Gianluigi Colalucci, restaurador de la Capilla Sixtina
Fallecido en Roma a los 92 a?os, el responsable de la rehabilitaci¨®n de los frescos vaticanos estaba considerado uno de los grandes maestros del gremio en el ¨²ltimo siglo
El pasado 28 de marzo fallec¨ªa a los 92 a?os en Roma, la ciudad en la que hab¨ªa nacido en 1929, Gianluigi Colalucci, el que fuera desde 1979 restaurador jefe de los Museos Vaticanos. Proveniente de una familia de abogados, Colalucci se form¨® en el prestigioso Istituto Centrale per il Restauro, donde ejerc¨ªa entonces como director Cesare Brandi, personalidad decisiva en el cambio de paradigma en la formaci¨®n y reconocimiento de la restauraci¨®n como una pr¨¢ctica multidisciplinar, compleja y fundamental para la conservaci¨®n y tratamiento de los bienes art¨ªsticos, m¨¢s all¨¢ de las meras pr¨¢cticas artesanales o reparadoras. El magisterio de Brandi, o de Giovanni Urbani, otro profesor relevante del momento, conformaron el bagaje formativo de Gianluigi Colalluci quien, despu¨¦s de pasar un tiempo en la Galleria Nazionale de Sicilia, pas¨® a formar parte de la plantilla vaticana de restauradores en 1960.
La solvencia y profesionalidad de Colalucci fueron decisivos para que en 1980 la direcci¨®n de los Museos Vaticanos (primero Fabrizio Mancinelli y Carlo Pietrangeli despu¨¦s) le encargasen la direcci¨®n de la ambiciosa e intimidante tarea de intervenir en la Capilla Sixtina, la cumbre de la pintura de Miguel ?ngel, el gran tit¨¢n del Renacimiento. La b¨®veda primero, con La creaci¨®n, y m¨¢s tarde El juicio final; un trabajo que se desarroll¨® a lo largo de 15 a?os y que se convirti¨®, como recuerdan los medios italianos estos d¨ªas, en la ¡°restauraci¨®n del siglo¡±.
El largo y prolijo trabajo se llev¨® a cabo bajo las c¨¢maras de Nippon Television Network Corporation, despu¨¦s de pagar m¨¢s de cuatro millones de d¨®lares en derechos de imagen (m¨¢s de 3,4 millones de euros al cambio actual). Nunca hasta entonces una restauraci¨®n conllev¨® tanto inter¨¦s, reconocimiento y algunas controversias. Colalucci afront¨® el desaf¨ªo con tanta sabidur¨ªa como tranquilidad, amparado por un equipo complejo de qu¨ªmicos, historiadores y documentalistas de su propia instituci¨®n, y por la convicci¨®n de quien lleva tras de s¨ª una larga carrera. Por su mano hab¨ªan pasado algunos de los grandes del arte italiano: Rafael, Giotto, Leonardo, Guido Reni, Lorenzo Lotto, Tiziano, Andrea Mantegna, Guercino, Perin del Vaga, Dosso Dossi o Caravaggio. Obras diversas por t¨¦cnica o soporte, pero donde supo limitar la actuaci¨®n en las limpiezas (la piedra de toque en la restauraci¨®n de pintura) o en el ajuste final en los barnizados (contaba con su amplia sonrisa y expresivo gesto como matizaba algunos trabajos con el calor de la palma de la mano). Labores que formaron parte de su impecable saber hacer, y del relato ameno de su condici¨®n de gran conversador (romano al fin y al cabo).
Su experiencia y la notable estima alcanzada, hicieron que fuera convocado como conferenciante o profesor en varias universidades y centros en Estados Unidos, Australia, Jap¨®n y Europa, incluida Espa?a, donde su magisterio se extendi¨® sobre todo en la Polit¨¦cnica de Valencia, all¨ª fue nombrado doctor honoris causa (lo fue tambi¨¦n, entre otras, por la New York University).
Como ha recordado Barbara Jatta, actual directora de los Museos Vaticanos, la muerte de Colalucci es una noticia triste para el mundo de la restauraci¨®n: ¡°Nos ha dejado un gran hombre, un gran profesional y uno de los m¨¢s grandes restauradores del siglo¡±. Las causas de la muerte no han trascendido.
Leticia Ruiz G¨®mez es directora de las Colecciones Reales del Patrimonio Nacional.
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