Veinte a?os sin Enric Miralles
El autor del Parlamento de Escocia o la ampliaci¨®n del Ayuntamiento de Utrecht muri¨® con 45 a?os convertido en arquitecto internacional. Nadie en Espa?a ha conseguido ocupar todav¨ªa su lugar de referencia
Enric Miralles (Barcelona, 1954-2000) no distingu¨ªa entre edificios del pasado y edificios actuales. ¡°Si han llegado hasta hoy, son actuales¡±, dec¨ªa. Para ¨¦l, construir no era el punto final en ning¨²n trabajo, era el principio. ¡°La sensaci¨®n de obra inacabada imprime vitalidad, modestia, la aspiraci¨®n a trabajar con el tiempo y no en su contra¡±. Estaba convencido de que no hab¨ªa que temer al tiempo, hab¨ªa que prepararse para asumirlo. ¡°Cualquier construcci¨®n que ha sido capaz de sobrevivir al paso del tiempo es, por definici¨®n, una continua transformaci¨®n¡±, justificaba.
Pocos arquitectos se han enfrentado a la arquitectura con la amplitud mental de Enric Miralles. Desaparecido el 3 de julio de 2000, a los 45 a?os, tras un fulminante tumor cerebral, dej¨® por el mundo ¨CAlemania, Holanda, Escocia, Barcelona, Alicante o Jap¨®n¨C un abanico de proyectos magistrales e inesperados con algo en com¨²n: la capacidad de construir un lugar. Salvo el rascacielos que levant¨® en Barcelona para Gas Natural, sus obras eran, son, m¨¢s una topograf¨ªa que un edificio, algo m¨¢s cercano a la naturaleza que a la raz¨®n o la geometr¨ªa. El Cementerio de Igualada, donde est¨¢ enterrado, est¨¢ hecho del paso del tiempo. Es, como tantas de sus obras, un trabajo en perpetua transformaci¨®n. Ha ido construy¨¦ndose con la muerte de las personas que le dan vida. Por eso es lo contrario de una tumba.
Adem¨¢s de obras, Miralles dej¨® tambi¨¦n un reguero de disc¨ªpulos capaces de pensar por s¨ª mismos. La raz¨®n es sencilla: era un arquitecto-eucalipto. Inimitable, nada hubiera podido crecer a su sombra. Sin embargo, ten¨ªa claro que la arquitectura es un trabajo en equipo. Por eso su oficina, capitaneada por su ¨²ltima socia ¨Cy esposa???¨C Benedetta Tagliabue, fue capaz de concluir los grandes proyectos que ¨¦l apenas sembr¨® en el extranjero.
Nadie en Espa?a ha podido ocupar todav¨ªa su lugar. Solo la capacidad de arriesgarse, entregarse y reinventarse en cada proyecto de SelgasCano habla un idioma ¨Cen absoluto un estilo¨C igualmente ambicioso. EMBT (las iniciales de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue), convertido en un notable estudio de arquitectura, lo sabe. Adem¨¢s de sus propios proyectos, tienen un legado que gestionar y lo hacen desde la Fundaci¨®n Enric Miralles, a la que el Ayuntamiento de la ciudad ha encargado recordar al arquitecto dos d¨¦cadas despu¨¦s.
Miralles les ped¨ªa a los proyectos intensidad suficiente para no aburrirse. La intensidad en arquitectura hace que, en medio del duelo por un ser querido, alguien pueda tener un instante de paz perdiendo la mirada en un cementerio que, devorado por la vegetaci¨®n, le haga pensar m¨¢s en el ciclo de la vida que en la muerte que lo ha llevado hasta all¨ª. Por eso la intensidad que complica los proyectos tambi¨¦n los asienta. Les multiplica el uso, los hace permanecer en el tiempo. Miralles corri¨® riesgos: en Alicante levant¨® un pabell¨®n deportivo que, lejos de la mayor¨ªa de los estadios, es un micromundo que permite la convivencia entre deportes y descubrimiento. En Morella (Castell¨®n), con la arquitecta Carme Pin¨®s, levant¨® una escuela que forma a la vez parte del monte y del precipicio. En Fr¨¢ncfort supo trabajar con la industria para la Escuela de M¨²sica de la ciudad y en Utrecht explic¨®, ampliando el antiguo ayuntamiento, que las capas y las trazas son el documento donde est¨¢ condensado el tiempo de un lugar.
Con el tiempo, y contra el poco que tuvo en este mundo, construy¨® lo que hoy, con las distancia de dos d¨¦cadas, puede juzgarse como un legado sobresaliente. Asociado primero a Carme Pin¨®s y posteriormente a la madre de sus dos hijos, la proyectista italiana Benedetta Tagliabue, Enric hablaba con frecuencia de la mudanza, de la idea de que la arquitectura ¨Ccomo la literatura¨C reapareciera en otro lugar. Y aunque consolid¨® una manera de proyectar muy personal, aseguraba que la mayor parte de las ideas que tenemos no son nuestras. ¡°Forman parte de una especie de esp¨ªritu de un tiempo que viene dado por la capacidad de interpretar de una sociedad¡±, dijo una vez.
Cuando sobrepas¨® los 40 a?os, Rafael Moneo escribi¨® un juicio c¨¦lebre: Miralles corr¨ªa el riesgo de convertirse en un arquitecto ¡°con m¨¢s pasado que futuro¡±. El tiempo ha demostrado que el autor del Museo de M¨¦rida se equivoc¨® maravillosa y tristemente. Result¨® cierto que a Miralles le quedaba poco tiempo, pero en esos a?os fue capaz de construir un universo. Sus trabajos p¨®stumos fueron mayoritariamente internacionales: la Ampliaci¨®n del Ayuntamiento de Utrecht ¨Cconstruida dejando hablar a cada ¨¦poca¨C o el Parlamento de Escocia ¨Cun lugar cercano al exterior y abierto al di¨¢logo¨C demuestran hoy que, como sucede con la mejor arquitectura, es imposible fechar esos trabajos. Miralles trabajaba con el tiempo, multiplic¨¢ndolo, comprendi¨¦ndolo, adelant¨¢ndolo y asumi¨¦ndolo. Dec¨ªa que una casa tiene que tener una intensidad parecida a c¨®mo vives. Tambi¨¦n que, a trav¨¦s de la propia arquitectura, aprend¨ªa a hacer arquitectura: ¡°El experimento est¨¢ ligado a la duraci¨®n de tu vida, no a la duraci¨®n de tus edificios¡±.
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