Epifan¨ªa de la vida cotidiana: seis horas frente al espejo del confinamiento
El core¨®grafo griego Dimitris Papaioannou propone una relectura de su monumental obra 'Inside', una secuencia de rutinas dom¨¦sticas que se repite en bucle con evidentes resonancias en la situaci¨®n actual
El 20 de marzo, cuando los espa?oles ya llev¨¢bamos una semana confinados por el coronavirus y Grecia estaba empezando el encierro, el conocido core¨®grafo y director teatral griego Dimitris Papaioannou, que se hizo famoso cuando fue elegido para dise?ar la ceremonia de inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Grecia, anunci¨® en sus redes sociales que acababa de publicar en abierto en su canal de Vimeo una filmaci¨®n ¨ªntegra de su monumental Inside, una performance de seis horas que estren¨® en Atenas en 2011 y que luego convirti¨® en una videoinstalaci¨®n que se exhibi¨® durante varios a?os en museos de todo el mundo.
No era una oferta m¨¢s entre las muchas que se han lanzado como ¡°contenido cultural gratuito para ayudar a sobrellevar la cuarentena¡±, sino una creaci¨®n verdaderamente pertinente para su relectura en este momento: seis horas ininterrumpidas en las que 30 bailarines interpretan en bucle una secuencia de 15 minutos de gestos cotidianos absolutamente trivial. Alguien que vuelve a su casa, enciende la luz, se desviste, va a al ba?o, se ducha, se hace la cena, se la come, mira un rato por el balc¨®n, se acuesta y se duerme. Y vuelta a empezar. Una y otra vez sin apenas variaciones ni consecuencias en sus m¨²ltiples ejecuciones durante todo ese tiempo. La intrascendencia de la vida dom¨¦stica llevada al extremo. ¡°Ahora que todos nos hemos parado para quedarnos dentro, aqu¨ª est¨¢ Inside [dentro, en ingl¨¦s] completa para ustedes. ?senla como fondo de su escritorio, para meditar, como compa?¨ªa, para contemplar, como canci¨®n de cuna. Les invito a perderse en ella y conocerse a s¨ª mismos. Espero que pronto todos nos reiniciemos juntos¡±, explicaba Papaioannou en Twitter.
Puede parecer un ejercicio de masoquismo tragarse estas seis horas justo ahora que la vida parece haberse reducido precisamente a eso que sucede machaconamente en la obra, una repetici¨®n infinita de rutinas dom¨¦sticas, un d¨ªa tras otro igual que el anterior, la desesperaci¨®n de la vida cotidiana, un bucle "sin principio ni medio ni final", como escribe Papaioannou sobre su trabajo, donde el tiempo parece detenido, un punto muerto. No se lo tomen al pie de la letra: la propuesta del core¨®grafo no es regodearse en la pena, sino todo lo contrario, es una invitaci¨®n a indagar en este punto muerto, abandonarse a la repetici¨®n para liberar la mente hasta echarla a volar. Ni siquiera plantea el artista ver la pieza entera de un tir¨®n, ya cuando la estren¨® en los escenarios advirti¨® al p¨²blico de que era libre de entrar y salir del teatro todas las veces que quisiera, que esto debe mirar como se mira un paisaje: no hay trama, se trata de contemplar para so?ar.
Son muchos los sue?os y pensamientos que se pueden liberar en esa contemplaci¨®n. Y tambi¨¦n m¨²ltiples resonancias con la situaci¨®n de confinamiento que vivimos por la pandemia. La obra est¨¢ cargada de detalles que ayudan a ello. De entrada, esa secuencia coreogr¨¢fica que parece siempre la misma no es id¨¦ntica. Hay sutiles variaciones, liger¨ªsimas, tanto que es imposible captarlas todas, pero precisamente por eso cuando se logra advertir alguna se vive como un acontecimiento, una revelaci¨®n: quiz¨¢ en esta rutina dom¨¦stica aparentemente intrascendente haya que buscar este tipo de revelaciones. A veces hay un solo bailar¨ªn ejecut¨¢ndola, pero en otros momentos hay muchos, van entrando uno detr¨¢s de otro y se cruzan pero no se miran, hacen lo mismo en un mismo espacio pero no se ven, es una especie de soledad comunal, un tedio que no es menos tedio por el hecho de ser compartido, o quiz¨¢ todo lo contrario¡
Lo que s¨ª cambia es el paisaje que se ve por la ventana, un gran balc¨®n que ocupa el centro del escenario que ofrece diferentes vistas: ropa tendida, la fachada de un edificio vecino, un horizonte abierto, una carretera, una puesta de sol, un amanecer. Un cambio continuo que contrasta con la mon¨®tona letan¨ªa del interior. ?Acaso la vida solo sucede en la calle? ?Por qu¨¦ lo de fuera parece m¨¢s interesante? ?Cu¨¢nto podemos soportar adentro (de casa y de nosotros mismos)?
Tampoco hay m¨²sica ni melod¨ªa que seguir. Solo los sonidos de la casa, lo que podr¨ªa ser la banda sonora del confinamiento: una puerta que se cierra, la cisterna del v¨¢ter, el agua de la ducha, cacharreo en la cocina, una silla que arrastra, el frufr¨² de una s¨¢bana. Y de fondo, casi siempre, el sonido de la calle, que se acrecienta cada vez que se abre la ventana, cambiante tambi¨¦n como el paisaje.
Como m¨ªnimo, igual que en todas las obras de Papaioannou, el placer est¨¦tico est¨¢ asegurado. Antes de convertirse en uno de los creadores esc¨¦nicos m¨¢s influyentes del teatro europeo de vanguardia, el griego fue pintor y eso se nota en sus piezas. La escenograf¨ªa, minimalista como acostumbra y dominada por la l¨ªnea recta, est¨¢ aqu¨ª dispuesta en formato cinemascope y parece un lienzo preparado para recibir a los personajes de los cuadros de Hopper: hasta esto parece encajar con la vida en cuarentena, pues las obras de este artista circulan mucho estos d¨ªas como espejos de nuestro confinamiento.
No hay que asustarse por la larga duraci¨®n de la pieza. Ya hemos apuntado que la meta no es verla entera, no es un reto ni una haza?a que haya que cumplir, sus seis horas son un elemento intr¨ªnseco de la propuesta: la repetici¨®n prolongada en el tiempo funciona como un mantra, es la v¨ªa que nos conduce al nirvana art¨ªstico, ese punto muerto a partir del cual todo es posible.
Inside. Concepto y direcci¨®n de Dimitris Papaioannou. Performance para 30 int¨¦pretes. Estreno absoluto el 13 de abril de 2011 en Atenas. Se puede ver ¨ªntegra en Vimeo.
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