Cien a?os de morri?a por Emilia Pardo Baz¨¢n
La escritora gallega vive en su centenario una reivindicaci¨®n total como una de las grandes novelistas del XIX-XX y una defensora radical de los derechos de la mujer. Ensayos, in¨¦ditos, adaptaciones teatrales y reediciones la hacen m¨¢s viva que nunca
Cuentista nata. Autodidacta y primera catedr¨¢tica. Quiso, y no le dejaron, ser tambi¨¦n la primera acad¨¦mica de la lengua. A la vanguardia en libros (suya es la primera novela sobre el movimiento obrero femenino) y lecturas (trajo a Espa?a a Tolstoi y dem¨¢s tropa rusa). Feminista radical en un siglo y un pa¨ªs sin feministas. Conspiradora carlista durante el sarampi¨®n juvenil. Cat¨®lica de c¨ªrculo aristocr¨¢tico en la hora final. Madre de tres hijos que no cre¨ªa que la maternidad fuese el destino de la mujer. Entre matrimonio y literatura, escogi¨® la literatura. Con Gald¨®s construy¨® uno de los amores m¨¢s igualitarios y clandestinos de las letras europeas de su tiempo. Naci¨® en A Coru?a en 1851 y muri¨® en Madrid el 12 de mayo de 1921 dejando tras de s¨ª obras can¨®nicas y clich¨¦s hostiles. Cien a?os despu¨¦s emerge m¨¢s reconocida y libre que nunca. Una aproximaci¨®n a Pardo Baz¨¢n en diez palabras.
Academia
El 29 de mayo de 1912 Emilia Pardo Baz¨¢n escribi¨® una carta de tres folios donde enumeraba sus m¨¦ritos para entrar en la Real Academia Espa?ola: presidenta o socia de unas 50 entidades culturales y autora de m¨¢s de 50 obras, muchas traducidas y alguna estudiada en liceos franceses. ¡°Crey¨¦ndose con t¨ªtulos suficientes para ocupar una de las plazas vacantes en la Real Academia Espa?ola, respetuosamente la solicita¡±, conclu¨ªa la escritora. Aunque la controversia sobre su entrada no era nueva, esta vez la instituci¨®n se vio forzada a dar una respuesta. En el archivo de la RAE figura la carta que rechaza su ingreso por ser mujer y que la instituci¨®n no difunde porque no le concede validez oficial. ¡°Ella considera un triunfo que planteen su negativa por razones de g¨¦nero y no de m¨¦ritos¡±, observa la historiadora Isabel Burdiel, que public¨® en 2019 una biograf¨ªa sobre la escritora y prepara una exposici¨®n sobre ella en la Biblioteca Nacional. Pardo Baz¨¢n ironiz¨®: ¡°[Tambi¨¦n a Santa Teresa] le habr¨ªan dado con la puerta en las narices¡±.
C¨¢tedra
En 1916 se convirti¨® en catedr¨¢tica de Literatura contempor¨¢nea de Lenguas Neolatinas en la Universidad Central de Madrid. La primera catedr¨¢tica de Espa?a. Otra pol¨¦mica a sus espaldas, aunque esta vez ella no hab¨ªa movido un dedo. Eva Acosta, autora de la biograf¨ªa La luz en la batalla, publicada en 2007 y reeditada ahora con actualizaciones por Ediciones del Viento, achaca la decisi¨®n al ministro de Instrucci¨®n P¨²blica y Bellas Artes, Julio Burell. Uno de sus alumnos, Pedro S¨¢inz Rodr¨ªguez, asegur¨® que para no cerrar la c¨¢tedra por falta de estudiantes ¡°invitaba a un buen n¨²mero de muchachas se?oritas de la buena sociedad, amigas suyas¡±. A la salida de clase, la escritora llevaba a S¨¢inz Rodr¨ªguez, ¨²nico alumno oficial, a pasear en land¨® por el Retiro y tomar un helado. ¡°Emilia Pardo Baz¨¢n ten¨ªa la autoestima muy bien colocada, clara conciencia de su val¨ªa como escritora y estudiosa de la literatura, y plena seguridad de que cualquier hombre de su tiempo con la mitad de m¨¦ritos que ella gozar¨ªa de indiscutido reconocimiento externo¡±, opina la bi¨®grafa. Sin embargo lleg¨® a tener m¨¢s de 800 alumnos en sus clases de literatura francesa en el Ateneo, donde fue la primera mujer socia.
Educaci¨®n
Casi cuatro d¨¦cadas antes de que Virgina Woolf reivindicase una habitaci¨®n propia, Emilia Pardo Baz¨¢n defendi¨® el derecho de las mujeres al destino propio. En el congreso pedag¨®gico internacional celebrado en Madrid en 1892 exigi¨® el acceso de las mujeres a todas las profesiones y el derecho a la educaci¨®n en escuelas mixtas. Una subversi¨®n tras otra, la verdad. Casi nadie hab¨ªa llegado tan lejos en Espa?a. ¡°Ella censura que los hombres llevan una educaci¨®n pautada desde que empiezan mientras a las mujeres se las forma para ser buenas amas de casa y madres. Es tambi¨¦n consciente de que ella fue una privilegiada porque su padre era un liberal que le permiti¨® acceder a su biblioteca. Todo lo que sabe lo aprende leyendo y luego viajando¡±, indica Marisa Sotelo, catedr¨¢tica de Literatura espa?ola en la Universidad de Barcelona y autora del estudio que acompa?a a las obras de bolsillo de la biblioteca Pardo Baz¨¢n que est¨¢ publicando Alianza.
Feminismo
En febrero de 1914 dijo: ¡°Yo soy una radical feminista. Creo que todos los derechos que tiene el hombre debe tenerlos la mujer¡±. Su feminismo, sin embargo, acab¨® sepultado por la literatura y el chascarrillo. Marilar Aleixandre, coautora junto a Mar¨ªa L¨®pez S¨¢ndez de Moviendo los marcos del patriarcado. El pensamiento feminista de Emilia Pardo Baz¨¢n (M¨¦nades en castellano y Galaxia en gallego), se pregunt¨® por qu¨¦ algo tan vertebral de la escritora permanec¨ªa tan inexplorado. Identific¨® dos factores. ¡°Es una prosista magn¨ªfica y eso centra la atenci¨®n de los especialistas literarios. Casi los ¨²nicos estudios sobre su feminismo se hicieron en universidades de EE UU¡±, expone. ¡°El otro factor es la codificaci¨®n de Pardo Baz¨¢n como conservadora, adoptada incluso por el r¨¦gimen franquista, que hace que pueda haber un distanciamiento¡±, agrega. Sus posiciones fueron tan lejos que siguen resultando modernas, como su visi¨®n de la maternidad, tan de moda en la literatura de hoy. ¡°La maternidad es funci¨®n temporal, no puede someterse a ella entera la vida¡±. Ella defiende el sufragio femenino y traduce al espa?ol La esclavitud de la mujer, de John Stuart Mill.
Gald¨®s
Es dif¨ªcil dar con una relaci¨®n del XIX que despierte tanto morbo en el XXI como la que vivieron Pardo Baz¨¢n y P¨¦rez Gald¨®s, mantenida en secreto hasta 1971 y desvelada por Carmen Bravo-Villasante en un congreso de hispanistas. Ermitas Penas y Marisa Sotelo acaban de publicar en la Universidad de Santiago su estudio sobre el epistolario que se conoce, el que la autora de Insolaci¨®n envi¨® al autor de Misericordia. Son 98 cartas escritas entre 1883 y 1915: un fluido de pasiones e ideas. ¡°Se subraya mucho lo sentimental y para nosotras es muy importante la parte intelectual. En las cartas se nota que hay una comunidad de gustos, de lecturas, hablan de sus proyectos literarios¡±, explica Penas, profesora de Literatura espa?ola en la Universidad de Santiago. ¡°Fue una relaci¨®n absolutamente clandestina, que llevaron con una discreci¨®n enorme. Nadie supo de ella y nadie se enter¨® siquiera del viaje que hicieron juntos por Europa¡±, agrega. Adelina Batlles acaba de publicar Diario de un viaje por la Europa de 1888 (Guillermo Bl¨¢zquez editor) donde reproduce las anotaciones sobre la ruta de Gald¨®s. En la antesala de esa escapada, ella le escribe: ¡°Antes de que fueses mi amantito, cuando solo eras mi amigo del alma y el hombre con quien charlaba m¨¢s gustosa, ya ese viaje constitu¨ªa para m¨ª un hermoso sue?o; ahora, fig¨²rate¡±. Una relaci¨®n entre iguales, a veces triangulada (¨¦l con Lorenza Cobi¨¢n y ella con Jos¨¦ L¨¢zaro Galdiano), que no dej¨® rehenes ni rencores cuando acab¨®.
Galicia
La literatura de Pardo Baz¨¢n es un liquen pegado a la tierra natal donde naci¨® en 1851. Su obra m¨¢s c¨¦lebre, Los pazos de Ulloa, es un tratado sobre el caciquismo, la violencia, el analfabetismo, la degradaci¨®n de la hidalgu¨ªa o el fanatismo religioso del siglo XIX. Sus obras, rurales o urbanas, siguen sin caerse de las manos. Si Rosal¨ªa de Castro hizo la mejor poes¨ªa sobre la emigraci¨®n, Pardo Baz¨¢n hizo los mejores cuentos, en opini¨®n del escritor Manuel Rivas. Presentadas a veces como antagonistas ¨CManuel Murgu¨ªa, el marido de la poeta, la lleg¨® a cuestionar por su maternidad: ¡°?Una madre que no logra enternecernos cuando habla de su hijo!... Es lo que faltaba por ver¡±¨C, Pardo Baz¨¢n suscit¨® recelos entre el nacionalismo a pesar de que ayud¨® a fundar la Real Academia Galega, que ocupa la casa familiar de la calle Tabernas de A Coru?a, donada por su hija Blanca Quiroga. ¡°La lengua era crucial en el debate en Galicia en aquel tiempo del Rexurdimento, pero creo que es una imprecisi¨®n pensar que se opone al gallego. Ella considera que es apto para los temas locales, para la poes¨ªa y para el folklore, que significa la recuperaci¨®n de una cultura popular no bien vista¡±, se?ala Rivas. ¡°Tiene una mirada amplia, es cosmopolita y no cosmopaleta. Las visiones reduccionistas y unilaterales llevan a pol¨¦micas muy simples. Puede que los escritores gallegos que escriben sobre Galicia en castellano, como Pardo Baz¨¢n o Valle-Incl¨¢n, quedaran en una tierra intermedia pero cuando estuvieron m¨¢s olvidados, la mejor defensa que se les hizo fue desde Galicia¡±, a?ade Rivas, que acaba de dedicar un monogr¨¢fico a la escritora en Luzes, la revista en gallego que codirige.
Literatura
Cuenta Marisa Sotelo que en 1882, Jos¨¦ Quiroga y P¨¦rez Deza, marido de la escritora, ¡°disgustado por la pol¨¦mica que estaban suscitando en la prensa los art¨ªculos sobre La cuesti¨®n palpitante, le plante¨® el dilema del matrimonio o la literatura¡±. Pardo Baz¨¢n eligi¨® la literatura. ¡°Decisi¨®n muy valiente a pesar del hecho de que una mujer se interesara por el naturalismo, corriente calificada de atea y pornogr¨¢fica¡±, escribe Sotelo en su estudio preliminar para Algo de feminismo y otros escritos combativos, que acaba de publicar Alianza para sumarse al centenario. Autora de m¨¢s de 650 cuentos y decenas de libros, suya es la primera novela sobre el movimiento obrero, La Tribuna, construida a partir de visitas y observaciones en la f¨¢brica de tabacos de A Coru?a. Mecenas, editora y redactora de una revista cultural, Nuevo Teatro Cr¨ªtico, fiasco econ¨®mico y odisea creativa (se public¨® tres a?os solo con sus textos). Escribi¨® de pintura, de teatro, de literatura, de filosof¨ªa y de religi¨®n. De autores franceses, americanos, rusos y espa?oles. Cultiv¨® la narrativa, el ensayo, el periodismo, la poes¨ªa, el teatro y los libros de cocina. Todo le interes¨® y a todo dedic¨® una pensada.
Mujericidio
Mucho antes de que los observatorios actuales alertasen de que la violencia de g¨¦nero no pod¨ªa suavizarse como pasional, lo hizo la escritora en monta?as de art¨ªculos. Puede que en su posici¨®n hubiese pesado el crimen de su abuela paterna a manos de su segundo marido, aunque Cristina Pati?o, profesora titular de Literatura espa?ola en la Universidad de Santiago, descarta que esa vivencia ¨ªntima ¡°se tradujese en un automatismo autobiogr¨¢fico¡± en su narrativa. En 1901 escribi¨® en La Ilustraci¨®n Art¨ªstica: ¡°Siguen a la orden del d¨ªa los asesinatos de mujeres. Han aprendido los criminales que eso de la pasi¨®n es una gran defensa prevenida, y que por la pasi¨®n se sale a la calle libre y en paz, y no se descuidan en revestir de colores pasionales sus desahogos mujericidas¡±. Cristina Pati?o public¨® una selecci¨®n de 35 cuentos sobre violencia de g¨¦nero en El encaje roto (Contrase?a), editado en 2018 y camino de su quinta reimpresi¨®n: ¡°Esta violencia hacia las mujeres es un eje de su invenci¨®n creativa que la singulariza en el contexto de la literatura europea, y me atrevo a decir que universal, de la ¨¦poca¡±.
Novela
?Cu¨¢ntos se acuerdan de Juan Valera y Jos¨¦ Mar¨ªa Pereda? En el XIX tuvieron peso por su literatura y eco por su lengua. Sobre Pardo Baz¨¢n hicieron cr¨ªtica de bajos fondos. Valera: ¡°Parece una sand¨ªa con patas¡±. Pereda: ¡°Por el ansia de llamar la atenci¨®n es capaz de bailar en cueros vivos en la Puerta del Sol¡±. Hoy pocos especialistas le racanean a la condesa un lugar en el canon. ¡°Junto con Clar¨ªn y Gald¨®s est¨¢ en el tr¨ªpode de los grandes novelistas del XIX y principios del XX¡±, sostiene Dar¨ªo Villanueva, exdirector de la RAE y editor de las Obras completas de la escritora en la Biblioteca Castro junto a Jos¨¦ Manuel Gonz¨¢lez Herr¨¢n. ¡°Con ella se dio una especie de condescendencia al principio y cuando se observ¨® que iba en serio los que le hab¨ªan pasado la mano por el hombro, comenzaron a denigrarla hasta el insulto como hicieron Leopoldo Alas o Men¨¦ndez Pelayo¡±, a?ade. Cien a?os despu¨¦s de su muerte se reeditan obras, se lleva al teatro (Insolaci¨®n, celebraci¨®n literaria del deseo femenino, o el mon¨®logo Emilia), se repara en nuevos aspectos como el ensayo de la historiadora Blanca P. Rodr¨ªguez Garabatos Emilia Pardo Baz¨¢n y la moda (H¨¦rcules de ediciones), se divulga su biograf¨ªa para ni?os (la editorial Bulul¨² ha publicado el libro ilustrado Emilia Pardo Baz¨¢n. Una mente poderosa), se la rememora en debates y lecturas y se encuentran in¨¦ditos como Selva, novela polic¨ªaca que acaba de editar ?zaro.
Pazo de Meir¨¢s
Lo dise?¨® para convertirlo en su lugar para la vida y para la muerte. Pardo Baz¨¢n modific¨® la Granja de Meir¨¢s, propiedad familiar en Sada (A Coru?a), para que se adaptase a las necesidades de una escritora. Traz¨® los planos de la biblioteca y proyect¨® las torres. Antes de que Meir¨¢s fuese el escenario de la boda de una nieta de Franco, acogi¨® la suya con el hidalgo Jos¨¦ Quiroga y m¨¢s tarde la de su hija Blanca con Jos¨¦ Cavalcanti, un militar africanista que apoyar¨ªa a Franco durante la guerra. En la capilla de Meir¨¢s hay un lugar que la escritora reserv¨® para enterrar sus restos (hoy en la iglesia de Nuestra Se?ora de la Concepci¨®n en Madrid). Nunca se cumpli¨® su voluntad.