr¨¢s al personaje mundano y al icono pop por la v¨ªa de millones de p¨®steres vendidos por todo el mundo con su imagen en el Bugatti verde. Fue una pintora inclasificable que bebi¨® de las fuentes del Renacimiento italiano, influida por Ingres y por el cubismo sint¨¦tico de su maestro Andr¨¦ Lhote, una artista de est¨¦tica personal e intransferible (est¨¦tica de la decadencia, podr¨ªa decirse) que tuvo a sus pies lo mismo a cientos de amantes que a los m¨¢s importantes coleccionistas de los a?os veinte y treinta, pero que, sin embargo, nunca interes¨® demasiado a los responsables de los grandes museos, incluido el Pompidou de Par¨ªs, a quien don¨® varias obras que no suelen exhibirse en la colecci¨®n permanente. Grandes del mundo de la moda como Krizia, Dolce & Gabanna, Prada, Karl Lagerfeld, Gianni Versace o Elie Saab le hicieron sendos homenajes en sus creaciones. Vivi¨® en Mosc¨² y en San Petersburgo, de donde huy¨® de la Revoluci¨®n Rusa con su esposo, Tadeusz Lempicki, y sucesivamente en Lausana, Copenhague, Roma, Par¨ªs, La Habana, Beverly Hills, Nueva York, Boston y Cuernavaca. Fue baronesa, se comi¨® la vida, el arte fue para ella lo m¨¢s importante, no se puso reglas morales, fue una mujer ambigua llena de luces y sombras, medio polaca y medio rusa, una estrella mundial en su tiempo luego ca¨ªda en el olvido y finalmente resucitada en la gran exposici¨®n que el galerista Alain Blondel mont¨® en Par¨ªs en 1973. Tamara de Lempicka entre el oro y el fango. Puro exceso.?
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