En Tierra Santa con Koudelka
Un documental recorre el periplo del legendario fot¨®grafo a lo largo del muro que separa Israel de Palestina
¡°?C¨®mo puede la gente hacerle algo as¨ª a un paisaje tan hermoso?¡±, exclama Josef Koudelka (Boskovice, Rep¨²blica Checa, 1938), mientras, con la parsimonia propia de aquel que lo ha visto casi todo, prepara la c¨¢mara, dispuesto a disparar frente al muro que separa Israel de Palestina. ¡°Los de ambos lados se pueden defender, o intentar defenderse. Tampoco tienen mucha alternativa. Pero el paisaje no puede defenderse a s¨ª mismo, y est¨¢n destruyendo el paisaje m¨¢s sagrado de nuestra civilizaci¨®n".
Cuarenta a?os despu¨¦s de que el legendario fot¨®grafo de Magnum arriesgara su vida para fotografiar la invasi¨®n sovi¨¦tica de su pa¨ªs, el fot¨®grafo viaj¨® por primera vez a Israel. A lo largo de los siguientes cuatro a?os sus viajes se repitieron dando lugar a Koudelka: Shooting Holy Land (Koudelka: Disparando en Tierra Santa), un documental dirigido por Gilad Baram y producido por Nowhere Films, que puede verse estos d¨ªas en Filmin. La pel¨ªcula muestra el proceso creativo del artista en su periplo a lo largo del muro de separaci¨®n construido por Israel en 2002. Una barrera, de m¨¢s de 700 kil¨®metros, a la que los israel¨ªes denominan ¡°valla de seguridad¡± y los palestinos ¡°el muro del apartheid¡±, y que sirve al autor como met¨¢fora de las fracasadas relaciones entre culturas estrechamente relacionadas, as¨ª como de la fisura entre el hombre y la naturaleza.
¡°Crec¨ª detr¨¢s de un muro. Durante toda mi vida ¡ªhasta que a los 32 a?os me fui de Checoslovaquia¡ª quise pasar al otro lado. Para m¨ª era una prisi¨®n, estaba enjaulado¡±, apunta este artista que naci¨® el mismo a?o de la ocupaci¨®n nazi de su pa¨ªs, y creci¨® tras el Tel¨®n de Acero experimentando m¨¢s tarde el yugo de la dictadura sovi¨¦tica.
Baram era un estudiante de fotograf¨ªa en la Academia de las Artes de Jerusal¨¦n, cuando Koudelka fue invitado a participar en The Place. Se trataba de un proyecto dirigido por Fr¨¦d¨¦ric Brenner que, con el fin de explorar la compleja naturaleza de la regi¨®n, cont¨® con la participaci¨®n de grandes nombres de la fotograf¨ªa (entre ellos Gilles Peress, Stephen Shore, Thomas Struth, Jeff Wall y Martin Kollar). El joven fue asignado como asistente del artista. ¡°Nunca me he encontrado a nadie como ¨¦l en mi vida¡±, se?ala el cineasta. ¡°Desde el principio me fascin¨® su absoluta dedicaci¨®n y absorci¨®n por la fotograf¨ªa. Esto no ha cambiado con el paso de los a?os. No s¨¦ si denominarlo obsesi¨®n o dedicaci¨®n, pero se levanta y hace fotos, m¨¢s tarde las edita, y piensa en ellas hasta que se duerme¡±. Pronto Baram percibi¨® que el quehacer art¨ªstico del fot¨®grafo, en apariencia hura?o y distante, no demandaba de la figura de un asistente. De esta suerte, poco a poco fue perfeccionando un sistema mediante el cual, desde cierta distancia, y sin que apenas el artista se sintiese importunado, consegu¨ªa filmar su faena con una Canon 5D Mark II.
Hace tiempo que desaparecieron las personas de la fotograf¨ªa de Koudelka. Su inter¨¦s se centra ahora en el paisaje. En austeras panor¨¢micas en blanco y negro, donde resuena el lamento de aquellos que habitan esas tierras. Su sensibilidad y empat¨ªa por los grupos sociales amenazados por la expulsi¨®n o la extinci¨®n (c¨®mo en su d¨ªa fueron los gitanos) ha quedado reflejada en su esp¨ªritu n¨®mada. En esa sensaci¨®n de no pertenecer a ning¨²n sitio, a la que se tuvo que agarrar para hacer frente a su propio ¨¦xodo, y que le convirti¨® en cronista del desarraigo y la exclusi¨®n. Gypsies (1975), Exiles (1988), y Chaos (1999) se encuentran entre los trabajos m¨¢s conocidos de una trayectoria que abarca m¨¢s de cinco d¨¦cadas. ¡°Nunca he hecho fotografias de ¡®gente¡¯, sino de aquellos que algo tienen que ver conmigo¡±, destaca.
¡°Koudelka era un ¨ªdolo para m¨ª. Conoc¨ªa todos sus libros, y admiraba la consciencia social con la que abordaba cada tema. Me imaginaba a alguien muy r¨¢pido. A alguien que reacciona con velocidad. A alguien que corre. Sin embargo, me sorprendi¨® su ritmo pausado, Su manera de esperar y esperar, de volver una y otra vez al mismo lugar, en ocasiones hasta treinta veces. Era lo contrario a lo que me hubiera podido figurar¡±, recuerda el cineasta. ¡°Creo que es algo que ocurre a muchos artistas con la edad. Van desarrollando una infinita paciencia. Quiz¨¢s, si el encuentro hubiese tenido lugar hace 30 a?os hubiese sido muy distinto¡±.
Fiel a su creencia de que ¡°las im¨¢genes esperan¡±, a lo largo de los 72 minutos que dura el documental vemos al artista observar en silencio, frente a ese fuerte de cemento que llega a alcanzar los nueve metros de altura; le observamos con impaciencia mientras se arrastra cuidadosamente por el suelo, cargado con sus tres c¨¢maras y evitando no clavarse los pinchos de las alambradas. Volver¨¢ de forma reiterativa al lugar donde tom¨® una primera imagen hasta convencerse que no puede conseguir una toma mejor de la que ya tiene. En una ocasi¨®n caer¨¢ tan rendido frente a la belleza del Desierto de Judea, un lugar que previamente ya ha hecho suyo a trav¨¦s de su c¨¢mara, que finalmente optar¨¢ simplemente por disfrutar del lugar. ¡°Si Jes¨²s existe, no me sorprender¨ªa que vuelva a este desierto¡±, exclama el autor, que asegura no creer en Dios, ¡°sino en ciertas cosas que tienen que ver con todas las religiones¡±.
¡°Intento encontrar belleza, pero busc¨® el paisaje que sufre, donde existe la tragedia. En la tragedia hay tambi¨¦n belleza ¡°, destaca el fot¨®grafo durante una entrevista incluida en el material extra que ofrece el DVD del documental. As¨ª, las majestuosas panor¨¢micas tomadas durante el periplo, y publicadas en el monogr¨¢fico Wall: Israeli and Palestinian Landscape, se van sucediendo a lo largo del documental. Permanecen largo tiempo en pantalla, invitando al espectador a una m¨¢s detallada observaci¨®n, en consonancia con el lento ritmo marcado por el autor. Llama la atenci¨®n la ausencia de cualquier sonido durante su exhibici¨®n. ¡°Desde un principio, el editor de la pel¨ªcula y yo nos planteamos c¨®mo destacar y respetar la diferencia entre la imagen fotogr¨¢fica y la f¨ªlmica.¡±, comenta Baram. ¡°El resultado supuso un problema a la hora de gestionar la difusi¨®n en televisi¨®n, donde pocas veces se permite mantener el silencio absoluto durante un periodo de tiempo extendido. Pero insistimos en ello. En la fotograf¨ªa no hay sonido, y este es un documental sobre fotograf¨ªa. Quise evitar ese car¨¢cter f¨ªlmico que muchas veces adquieren las fotograf¨ªas en las pel¨ªculas sobre sus autores¡±.
Visiblemente conmovido, Koudelka recordar¨¢ la dura experiencia de visitar por primera vez Auswitchz. ¡°Nunca olvidar¨¦ las alambradas. Cada vez que voy a un lugar y las veo, inmediatamente vuelvo a visualizarlo¡±. Tambi¨¦n su inicial reticencia a implicarse en un proyecto sobre el conflicto israel¨ª-palestino por temor a verse emocionalmente implicado. No lo conseguir¨ªa, consciente de que: ¡°La ocupaci¨®n es la misma en todas partes¡±.
¡°Vivimos aquellos d¨ªas de una forma extremadamente emocional¡±, se?ala Baram. ¡°Empec¨¦ a tener consciencia de c¨®mo mi sociedad hab¨ªa contribuido a la destrucci¨®n de otra. Fue una dura lecci¨®n para ambos ver c¨®mo ha afectado la construcci¨®n de esta incre¨ªble infraestructura de separaci¨®n en la vida de mucha gente. Pero para m¨ª resultaba m¨¢s duro. Aqu¨ª est¨¢n mis ra¨ªces. Josef lo sab¨ªa y percib¨ªa mi tristeza cuando cada d¨ªa nos desped¨ªamos. En parte, mi decisi¨®n de abandonar Israel e instalarme en Berl¨ªn esta relacionada con esta experiencia¡±.
¡°A medida que los fot¨®grafos envejecen, tienden m¨¢s y m¨¢s a fotografiar al paisaje¡±, se?ala Koudelka. ¡°Existe una enorme diferencia entre fotografiar el paisaje y a la gente. Cuando fotograf¨ªas a la gente, estas constantemente perdiendo algo, persiguiendo algo que ya ha dejado de existir. Si fotograf¨ªas el paisaje, est¨¢s esperando¡±.
Koudelka: Shooting Holy Land. Gilad Baram. Nowhere Films. 72 minutos.
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