¡®La historia del Caballero Encantado¡¯: Don Quijote de la China
La primera versi¨®n de la novela de Cervantes en mandar¨ªn, de 1922, se traduce al espa?ol. Su autor alteraba e inventaba pasajes dando lugar a una obra aut¨®noma con un aire de familia con el cl¨¢sico
¡°En La Mancha hab¨ªa un lugar, un lugar cuyo nombre no es preciso que mencione, a medias situado entre Arag¨®n y Castilla. En aquel lugar viv¨ªa un hombre apegado a las antiguas tradiciones que gustaba de usar lanza y adarga, caballo veloz y perro cazador¡±. As¨ª comienza algo que no es exactamente el Quijote. Pero tampoco deja de serlo. Es La historia del Caballero Encantado, o Moxia Zhuan, una primera versi¨®n en mandar¨ªn de la novela de Cervantes que se public¨® en China, hace 99 a?os. Una versi¨®n muy particular; su autor, el letrado Lin Shu, no hablaba castellano, ni ninguna otra lengua extranjera. Ahora, casi un siglo despu¨¦s y en la semana m¨¢s cervantina del a?o (este viernes se cumple el 406? aniversario de la muerte del autor), esa traducci¨®n se publica en espa?ol por primera vez.
A principios del siglo XX, China viv¨ªa en plena efervescencia de cambios pol¨ªticos, econ¨®micos y culturales. Ca¨ªa el sistema imperial; llegaba la rep¨²blica. Estudiantes e intelectuales, agrupados en el Movimiento 4 de Mayo, demandaban reformas. Las potencias occidentales hab¨ªan arrancado considerables pedazos de territorio. En medio de este fragor, Lin Shu, un reformador enamorado del chino cl¨¢sico, se afanaba en traducir literatura extranjera para abrir nuevas herramientas de conocimiento con que renovar la propia. Entonces solo la ¨¦lite que hab¨ªa viajado y conoc¨ªa lenguas pod¨ªa acercarse a las obras for¨¢neas.
Para suplir su falta de conocimiento de idiomas, el prol¨ªfico Lin trabajaba con otros colaboradores que s¨ª los hablaban. Para interpretar el Quijote, en la ¨¦poca una obra desconocida en China, recurri¨® a su amigo Chen Jialin, que hablaba ingl¨¦s. Y, a partir de versiones en la lengua de Shakespeare, escritas en el siglo XVII y que ya incorporaban algunas distorsiones, Chen le fue contando las aventuras del Ingenioso Hidalgo en baihua, el mandar¨ªn coloquial. Lin Shu traslad¨® esa versi¨®n ¡ªsolo la primera parte del Quijote¡ª al mandar¨ªn cl¨¢sico, un idioma diferente al hablado tanto en vocabulario como en sintaxis. El resultado, una obra en la que perduran la pasi¨®n del Caballero de la Triste Figura ¡ªal que Lin opta por apellidar Quisada, y no Quijano¡ª, la sensatez de Sancho, las ansias de libertad de Marcela o los lances contra los molinos.
Una realidad paralela en la que el cura ha perdido su sotana por el camino para convertirse en un mero m¨¦dico, y en la que ¡°la piedad filial, tan apreciada en China, se desliza por sus p¨¢ginas, y esos encantadores de cabellos desgre?ados, cabalgando sobre nubes negras y acompa?ados de una bruma helada, que persiguen al h¨¦roe, m¨¢s parecen inmortales tao¨ªstas que nigromantes¡±, opina la catedr¨¢tica de la Universidad de Granada Alicia Relinque. En una nueva vuelta de tuerca casi borgiana a este juego de espejos literario, y a propuesta de la entonces directora del Instituto Cervantes en Pek¨ªn, Inma Gonz¨¢lez Puy, la acad¨¦mica ha traducido ahora al castellano la obra de Lin, en una edici¨®n patrocinada por la instituci¨®n cultural espa?ola. La doble edici¨®n para el mercado espa?ol y latinoamericano corre a cargo de Ginger Ape Books and Films y Mil Gotas, y para el mercado chino, por Commercial Press. El resultado se presenta este jueves en un acto del Instituto Cervantes de Madrid, con conexiones con los centros de Pek¨ªn y Shangh¨¢i.
¡°Mi sorpresa fue darme cuenta de que se parec¨ªa mucho m¨¢s al Quijote de lo que pens¨¢bamos¡±, explica por tel¨¦fono la sin¨®loga. ¡°Es un tataranieto del Quijote, por decirlo as¨ª. Porque ha pasado por tantas manos y tantos periodos, en el siglo XVII ya se transforma en Inglaterra, y luego en China. Por eso, lo que resulta tan sorprendente es que siendo tataranieto, se parezca tanto al abuelo¡. Hay alguna distorsi¨®n, cosas que se abrevian; Lin mete tambi¨¦n sus opiniones, a veces, pero mucho menos de lo que se ha dicho, que es lo sorprendente¡±.
Un tataranieto de Quijano
En su traducci¨®n, Lin Shu incorpora en ocasiones comentarios propios ¡ªpor ejemplo, una digresi¨®n sobre el significado de las revoluciones, en s¨ª un neologismo que incorpora del japon¨¦s¡ª, o incluso pasajes de su cosecha. En el Quijote original, Sancho sufre el robo de su rucio en un cap¨ªtulo y en el siguiente, sin m¨¢s explicaciones, reaparece montado sobre ¨¦l. ¡°A Lin le parece que no est¨¢ bien y se inventa una escena, en la que el burro escapa y vuelve con el escudero, y se dan abrazos y besos¡±, cuenta la catedr¨¢tica. El abundante recurso del traductor chino a los chengyu, los refranes en mandar¨ªn, contribuye tambi¨¦n a integrar en una perspectiva china al h¨¦roe espa?ol por antonomasia.
Este ¡°tataranieto¡± tiene una personalidad un poco distinta de la de su antecesor. ¡°Es un hombre que se ha quedado un poco superado por el tiempo, casi melanc¨®lico. Alguien muy respetuoso con el pasado, algo que en China no pod¨ªa dejar de ser muy atractivo¡±, agrega Relinque. ¡°La sensaci¨®n es que otros personajes se pueden burlar de ¨¦l, pero siempre tiene una imagen de respetabilidad por parte de los dem¨¢s. Es menos sard¨®nico tambi¨¦n, m¨¢s directo¡±.
La acogida del La historia del Caballero Encantado fue buena. Diez a?os m¨¢s tarde de su salida a imprenta, la editorial a¨²n reeditaba ejemplares. Pero Lin, inicialmente muy elogiado por haber divulgado obras occidentales a las que de otro modo no se hubiera podido acceder, hab¨ªa ca¨ªdo en desgracia entre sus contempor¨¢neos intelectuales. Su apego al lenguaje cl¨¢sico, desprestigiado en esos c¨ªrculos, le convirti¨® en blanco de ataques. Surgieron otras ediciones del Quijote, con otros traductores.
El personaje del Quijote fue calando. El movimiento del 4 de Mayo, de la Nueva Cultura, se fij¨® en su figura, que empez¨® a resultar atractiva. Lu Xun, el padre de la literatura moderna china, pudo inspirarse en el Ingenioso Hidalgo para escribir una de sus obras cumbre, La verdadera historia de Ah Q, cuyo protagonista expone de manera ingenua una dura cr¨ªtica ¡ªa¨²n hoy muy relevante¡ª sobre la sociedad china de la ¨¦poca.
Sin Lin y otros traductores de entonces, apunta Relinque, ¡°no se hubiera ido recibiendo la literatura occidental del modo en que se recibi¨®, con dignidad. No se hubiera ido transformando el lenguaje. No hubiera podido darse paso al baihua¡±. ¡°Independientemente de que se critiquen sus traducciones, se le reconoce un lugar fundamental en ese momento tan crucial, el fin del mundo antiguo frente al mundo moderno en China¡±.
?Qu¨¦ hubiera pensado Cervantes de este descendiente del Quijote de rasgos chinos, pero claramente emparentado con ¨¦l? El escritor no ten¨ªa un buen concepto de las traducciones, que solo consideraba apropiadas para las lenguas nobles. Pero esta ¡°le hubiera divertido, al menos¡±, cree la acad¨¦mica.
De hecho, ya pareci¨® incluso predecir, en broma, lo que iba a ocurrir. En el pr¨®logo de esa segunda parte, ya escribe que ha recibido una misiva en la que el emperador de China le suplica un ejemplar de su obra, ¡°porque quer¨ªa fundar un colegio donde se ense?ase la lengua castellana, y quer¨ªa que el libro que se ense?ase fuese el de la historia de Don Quijote¡±. No lo orden¨® el emperador, y ocurri¨® tres siglos m¨¢s tarde. Pero al final, un letrado aferrado a una lengua cl¨¢sica que desaparec¨ªa, un Quijote chino enfrentado a los molinos de viento de sus cr¨ªticos, eligi¨® la novela cervantina para dar a conocer en su pa¨ªs la literatura espa?ola.
Babelia
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