Pongan un nazi en su novela o el peligro de banalizar el Holocausto
El inagotable caudal de ficciones que tienen como protagonistas a personajes reales del nazismo, v¨ªctimas o victimarios, abre el debate sobre su pertinencia y los peligros de la espectacularizaci¨®n
La peluquera de Auschwitz, El tatuador de Auschwitz, El violinista de Auschwitz, La bibliotecaria de Auschwitz, El farmac¨¦utico de Auschwitz... Son solo los ejemplos m¨¢s evidentes que los lectores pueden encontrar en las librer¨ªas de un fen¨®meno que no ha dejado de crecer en los ¨²ltimos a?os hasta crear un subg¨¦nero particular: el de las ficciones basadas en personajes reales del nazismo, ya sean v¨ªctimas o victimarios. Stella, de Takis W¨¹rger (Salamandra); La cinta roja, de Lucy Adlington (Planeta), y El desafortunado, de Ariel Magnus (Seix Barral) son tres de los ¨²ltimos ejemplos de un inagotable caudal de novelas sobre el nazismo ancladas de una u otra manera en la realidad de lo que ocurri¨®. El rigor de la aproximaci¨®n hist¨®rica y la calidad literaria var¨ªa en cada caso, pero cabe preguntarse: ?A qu¨¦ responde este fen¨®meno? ?Hay un riesgo de banalizaci¨®n? Escritores, editores, libreros e historiadores analizan el panorama.
Stella Goldschlag entreg¨® a otros jud¨ªos a las autoridades nazis para salvar a su familia. Su caso abarca todo el drama de las v¨ªctimas que hacen lo que sea para sobrevivir y nos lanza preguntas esenciales. El historiador Peter Wyden escribi¨® una biograf¨ªa can¨®nica sobre un personaje oscuro y complejo, pero W¨¹rger cre¨ªa que faltaba algo y se lanz¨® a la ficci¨®n. ¡°No sabemos c¨®mo se sent¨ªa la Stella real. Wyden no lo cuenta en su libro y ella nunca habl¨® del asunto. Investigu¨¦ sobre el caso durante tres a?os y no encontr¨¦ las respuestas. Si una novela lleva a los lectores a interesarse por el Holocausto y las v¨ªctimas, creo que esa es necesaria¡±, resume el autor de Stella cuando se le pregunta por la pertinencia de su historia.
Las novelas b¨¦licas de Sven Hassel hicieron furor en los sesenta y todav¨ªa se reeditan; Philip Kerr o Ben Pastor han encontrado un nutrido grupo de lectores con sus antih¨¦roes Bernie Gunther y Martin Bora, protagonistas de s¨®lidas series de ficci¨®n criminal ambientadas en la ¨¦poca nazi. Esto es diferente. Aqu¨ª es un personaje real el hilo del que tira el autor para montar todo el edificio de ficci¨®n con los riesgos evidentes que llevaron, por ejemplo, al Memorial de Auschwitz a desaconsejar la lectura de la novela El tatuador de Auschwitz (Heather Morris, Espasa) para aquellos que quisieran comprender la realidad del campo de exterminio. ¡°Si acudimos a una novela buscamos un acercamiento a una verdad m¨¢s emocional que factual, para la que optar¨ªamos por un libro acad¨¦mico o un ensayo¡±, defiende Maria Guitart, editora de ficci¨®n internacional en Planeta.
Oportunidades en la ficci¨®n ha habido hasta para la catadora de venenos de Hitler, Margot W?lk, o para Geli Raubal, sobrina del F¨¹hrer muerta en extra?as circunstancias y con cuyo destino especula Fabiano Massimi en la novela El ¨¢ngel de M¨²nich (Alfaguara), un buen relato policial construido tras a?os de investigaci¨®n y con documentos in¨¦ditos.
¡°Es cierto que ha habido algunas producciones de ficci¨®n bien sea en el ¨¢mbito de la literatura, pel¨ªculas, series televisivas u obras teatrales que han dado un tratamiento superficial y que edulcoran el drama que sufrieron millones de personas. Ahora bien, yo quiero pensar que su impacto social en cuanto a la banalizaci¨®n de lo que sucedi¨® es m¨ªnimo. Pero est¨¢ claro que es necesario un ejercicio de cr¨ªtica ¡ªpersonal y colectiva¡ª hacia estos productos, para que sean de utilidad a las personas potenciales consumidores que se acercan tanto desde el desconocimiento o inter¨¦s como desde una empat¨ªa hacia las v¨ªctimas. Cr¨ªtica argumentada que ha de poner en evidencia a estos productos por su nula contribuci¨®n al conocimiento de lo que sucedi¨® o, peor a¨²n, a esta edulcoraci¨®n o banalizaci¨®n involuntaria¡±, asegura Juan Manuel Gasc¨®n, historiador y miembro de Amical de Mauthausen.
Ahora bien, ?d¨®nde radica la clave del ¨¦xito comercial? ¡°La curiosidad por conocer de una forma m¨¢s l¨²dica a los actores principales de la historia y los acontecimientos sucedidos a trav¨¦s de una novela bien documentada en lugar de hacerlo con un manual al uso¡± o ¡°la posibilidad de acercarse a la vida cotidiana, a la intrahistoria del nazismo¡±, est¨¢n entre las razones que, a juicio de Alberto Peralta (jefe de producto de literatura de adultos en la Casa del Libro) explican la continua demanda de este tipo de libros.
Precisamente, sobre la vida de Adolf Eichmann oculto en Argentina antes de ser capturado por los israel¨ªes habla Ariel Magnus en su obsesiva y escalofriante El desafortunado, uno de los mejores ejemplos de las posibilidades de la ficci¨®n. ¡°Mi historia familiar tal vez haya sido tambi¨¦n una ventaja a la hora de asumir la ¨®ptica de un nazi sin concesiones, a extremos que en otras circunstancias no s¨¦ si me hubiera atrevido¡±, comenta el escritor argentino, nieto de una superviviente de Auschwitz. La clave est¨¢, quiz¨¢s, en no pretender ir m¨¢s all¨¢ de la novela. ¡°Eichmann era una persona que ment¨ªa todo el tiempo, tambi¨¦n a s¨ª mismo, y mientras que un historiador se ocupar¨ªa de combatir esas mentiras, yo lo dejo que se desenvuelva. As¨ª como me bas¨¦ en lo que se sabe del personaje real para crear el ficticio, una vez transitado ese ficticio lo siento como real, o digamos tan real como el que describen Hannah Arendt o Harry Mulisch¡±, cuenta.
Una moda impulsada por los aniversarios
En enero de este a?o, la celebraci¨®n del 75? aniversario de la liberaci¨®n de Auschwitz llev¨® a la editorial Planeta a reeditar uno de sus grandes ¨¦xitos mundiales, La bibliotecaria de Auschwitz (2012), de Antonio Iturbe. Es la historia de Dita Kraus, en la novela Dita Adlerova, una joven de 14 a?os que mont¨® en el barrac¨®n 31 del campo una biblioteca con ocho libros. Iturbe cuenta que investig¨® durante a?os y redact¨® un ensayo, pero que le faltaba vida, as¨ª que pidi¨® permiso a la protagonista para escribir lo que termin¨® siendo una s¨®lida novela. ¡°Los libros de historia nos dan cifras, mapas, datos, pero no dicen nada sobre el sufrimiento de las personas, sobre los resquicios de la esperanza¡±, reflexiona Iturbe antes de reconocer que existe esa moda y confesar que el t¨ªtulo de su novela le ¡°desagrada¡±. ¡°La comercial estaba convencida de que era un t¨ªtulo perfecto. Ni mi editora ni yo lo vimos claro, pero lo aceptamos. Si el t¨ªtulo es burdo, que lo es, la culpa ¨²nicamente es m¨ªa¡±, confiesa. ¡°En cualquier caso, no creo que escribir libros banalice, lo que banaliza es la indiferencia¡±, remacha.
La necesidad de comprender y el inter¨¦s por la est¨¦tica y por la representaci¨®n del mal absoluto tambi¨¦n explican la atracci¨®n por este g¨¦nero. ¡°Creo que la fascinaci¨®n por los nazis en la ficci¨®n es dif¨ªcil de separar del aspecto hist¨®rico en s¨ª. Curiosamente, muchos de estos impulsos contin¨²an activos en no pocos de los proyectos nacionalistas actuales que promueven esa fascinaci¨®n¡±, explica Jos¨¦ Luis Cardero, antrop¨®logo social y autor de Los dioses oscuros del nazismo, que s¨ª ve un ¡°un prop¨®sito de banalizar esos horrores del pasado¡±. ?C¨®mo? ¡°Una forma de conseguirlo¡±, asegura, ¡°ser¨ªa la de promover ese tipo de ficciones, alejadas de un an¨¢lisis hist¨®rico, social y antropol¨®gico de contenido cient¨ªfico y sistem¨¢tico como el que en muchos casos se intenta llevar a cabo¡±.
Sobre este mar de novedades y ficciones se eleva la voz de Imre Kerstz, premio Nobel en 2002, en una conversaci¨®n con su amigo y editor Zolt¨¢n Hafner recogida en Dossier K. (Acantilado): ¡°Contrariamente a otros, nunca he definido Sin destino como una ¡®novela del Holocausto¡¯, porque aquello que ellos llaman Holocausto no cabe en una novela¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.