Muere Carla Fracci, una de las grandes bailarinas italianas del siglo XX
La milanesa, destacada por su interpretaci¨®n del ballet ¡®Giselle¡¯, comparti¨® el escenario con figuras como Rudolf Nureyev, Erik Bruhn y Vladimir Vasiliev
Carla Fracci, la m¨¢s importante bailarina italiana de la edad contempor¨¢nea y la ¨²nica con una categor¨ªa indiscutida de prima ballerina assoluta, ha muerto este jueves en Mil¨¢n, su ciudad natal, a los 84 a?os tras una larga y f¨¦rrea lucha contra un c¨¢ncer devastador que llev¨® en silencio. La milanesa se mantuvo activa mientras tuvo fuerzas y hasta hace muy poco, cuando el franc¨¦s Manuel Legris, nuevo director art¨ªstico del ballet del Teatro alla Scala de Mil¨¢n, la invit¨® a impartir unas lecciones magistrales a...
Carla Fracci, la m¨¢s importante bailarina italiana de la edad contempor¨¢nea y la ¨²nica con una categor¨ªa indiscutida de prima ballerina assoluta, ha muerto este jueves en Mil¨¢n, su ciudad natal, a los 84 a?os tras una larga y f¨¦rrea lucha contra un c¨¢ncer devastador que llev¨® en silencio. La milanesa se mantuvo activa mientras tuvo fuerzas y hasta hace muy poco, cuando el franc¨¦s Manuel Legris, nuevo director art¨ªstico del ballet del Teatro alla Scala de Mil¨¢n, la invit¨® a impartir unas lecciones magistrales a sus bailarines sobre su m¨¢s estilizado rol rom¨¢ntico: Giselle. Antes, en agosto de 2014, en la Plaza Antigua de la Catedral de Oria, hab¨ªa encarnado el dram¨¢tico personaje de Artemisia Gentileschi en un largo ballet experimental donde demostr¨® no solo estar en una espl¨¦ndida forma f¨ªsica, sino su voluntad de aceptar comprometidos retos nuevos. Naci¨® el 20 de agosto de 1936 en Mil¨¢n y en su espectro did¨¢ctico del ballet estuvieron, Vera Volkova, Esm¨¦ Bulness, Ettorina Mazzuccheli y Edda Martignoni.
Un a?o antes, en 2013, Mondadori public¨® sus memorias, Passo dopo passo, un libro rico de an¨¦cdotas y de circunstancias, pero tambi¨¦n de verdades y de ideas. No obstante, se cuentan por decenas los libros sobre ella, y actualmente, se est¨¢ rodando un biopic televisivo con su vida; dotada de esa singularidad que solo ata?e a las muy grandes (Plisetskaia, Alonso, Chauvir¨¦, Fonteyn, Ul¨¢nova). Fracci tambi¨¦n bail¨® hasta muy tarde, incluso m¨¢s all¨¢ de lo aconsejable, irgui¨¦ndose no solamente en una enorme ballerina, sino en un modelo pl¨¢stico. El ballet carece de su propia asignatura de Est¨¦tica, y de crearse, debe refugiar sus ejemplos can¨®nicos en personalidades como Carla Fracci.
La bailarina siempre se mostr¨® orgullosa de sus or¨ªgenes humildes, era hija de un conductor de tranv¨ªa que amaba la m¨²sica. Carla y su hermana tuvieron todas las facilidades para estudiar ballet y m¨²sica. Eran tiempos ¨¢speros tras la Segunda Guerra Mundial. La menuda y ¨¢gil chiquilla de los ojos y el cabello como el carb¨®n, se diplom¨® en 1954 en la Escuela del Teatro alla Scala con un primer hallazgo: encarnar la Dama de El espectro de la rosa (Fokin), despu¨¦s de su graduaci¨®n. Siendo apenas una solista de fila, en 1956, sustituye a Violette Verdy en La Cenicienta y en el verano siguiente, Anton Dolin la elige para participar en la reconstrucci¨®n del Grand Pas de Quatre en el Festival de Nervi junto a divas consagradas como Alicia Markova y encarnando a Fanny Cerrito, un mito italiano del siglo XIX. Y ah¨ª, joven y pujante, hizo sus pinitos de actriz recitando nada menos que papeles shakesperianos (Titania en Sue?o de una noche de verano y Ariel de La Tempestad). Su Giselle en Nueva York la consagra como gran rom¨¢ntica y heredera de las casi perdidas tradiciones de la gran escuela italiana, avanzada presente y al futuro de Cecchetti, Celli, Zanfretta. Las muchas v¨ªas de su talento descollaron con fuerza y ¨¦xito, y en la escena de ballet demostr¨® una prism¨¢tica asombrosa, desde todos los cl¨¢sicos, pasando al moderno. El cr¨ªtico de The New York Times, Clive Barnes, la apod¨® La Eleonora Duse de la Danza. Cuando Castellani filma para la televisi¨®n la vida de Giuseppe Verdi, llama a Carla para el papel de Giuseppina Strepponi, y cuando Hebert Ross planea su filme sobre Nijinski y las bailarinas, no dud¨® que Fracci ser¨ªa la estrella.
La milanesa model¨® su t¨¦cnica con suprema inteligencia de modo tal, que cualquier carencia era subvertida dentro de sus amplios recursos art¨ªsticos, que dan siempre una imagen de solvencia y de rigor estil¨ªstico. Pocas de las grandes bailarinas del siglo XX como Fracci han tenido tantos y tan importantes ocasionales partenaires: Erik Bruhn, Rudolf Nureyev, Vladimir Vasiliev, Mario Pistoni, Mija¨ªl Barishnikov, Jorge Esquivel, Gheorghe Iancu, Paolo Bortoluzzi, Paul Chalmer, Jos¨¦ Antonio Ruiz (con quien apareci¨® en Verona en una versi¨®n cuidada de La Gitanilla de Taglioni inspirada por Cervantes) y Antonio Gades (cuyo ballet Bodas de Sangre incluy¨® en el repertorio romano y donde ella se reserv¨® el papel de La Madre). En cuanto a fechas se?eras, ser¨ªa imposible compilarlas aqu¨ª: crea en el Teatro La Fenice de Venecia con John Cranko el personaje de Julieta (1958); La Bourr¨¦e fantasque (La Scala, Balanchine, 1961); La strada, Pistoni, Mil¨¢n, 1966; Ch¨¨ri, (Roland Petit, 1996); la reconstrucci¨®n de las danzas de Isadora Duncan (Mellicent Hodson, 1990). B¨¦jart tambi¨¦n cre¨® para ella.
La prima ballerina assoluta dirigi¨® el Ballet de la ?pera de Roma durante casi una productiva d¨¦cada de programas de gran calado cultural, tambi¨¦n estuvo al mando del ballet del Teatro San Carlos en N¨¢poles. Se le resisti¨®, sin embargo, la direcci¨®n del Ballet del Teatro alla Scala de Mil¨¢n, y ese muy espinoso asunto cole¨® durante d¨¦cadas con todos sus ingredientes pol¨ªticos. El coliseo milan¨¦s era su casa natural, su hogar seminal y su cuna art¨ªstica, pero Carla rechaz¨® diversos homenajes de ocasi¨®n que consider¨® inadecuados. Sus reivindicaciones hist¨®ricas de una verdadera compa?¨ªa nacional italiana y una escuela integrada de la misma categor¨ªa y proyecci¨®n, se han mantenido intactas y vigentes hasta el final. La cr¨ªtica Vittoria Ottolenghi la bautiz¨® como La Madonna della Danza. Muy humana, directa, severa y constante, su vida pasa por ella misma de lo ejemplar a lo legendario. En Madrid hizo unas inolvidables apariciones estelares en el Teatro de La Zarzuela cuando la compa?¨ªa titular espa?ola se llamaba Ballet Nacional de Espa?a Cl¨¢sico (1986), etapa tristemente olvidada y donde Fracci hizo Las S¨ªlfides (Fokin) y el divertissement de Raymonda (Petipa) acompa?ada por algunos bailarines espa?oles como Arantxa Arg¨¹elles y Ra¨²l Tino.
A Carla Fracci la sobrevive su marido, el director esc¨¦nico Beppe Menegatti y su ¨²nico hijo. El jefe de Estado de Italia, Sergio Mattarella, hizo p¨²blico un comunicado debido al deceso de la bailarina. ¡°Carla Fracci ha honrado a nuestro pa¨ªs con su elegancia y compromiso art¨ªstico¡±, ha declarado Mattarella, quien ha alabado ¡°sus cualidades art¨ªsticas y humanas extraordinarias que la hicieron en una de las m¨¢s grandes bailarinas cl¨¢sicas de nuestro tiempo¡±. Este viernes estar¨¢ instalada la capilla ardiente de manera excepcional en el foyer del Teatro de la Scala de Mil¨¢n y el s¨¢bado 29 tendr¨¢ lugar un funeral solemne en la bas¨ªlica de San Marco.