¡®Freaks¡¯, la fiesta de la oscuridad
Un c¨®mic franc¨¦s recrea el rodaje de la obra maestra de Tod Browning, un audaz drama sobre un circo con personas con discapacidades

¡°One of us!, One of us!, One of us!¡±. El grito de guerra, de rabia, el aullido de autoafirmaci¨®n de los artistas de un circo, una troupe formada por todo tipo de personas con discapacidades ¡ªlos antiguos monstruos de feria¡ª, resuena bajo la carpa, en la ceremonia de aceptaci¨®n de Cleopatra, la bella trapecista. Pero lo que no saben es que esa mujer reci¨¦n llegada se ha casado con uno de los enanos (¡°uno de nosotros¡±) solo por su herencia. As¨ª que cuando llega a la novia borracha la copa de vino que se han pasado ¡ªtras beber de ella¡ª de uno a otro comensal del banquete nupcial, Cleopatra estalla: ¡°?Sucios y asquerosos monstruos! ?Convertirme en uno de vosotros!¡±. A lo que le responden: ¡°Si ofendes a uno, les ofendes a todos¡±.

En ese enfrentamiento anida el coraz¨®n de Freaks (La parada de los monstruos), la obra maestra de 1932 de Tod Browning, rodada en la c¨²spide de su carrera: tras este estreno su prestigio se hundi¨® en las cloacas de Hollywood. Y aquella pel¨ªcula, y sobre todo, su rodaje, conforman el c¨®mic La parada de los freaks (Aloha! Editorial), de los franceses Fabrice Colin y Jo?lle Jolivet, que invent¨¢ndose un personaje, Harry Monroe, un novato asistente de producci¨®n y direcci¨®n, ahondan en una filmaci¨®n en la que se confunde realidad y ficci¨®n, vicio y supervivencia, cine y vida, hasta que a Monroe lo devoran los demonios que pasearon por aquellos plat¨®s. ¡°Las fronteras de lo real se volv¨ªan cruelmente inciertas. ?Imaginaba las cosas o suced¨ªan realmente¡±, piensa en una de las p¨¢ginas del tebeo mientras persigue el rastro de Olga Baclanova, la actriz rusa que encarn¨® a Cleopatra, entre decorados y luces. ¡°La idea me surgi¨® hace cinco a?os¡±, cuenta por correo electr¨®nico el novelista y guionista Fabrice Colin (Par¨ªs, 48 a?os), uno de los m¨¢s famosos escritores ¡ªy de mayor ¨¦xito comercial¡ª de ciencia ficci¨®n y fantas¨ªa de Francia. ¡°Es una de mis pel¨ªculas favoritas desde que la descubr¨ª en mi adolescencia¡±, asegura.
A Colin le atrae el viejo Hollywood, el de estrellas y grandes estudios, ¡°y al otro lado del espejo, los rumores y las malas vibraciones¡±. Pero no sab¨ªa c¨®mo reflejarlo hasta que un amigo suyo, el ensayista y videoartista Pac?me Thiellement, escribi¨® un art¨ªculo sobre la pel¨ªcula, a lo que sum¨® la lectura de una biograf¨ªa de Tod Browning. ¡°Y decid¨ª que fuera un c¨®mic por la importancia de lo visual en Freaks. La emoci¨®n que acarrea esa gente, su presencia... Solo siento amor por ellos, aunque me cost¨® un tiempo trasladarlos a mis p¨¢ginas. Como hay poca informaci¨®n sobre su rodaje, pude ficcionar lo que quise¡±. Cierto: nadie quer¨ªa acercarse a los plat¨®s a ver a aquellos actores distintos. Un d¨ªa, en el comedor de la MGM, delante de Francis Scott Fitzgerald, entonces guionista de estudio, se sentaron las siamesas Daisy y Violet Hilton. Una cogi¨® el men¨² y le pregunt¨® a su hermana qu¨¦ quer¨ªa comer. ¡°Lo que sea¡±, respondi¨®, tras lo que el escritor sali¨® corriendo a vomitar.
Las hemerotecas de Hollywood hablan de un preestreno tumultuoso en San Diego en enero de 1932, con espectadores saliendo corriendo de la sala. El director de producci¨®n J. J. Cohn recordaba que una mujer de aquella proyecci¨®n trat¨® de demandar al estudio MGM, alegando que la pel¨ªcula le hab¨ªa provocado un aborto, seg¨²n cuentan David J. Skal y Elias Savada en El carnaval de las tinieblas, publicaci¨®n del festival de San Sebasti¨¢n sobre Browning que acompa?¨® a un ciclo sobre el cineasta. ¡°Ahora, 90 a?os despu¨¦s¡±, reflexiona Colin, ¡°nuestras miradas y nuestras perspectivas han cambiado. Ya no existen monstruos, al menos en esa acepci¨®n. Pero hemos visto a Hitler, a Stalin y, s¨ª, a Donald Trump y otros similares, y sabemos que las cosas no son como parecen. Monstruo es una palabra muy relativa¡±.

No queda rastro del metraje original de la pel¨ªcula, 90 minutos que acabaron cercenados y reconvertidos en tan solo 65 por mano de Irving Thalberg, el ni?o bonito de la Metro-Godlwyn-Mayer, el productor que marc¨® la transformaci¨®n del cine mudo al sonoro y asent¨® el Hollywood dorado antes de morir en 1936 a los 37 a?os. Freaks no remont¨® su andadura, y fue arrasada por bastantes cr¨ªticas ¡°por su dureza y brutalidad¡±, sin entender que escond¨ªa una gran humanidad en su interior.
El p¨²blico estadounidense no acab¨® de entenderla, y en otros pa¨ªses como Reino Unido estuvo prohibida durante tres d¨¦cadas. A Browning aquel fracaso del que nunca se recuperar¨ªa (cuando le despidieron de MGM en 1942 llevaba tres a?os sin dirigir) le doli¨®: para salvarse intent¨® culpar al montador, Basil Wrangell, que acab¨® ¡°asqueado¡± de trabajar con el director tras haberse esforzado por crear una gran historia de 90 minutos.
Porque Freaks ¡ªy as¨ª lo ilustra el c¨®mic¡ª esconde a otro personaje roto en su alma: el alcoholizado Tod Browning. Aunque la idea de adaptar un relato corto, Espuelas, de Tod Robbins, publicado en 1923, fuera de Thalberg, y aunque en su guion intervinieron bastantes autores, como era lo habitual en la pol¨ªtica de las majors, a inicios de los a?os treinta solo hab¨ªa un director posible para el proyecto, y ese era Browning (Louisville, 1880 - Hollywood, 1962). M¨¢s all¨¢ de su biograf¨ªa, que ¨¦l mismo adulter¨® para engrandecer sus inicios en el showbusiness en el circo, la fascinaci¨®n por este espect¨¢culo se deja ver a trav¨¦s de toda su obra. Browning, payaso y contorsionista, jug¨® en su filmograf¨ªa con las m¨¢scaras, la pantomima y las falsas realidades. No solo dirigi¨® los mejores filmes de Lon Chaney, el hombre de las mil caras, y salpic¨® sus policiacos y melodramas con ilusionistas, lisiados, enanos y transformistas, sino que Browning es uno de los inventores de la imaginer¨ªa del vampiro moderno con Dr¨¢cula (1931) y La marca del vampiro (1935) en la que Bela Lugosi dio vida por primera vez al se?or de Transilvania.
Al fichar por MGM en 1931 se le consideraba tan taquillero como rey de lo grotesco: Freaks viv¨ªa en su coraz¨®n. Sin embargo, como dijo un colaborador, ¡°como persona no val¨ªa nada¡±. Para este drama de amor y odio en un circo ¨¦l mismo se rastre¨® a cualquier ¡°rareza humana¡± por todas las ferias de EE UU; y en su rodaje se comport¨®, seg¨²n sus ayudantes, como un ¡°s¨¢dico¡±. Por eso, aseguran ¡±escog¨ªa esos temas¡±. Puede, pero d¨¦cadas despu¨¦s Freaks se ha erigido como el mejor espejo de la peor cara del alma humana.
Unos seres m¨¢s humanos que los 'normales'
Por email, la ilustradora Jo?lle Jolivet (de largu¨ªsimo curr¨ªculo a sus 55 a?os, pero que debuta con este libro en los ¨¢lbumes de c¨®mics) advierte: ¡°Queda poco material de aquella pel¨ªcula [l¨®gico, tras estar en el olvido durante d¨¦cadas, hasta que la lucha por los derechos civiles la recuper¨® en EE UU en los sesenta], as¨ª que adem¨¢s he usado como referentes otros filmes expresionistas, pel¨ªculas de esa ¨¦poca de Hollywood y los trabajos de David Lynch¡±. La huella de 'Freaks' es clar¨ªsima en Lynch, como tambi¨¦n en la obra de la fot¨®grafa Diane Arbus, y en titulos como 'Satyricon' (1969), de Fellini, o 'El topo' (1971), de Alejandro Jodorowsky. ¡°He usado en p¨¢gina el esquema cl¨¢sico de tres filas de vi?etas¡±, escribe Jolivet, ¡°como homenaje a una pel¨ªcula que es puro cine¡±. Jolivet vio por primera vez la pel¨ªcula hace 30 a?os cuando estaba embarazada: ¡°Mis amigos me advirtieron contra ella. Se equivocaban. No hay monstruos, sino seres humanos, incluso m¨¢s humanos que los 'normales¡±.
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