(Des)contando el horror
Mart¨ªn Kohan, uno de los m¨¢s sobresalientes novelistas actuales, cuenta con la distancia del cronista algunos episodios de una de las ¨¦pocas m¨¢s oscuras de Argentina
1. Confesiones
?C¨®mo hacer patente el horror sin describirlo, sin desacreditarlo o emborronarlo mediante reconfortantes sentimientos o juicios morales cargados de raz¨®n? ?C¨®mo escapar a la estridencia del espanto, al consenso moral que su existencia, sus v¨ªctimas y su imaginer¨ªa provocan? Mart¨ªn Kohan (1967), uno de los m¨¢s sobresalientes novelistas argentinos actuales ¡ªlo que tambi¨¦n lo sit¨²a entre los m¨¢s destacados de la lengua com¨²n¡ª, lo logra en Confesi¨®n (Anagrama) dotando a su prosa, cada vez m¨¢s ajustada y precisa, de una distancia de cronista (falsamente) ajeno a lo que cuenta: el horror est¨¢ ah¨ª, agazapado (y sobreentendido) en la banalidad de los recuerdos perturbados (pero no siempre) de la abuela del narrador, en los silencios que se instalan como mojones de significaci¨®n en el desgranar de sus recuerdos mientras habla o juega a las cartas con su nieto.
Las tres historias contextualizadas en otros tantos espacios (¡®Mercedes¡¯, ¡®Aero?parque¡¯ y ¡®Plaza Mayor¡¯) que componen y conforman la novela son otras tantas confesiones. Las dos m¨¢s expl¨ªcitas son la primera y la ¨²ltima; en ¡®Mercedes¡¯, una anciana refiere a su nieto la extra?eza de su despertar er¨®tico (a los 12 a?os), inducido por su callado enamoramiento del joven (16 a?os) cadete Jorge Rafael Videla, una situaci¨®n que provocaba ¡°remolinos¡± en su cuerpo produciendo zozobras y alivios de los que daba reiterada cuenta a su confesor. El futuro (pero en absoluto ¨²nico) art¨ªfice del sangriento Proceso de Reorganizaci¨®n Nacional (1976-1984), que santific¨® el terrorismo de Estado y sumi¨® a la doliente Argentina en una de las dictaduras m¨¢s asesinas de la segunda mitad del siglo pasado, se nos muestra ¨²nicamente desde el recuerdo tard¨ªo y fragmentario de una adolescente en celo.
En ¡®Plaza Mayor¡¯ los recuerdos de la misma anciana, ahora nonagenaria y con desajustes cognitivos, con la que su nieto juega a las cartas en la residencia de ancianos, revisten tambi¨¦n la forma de una confesi¨®n, pero menos ingenua y m¨¢s apoyada en culposos silencios de momentos familiares torpemente borrados. Entre esas dos confesiones transcurre ¡ªverdadero centro de esta estupenda novela¡ª la cr¨®nica del (fracasado) atentado terrorista (llevado a cabo por militantes del Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo) contra Videla en el Aeroparque de Buenos Aires (18 de febrero de 1977), que tambi¨¦n puede leerse como otra confesi¨®n: la de la derrota de los revolucionarios y la del relativo olvido de su gesta.
La cr¨®nica ¡ªporque eso quiere parecer¡ª, impersonal y al¨¦rgica al sentimentalismo de la preparaci¨®n del atentado, con los militantes del comando Benito Urteaga aprovechando ¡ª?como aut¨¦nticos viejos topos¡ª los antiguos cauces de la red de riachuelos subterr¨¢neos de la ciudad para transportar su carga justiciera y depositarla bajo la pista de despegue, denota la preocupaci¨®n de Kohan por los tiempos narrativos; algo que ya estaba presente en otras dos novelas muy recomendables del autor que suponen otras tantas miradas oblicuas a la intrahistoria de la dictadura argentina: Dos veces junio (Sudamericana, 2002), cuya trama transcurre enmarcada por las dos derrotas (las de la selecci¨®n argentina contra Italia en los Mundiales de 1978 y 1982), y Museo de la revoluci¨®n, publicada por Mondadori Argentina en 2006, cuando ya se hab¨ªa completado en lo esencial el proceso de desnacionalizaci¨®n del sector editorial argentino y su hueco hab¨ªa sido ocupado por los grandes grupos espa?oles.
2. Ultraortodoxos
No todos los libros que env¨ªo al caj¨®n de desechables lo hacen de la misma manera, ni con pareja intensidad. Abundan los que hasta all¨ª vuelan desde mi irritaci¨®n, mi rabia o mi desprecio (siempre matizado: cualquier libro contiene el esfuerzo de quien lo escribi¨®): esos lo hacen de forma perentoria, inapelable, se acab¨®, ah¨ª te pudras, no quiero saber m¨¢s de ti. Con otros el impulso que los hace volar desde mi sill¨®n de orejas a la caja de cart¨®n es m¨¢s pausado, r¨ªtmico, casi con la cadencia que emplear¨ªa un director de orquesta empe?ado en transmitir el tempo del Adagio de Espartaco y Frigia, del ballet Espartaco (Aram Jachaturi¨¢n, 1956). Su viaje corresponde a libros que ni fu ni fa, obras que en mi opini¨®n (siempre sesgada) resultan prescindibles, redundantes por uno u otro motivo y no merecen encontrar un hueco en las sobrecargadas estanter¨ªas de mi biblioteca.
En el caso de Unorthodox (Lumen), las memorias de Deborah Feldman (subtituladas en el original El escandaloso rechazo de mis ra¨ªces jas¨ªdicas), imprim¨ª al volumen una elegante par¨¢bola hasta que se deposit¨® sin estruendo en el contenedor de desechables. No le faltan m¨¦ritos, sin embargo: las penalidades de una joven rebelde educada en la estricta observancia de la comunidad ultraortodoxa de los satmar, una secta jud¨ªa de origen h¨²ngaro fundada a principios del siglo XX por el rabino Joel Teitelbaum y establecida en Williamsburg, Brooklyn, despu¨¦s de la II Guerra Mundial, es una historia de superaci¨®n (¡°inspiradora¡±, se dir¨ªa en la repipi taxonom¨ªa editorial) repleta de did¨¢cticas revelaciones acerca de qu¨¦ piensan y c¨®mo viven (y obligan a vivir) sus miembros.
El libro, cuya publicaci¨®n en Espa?a coincide con el ¨¦xito obtenido por la serie de Netflix en ¨¦l inspirada, explota sabiamente el ¡°exotismo¡± (fan¨¢tico) de su liturgia, sus costumbres y sus normas morales (las mujeres son, como siempre, las principales v¨ªctimas), al tiempo que excita nuestra bien pensante compasi¨®n ante el sufrimiento de la joven que se revuelve contra el insoportable peso de la (ultra)ortodoxia. No tiene pretensiones literarias, se lee bien (y tiene la ventaja de que uno puede saltarse p¨¢rrafos sin perderse nada importante) y, sobre todo, resulta ideal para reuniones posconfinamiento en torno a un t¨¦ sin mascarilla, o para reanudados grupos de lectura deseosos de reencontrar el sentido de comunidad. Si ya han visto la serie netflixera (bastante m¨¢s interesante y con m¨¢s ritmo e intriga), no pierdan el tiempo. Y ya saben por qu¨¦ no me ha interesado guardar este libro.
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