Muebles arrinconados y libros en la cocina: el legado de Pardo Baz¨¢n peligra en Meir¨¢s
Las vitrinas de su biblioteca, su silla y la mesa donde escrib¨ªa sobreviven en la propiedad tras el paso de Franco, el incendio y la desaparici¨®n de piezas denunciada los por investigadores
El historiador Manuel P¨¦rez Lorenzo coteja estos d¨ªas las viejas fotos que se tomaron en las Torres de Meir¨¢s en vida de Emilia Pardo Baz¨¢n con el inventario de lo que han dejado tras de s¨ª los Franco, obligados por mandato judicial a abandonarlas. Las hay de su familia y sus amigos merendando, refresc¨¢ndose en el estanque o en concurridas fiestas sociales. Tambi¨¦n de ella supervisando la construcci¨®n, sentada en su despacho de la planta baja o asomada al Balc¨®n de las Musas, junto a la mesa y la silla donde escrib¨ªa sus obras, en lo m¨¢s alto de la Torre de La Quimera, que mand¨® levantar inspirada en las del homenaje de los castillos medievales. Tambi¨¦n han aparecido retratos sin figura, en los que los protagonistas, simplemente, son los muebles: la decoraci¨®n que exist¨ªa antes de que en 1938 el pazo fuese entregado a Francisco Franco por una corte de prohombres del r¨¦gimen en A Coru?a. Bastantes de esos objetos sobreviven en el lugar, la mayor¨ªa desubicados y muchos deteriorados, justo cuando se cumple un siglo de la muerte de la autora. La misi¨®n es evitar que se pierda el control sobre ellos. ¡°En cuanto salgan por la puerta¡± en la mudanza de la familia Franco, que a punto estuvo de comenzar hace una semana y ahora est¨¢ parada por orden judicial, ¡°quedar¨¢n descontextualizados y perder¨¢n su valor y su protecci¨®n¡±, avisa P¨¦rez Lorenzo.
El especialista, autor junto con Carlos Bab¨ªo del libro Meir¨¢s, un pazo, un caudillo, un espolio (Fundaci¨®n Galiza Sempre), forma parte de la comisi¨®n de expertos, anunciada en diciembre por la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, que debate los usos futuros del palacete de Sada (A Coru?a) como espacio p¨²blico. Mientras tanto, P¨¦rez Lorenzo revisa todos esos documentos gr¨¢ficos que hablan de la grandeza del pazo antes de la Guerra Civil, adem¨¢s de instant¨¢neas anteriores a la muerte de Franco, para identificar, con el actual inventario judicial en la mano, no solo los muebles del pasado que perduran, sino aquellos que se han esfumado. El suyo es el inventario del inventario, mucho m¨¢s completo porque ahonda en el origen de las piezas, algo que la apresurada relaci¨®n de 697 objetos que elaboraron los t¨¦cnicos de la Xunta no hace.
As¨ª el historiador comenta que ha descubierto que faltan cuadros, estatuas y otros bienes muebles que s¨ª estaban cuando en 2008 se aprob¨® el decreto de bien de inter¨¦s cultural (BIC) y los Franco quedaron obligados por ley a abrir las torres a las visitas. Una de las ausencias sobre las que llama la atenci¨®n son los colmillos de elefante de metro y medio regalados en la dictadura por el gobernador de la antigua Guinea Espa?ola Francisco Mac¨ªas. ¡°A¨²n aparec¨ªan en el vest¨ªbulo en fotos de 2016¡å, apunta el investigador Carlos Bab¨ªo.
Cuando las herederas de Pardo Baz¨¢n vendieron a la Junta pro-Pazo en 1938 el inmueble por 406.346 pesetas, los expertos sostienen que el precio inclu¨ªa tambi¨¦n la decoraci¨®n y todos los objetos. Todos, excepto los libros de la biblioteca de la escritora, que fueron un ¡°regalo¡± personal a la esposa del dictador, Carmen Polo. Tras el incendio que se ceb¨® en el comedor y en el dormitorio de Franco en 1978 y da?¨® otras estancias, los libros fueron donados a la Real Academia Galega. Pero muchos, no se sabe por qu¨¦, quedaron en el pazo. Hoy, seg¨²n describe Bab¨ªo, se encuentran mezclados con los del dictador, desordenados y hasta almacenados ¡°en la alacena de la cocina¡±.
Pese a las flagrantes ausencias detectadas por P¨¦rez Lorenzo en Meir¨¢s, el profesor del IES Isaac D¨ªaz Pardo de Sada ha elaborado una relaci¨®n, todav¨ªa incompleta, de los tesoros que perduran desde tiempos de los Pardo Baz¨¢n. La mesa sobre la que la autora trabajaba desde las cinco de la ma?ana en su literatura contin¨²a en la Torre de Levante (o La Quimera), y fue la utilizada cuando la jueza entreg¨® las llaves al Estado, el 10 de diciembre.
La silla en la que se sentaba para escribir, sin embargo, est¨¢ ahora en el vest¨ªbulo junto a otra del mismo juego, fuera de lugar, al igual que la colecci¨®n de asientos bordados por las manos de la escritora y de otras familiares, que formaban parte del despacho de la planta baja. Ahora, las que existen est¨¢n en la capilla. Las vitrinas y estanter¨ªas donde ella organizaba sus libros fueron retiradas cuando Franco mand¨® reformar la biblioteca de la torre y hoy sirven para el almacenaje, repartidas entre un corredor y la granja que hay en la finca. Estas ¨²ltimas se han convertido en muebles del taller, seg¨²n el historiador est¨¢n ¡°modificadas, pintadas de blanco y en muy mal estado¡±.
Tambi¨¦n en la granja se guardaron, oxidadas, las armaduras con las que el hijo de la escritora decor¨® la escalinata de honor. A juego hab¨ªa panoplias de espadas. Todo, con la pretensi¨®n de remarcar con ¡°escenograf¨ªa¡± una ¡°posici¨®n nobiliaria¡±. Emilia Pardo Baz¨¢n ide¨® Meir¨¢s como su espacio de creaci¨®n literaria, explica el profesor, pero al mismo tiempo quer¨ªa decir ¡°aqu¨ª tengo mi castillo. Soy mujer, escritora y noble¡±.
Entre los bienes llegados antes de 1938 que cita P¨¦rez Lorenzo siguen, en la capilla, el sepulcro que dise?¨® la escritora para su muerte y en el que nunca fue sepultada; el retablo central (siglos XVII-XVIII) y uno de los laterales; la mayor¨ªa de las im¨¢genes y de los reclinatorios, un gran Cristo con pelo natural que aparece descrito por la novelista en un pasaje de La quimera y las consabidas sillas bordadas. La m¨¢s grande, decorada con la efigie de Catalina de Alejandr¨ªa, era la preferida de Pardo Baz¨¢n.
En el vest¨ªbulo permanecen, como en vida de la propietaria original del pazo, dos tallas antiguas, un mueble de marqueter¨ªa, un arc¨®n y varias sillas. En el sal¨®n grande, dos vitrinas con mesa. En la planta baja de la Torre de Levante, un retrato de dama, posiblemente, seg¨²n el estudioso, la madre o la t¨ªa de Emilia Pardo Baz¨¢n. En la biblioteca que se hizo Franco en otra ala est¨¢n algunas de las sillas que la antigua moradora ten¨ªa en su comedor de los banquetes, y en otros rincones se identifican m¨¢s mesas y cuadros que vivieron con ella. ¡°Esos muebles ya ven¨ªan con la casa¡± cuando se la entregaron a Franco, reivindica Bab¨ªo, que lleva tres d¨¦cadas rastreando los avatares de la mansi¨®n.
¡°Impedir la rapi?a¡±
Seg¨²n ¨¦l, este deber¨ªa ser suficiente motivo para que no entraran en la mudanza que planean los Franco. ¡°La escritura de la compra, costeada con el dinero de todos los gallegos que fueron obligados a pagar, dec¨ªa claramente lo que se adquir¨ªa: esas torres y todos los bienes que inclu¨ªan¡±. Los muebles, defiende, formaban por tanto parte del agasajo realizado al jefe del Estado que, seg¨²n las dos sentencias que reconocen la titularidad p¨²blica de la mansi¨®n, adquiri¨® car¨¢cter de residencia oficial, como una extensi¨®n estival del Palacio del Pardo.
Tanto Bab¨ªo como P¨¦rez Lorenzo forman parte de la Iniciativa Defende Meir¨¢s, la plataforma ciudadana que acaba de nacer con la misi¨®n de ¡°impedir que los Franco contin¨²en con la rapi?a¡±, y que el pazo siga constituyendo, en palabras del primero, ¡°las casi nueve hect¨¢reas de impunidad fascista¡± que quedan en Espa?a. El colectivo, que organiza una manifestaci¨®n en Sada el 19 de junio, ha pedido este viernes a la Xunta que lleve a cabo el acuerdo logrado por unanimidad en el Parlamento gallego para extender la protecci¨®n BIC de las torres a los bienes que contienen. ¡°La Xunta tiene las competencias y el cat¨¢logo hecho¡±, sostiene Bab¨ªo. ¡°Con estas herramientas¡±, dice, puede impedir que los nietos del dictador dejen el pazo vac¨ªo.
Babelia
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